Poetas, trovadores, gentes de vibración que sentís en el alma un soplo, toque o resplandor de universalidad, de eternidad, si es que tenéis sol en el espíritu, salid de los
circulitos donde sólo están bien las lamparillas, y verted vuestra luz donde se necesita,
en el bosque, en el sagrado bosque que llamamos pueblo, en cuyo seno oscuro y trágico hay tanta humanidad jadeante y extraviada que pide orientación.