martes, 18 de diciembre de 2012

VISLUMBRES DEL ENIGMA





VISLUMBRES DEL ENIGMA
(Artículo de 1918 continuación de ¿PODEMOS SER FELICES?)



     
     Al llegar a este punto de lo que debe ser nuestra vida, me doy cuenta de que insensiblemente he llegado hasta tocar el cogollo del más arduo e inmenso de los problemas humanos, y tiemblo de espanto. Dar nada menos que una pauta, que una fórmula precisa y definitiva sobre el rumbo que debemos tratar de imprimirle a nuestra vida es como ofrendarle de una vez a la humanidad una síntesis, un extracto de todas las filosofías. Y como ni soñar puedo en tal obra, me apresuro a repetir que no emprendí esta pequeña y sencilla exposición de mis puntos de vista con ínfulas doctorales, sino puramente como un espectador que ha ido al teatro, no para dormirse, sino para observar, para asomarse, todo curiosidad y simpatía, a lo que está pasando en escena... y ahora prorrumpir en un aplauso, y luego en una exclamación de disgusto o de horror, y después permitirse tímidamente un comentario y en todo tiempo mantenerse despierto y alerta para no perder ni un solo detalle importante de la acción central. No son, pues, conclusiones y sistemas los que voy a formular. Son impresiones, pero impresiones de un espectador que, ni se ha puesto a dormir y a roncar, ni se ha quedado alejado e indiferente.
     Pero, basta de preámbulos, y vamos a la cuestión. La cuestión es ésta: ¿qué buscar, qué hacer, qué orientación imprimirle a la vida? 
     Empiezo por opinar que lo primero que debemos tratar de eliminar totalmente de nuestras costumbres es ese sem\ntido de permanencia, de estabilidad, de duración, que la mayor parte de las gentes le dan a la vida. "En la playa, pronto a zarpar, y desnudo, como los hijos de la mar". Así dice un gran poeta español, Antonio Machado. La frase vale, ella sola, por muchos tomos de sabia y enmarañada filosofía.
     En efecto, puesto que la vida es inestable, fugaz, casi tan imprecisa y tornátil como el humo, ¿a qué conduce ese absurdo empeño de instalarnos dentro de ella, no como quién está de paso y sin fecha de salida, sino como quién está muy seguro de quedarse para siempre?
     La casa recia, de ladrillo, hecha como para burlarse del tiempo; dentro de la casa los muebles, fuertes, duros, tan eternos como la casa; y fuera de la casa, el esfuerzo continuo, perseverante, para conquistarnos posiciones tan sólidas, tan altas, que duren siglos. Resultando de todo ello, que, a fuerza de labrar la jaula y de buscarle el más sólido y encumbrado acomodo, no tenemos tiempo para nada más: para mirarnos, para sentirnos y hallarnos y cultivarnos nosotros mismos.
     De ahí viene que, a medida que hemos ido acumulando más cosas, más éxitos fuera de nosotros, nos hemos ido empobreciendo y empequeñeciendo más y más nosotros mismos, como personas, como tipos humanos. Hemos trabajado hasta reventar por lo externo, por la casa, por los muebles, por la posición, pero nada hemos hecho por nosotros. Nuestra curiosidad, nuestra gran curiosidad ante el espectáculo del mundo se quedó insaciada, nuestros afectos durmieron, nuestras células cerebrales no vibraron... y el moho nos consumió y todo nuestro mecanismo quedó, por la inacción, atrofiado y perdido en sus órganos más nobles y esenciales, tales como el corazón y el cerebro. Es como si un pájaro, por obstinarse en hacerse de un seguro e indestructible asilo, se pasase la vida en la tarea de construirlo. Habría nido, quizás, algún día, pero el pájaro, por no haber volado, por no haber trinado, por no haber amado, por no haber respondido a sus instintos, estaría ya atrofiado e insensibilizado de tal modo que más que para el nido serviría para el reposo de la muerte. ¡Amigos! puesto que no nos podemos pasar sin ésto y sin aquello, cosas necesarias pero secundarias, laboremos por ésto y por aquello; pero, puesto que nos vamos, labremos de prisa y corriendo estructuras ligeras, sencillas y efímeras como nosotros mismos, y adelante, que el tiempo es corto y las cosas por pensar y por sentir y por probar muchísimas.
     Ya libres del fardo pesadísimo de preocupaciones que arropan y sofocan nuestra verdadera alma; ya hechos a mirarnos a nosotros mismos como a simples caminantes, marchemos sin miedo, sin cogernos pena, alegremente, con los ojos tan abiertos, tan llenos de curiosa simpatía hacia las cosas que contemplan, como los de una tropa de soldados jóvenes y sanos que, sabedora de que marcha al encuentro de una muerte cierta en las garras de un enemigo diez veces superior, pone en su mirada la cálida fulguración que es a la vez saludo y despedida.
     Pero ¿y la felicidad? ¿acaso vale la pena vivir cuando se ha renunciado a ella? --oigo que me interrogan. Sí, vale la pena. Prueba de ello es que todos, de Shopenhauer para abajo, hemos vivido sin gran ilusión de ella. Ni es la felicidad condición esencial de la vida, porque si así fuera no existiríamos, ya que ella no existe; ni la esperanza de alcanzarla es la que nos mantiene, como piensan muchos, en la senda y marchando; porque, si así fuera, a mayor ancianidad, mayor amortiguamiento de esperanza, mayor deseo de no vivir, de extinguirse, de no ser, y la experiencia nos está todos los días demostrando que los viejos se agarran a su desmayada vida con más furor, si cabe, que los jóvenes.
     No hay más remedio, pues, que reconocer que el resorte oculto que nos mueve, que la aspiración recóndita, subconsciente, que late en todo ser humano, es cosa muy distinta y muy distante del deseo, de la visión próxima o remota de la felicidad. Pero ¿con qué palabra expresar esa inefable, esa profunda ansia de vivir, de perdurar, de quedarnos hasta el sol de mañana, y así, de día en día, perpetuarnos en este lugar de lucha y sufrimiento y tedio que llamamos mundo?
     Después de pensar mucho sobre el punto, ninguna palabra me parece más propia que ésta: expresión. Sí; vivimos y queremos vivir a todo trance, porque nos urge expresarnos, realizarnos, porque somos a manera de una cinta cinematográfica enrollada que desea, que necesita desenrollarse, mostrarse, fijarse en obras de acción o de pensamiento. Somos una condensación de la masa cósmica universal, condensación que en cada individuo se tiñe de un color, de un matiz, de una luz especial, y aspiramos a vivir, porque aspiramos a arder hasta el fin, quemar hasta el fin todo el gas de misterio, todo el fluido de infinito que hemos recibido. No hay más que seguir la evolución de la Vida, desde el mineral hasta el hombre: continuamente, incesantemente, la vida va fabricando, va sacando de las tinieblas, seres, formas, organismos cada vez más complejos, cada vez más diferenciados entre sí, más individuales, más dotados de una potencialidad mayor de comprensión. ¿Con qué ha vencido, con qué ha triunfado el hombre de las demás especies animales? ¿Ha sido con la fuerza? No; porque más fuertes, mil veces más fuertes eran los gigantescos animales prehistóricos y quedaron vencidos. Y hoy mismo la fuerza del hombre está perennemente humillada ante el león, ante el tigre, ante el toro, todos los cuales, sin embargo, son sus servidores o sus víctimas.
     ¿Ha sido con la euritmia de sus líneas, con la belleza de sus formas, que el hombre se ha impuesto como ser superior? No; porque ahí están los pájaros, el más humilde de los cuales es más bello en ritmo, en musicalidad de líneas que el más soberbio Apolo.
     Ha sido, pues, con lo único que el hombre tiene y no tienen los animales, esto es, con cerebro, con potencialidad lumínica, con fuerza de expresión y de comprensión. ¿Cómo escapar, pues, en vista de esta marcha progresiva, de esta progresión ascendente desde la opacidad, la pesadez y la inconsciencia, hasta la fulguración de consciencia que es el genio, a la conclusión de que la Vida fabrica cerebros, esto es, instrumentos para apreciarse, para conocerse, para mirar dentro de sí misma?
     En esta interpretación de la finalidad de la Vida han coincidido Renan, Nietzsche, Bernard Shaw... cumbres las más altas del pensamiento humano. Para estos poderosos dínamos de ideación, somos nosotros los hombres los que representamos la fórmula más perfecta hasta hoy de consciencia acumulada, de condensación de Vida, y por consiguiente puede afirmarse que en nosotros reside toda divinidad.
     Todo lo que hay de individualidad en nosotros es tan ilusorio como lo que hay de individualidad en la sombra con relación a los cuerpos y en la espuma con relación a la ola. Sombra y espuma no son más que aspectos, ilusiones ópticas del cuerpo y del agua respectivamente. No existe el hombre A, el hombre B, el hombre C, pues todos no somos otra cosa que la fuerza o energía universal y eterna que llamamos la Vida y que las religiones designan con el nombre de Dios. De la misma manera que un escultor que estuviera buscando una imagen, una forma de expresión artística perfecta, podría servirse de un solo bloque de mármol para ensayar y volver a ensayar mil tipos de escultura, cada uno de los cuales no sería otra cosa en realidad que el primitivo bloque de mármol, así nosotros los seres humanos, a pesar de nuestras diferencias aparentes, no somos más que formas, imágenes plasmadas incesantemente por la Vida. Por consiguiente, no nacemos ni morimos, como no nace ni muere la sombra, ni la espuma, ni la imagen. ¿A qué temer la muerte pues?
     Asociémonos a la obra misteriosa de la Vida, porque de ella formamos parte, o mejor, porque somos ella misma, y humilde y religiosamente tratemos de que el misterio, el sacro fuego, el Dios en formación que vive en nosotros, se manifieste siempre en su más alta, más intensa y más clara expresión.




VOCABULARIO




  1.Cogollo= Lo más importante de algo.

  2.Enmarañada= Complicada, intrincada, compleja.

  3.Atrofiado= Anquilosado, impotente, imposibilitado.

  4.Fardo= Impedimento, obstáculo, estorbo.

  5.Amortiguamiento= Disminución de la intensidad de una cosa.

  6. Desmayada= Debilitada, decaída, decrépita.

  7.Condensación= Síntesis, recopilación, agrupación.

  8.Euritmia= Armonía, equilibrio, proporción.

  9.Potencialidad lumínica= Facultad de conocer, analizar y comprender.

10.Religiosamente= Con entusiasmo, fervor, vehemencia.
  

jueves, 13 de diciembre de 2012

¿PODEMOS SER FELICES?



¿PODEMOS SER FELICES?
(Fragmento del artículo de 1917 ¿Podemos ser Felices?)



     No hay nadie, por muy indiferente que sea a las ideas, que no tenga su mucho o su poco por decir sobre este grande y universal problema humano: y yo, aunque he de guardarme bien de contestar a lo catedrático, a lo sabihondo, no voy, por un pueril alarde de modestia convencional, a privarme ahora del gusto de dar, de la manera más sencilla y clara posible, más bien que una opinión, mi impresión personal sobre el asunto.
     No; no creo que sea asequible la felicidad, ni en este mundo ni en ningún otro mundo. es más, creo que cometemos una barbaridad cuando damos a nuestros hijos, en la escuela, en la casa, en el teatro, en el libro, esa visión de felicidad personal tan reñida, tan incompatible con nuestra propia naturaleza y con la naturaleza de la realidad que nos rodea.
     Felicidad, felicidad...... ¿Dónde demonios se esconde ese divino tesoro, que nadie le encuentra ni le encontró jamás? Topa uno con un viejo y le pregunta, y de cada cien viejos, noventa y nueve viejos suspirarán profundamente primero, y nos contestarán en seguida una de estas dos cosas: o que la perdieron para siempre y se les quedó atrás, muy atrás, en alguna curva remota del camino andado, o que no la tuvieron nunca y la van a buscar en el reposo eterno, o en el edén eterno que les prometió tal o cual religión. Topamos con un joven... y nos dirá que, o la dejó también atrás, allá en la lejanía de la niñez, o que va corriendo, corriendo sin cesar en pos de ella, con o sin esperanzas de darle alcance. Y si interrumpe Ud. los juegos de un niño cualquiera y logra que le entienda la pregunta, seguramente que, o no saca nada en claro de la inconsciencia del niño, o le ve pronto señalar hacia el futuro con las clásicas palabras que todos hemos pronunciado: "Cuando yo sea hombre..."
     Quiere decir que está atrás, o está delante, o está arriba o está abajo: en todas partes, menos en el punto en que nos encontramos. Y es que tiene que ser así; es que sería absurdo que no fuese así. ¿Cómo concebir la evolución, o sea, el movimiento, esencia misma de la vida, sin la inquietud, sin el perpetuo temer y el perpetuo aspirar y el constante cambiar de aquí para allá y de allá para acá? ¿Y cómo, si fuéramos felices, podríamos mantener este vaivén, este anhelar engendrador de toda evolución y por consiguiente de la vida?
     Somos limitados, somos frágiles como el vidrio, nos rodea por todas partes lo inestable, lo sombrío, lo sucio, lo duro, lo trágico. ¿Cómo, pues, dentro de nuestra limitación y fragilidad irremediables, concebir ese estado ideal de íntima y perfecta satisfacción en que nos sintamos libres de temores y pesares y deseos?
     No quiere esto decir que yo sea pesimista a lo Shopenhauer, que sólo ve dolor y oscuridad por todas partes. Al contrario, creo fácil comprobar que la cantidad de dolor que hay en el mundo, con ser muy grande, es infinitamente inferior a la cantidad de alegría, de igual  modo que la cantidad de salud es superior a la cantidad de enfermedad y la cantidad de juventud a la cantidad de ancianidad. Pero ¿es la alegría la felicidad? No; la alegría es orgánica, es subconsciente, nace precisamente de no sentirnos, de cierta armonía rara y fugaz entre las distintas piezas que componen la maravilla de nuestra máquina. En cambio, la felicidad es, o debe ser, esencialmente consciente, naciendo o debiendo nacer de los deseos satisfechos, de pensarnos y sentirnos bien. Tan no tienen nada que ver las dos cosas, la alegría y la felicidad, que se puede ser muy infeliz y estar al mismo tiempo muy alegre. De ello nos da ejemplos constantes la diaria realidad.
     La alegría es dinámica. esto es, movimiento, vibración, aleteo fugitivo del espíritu, agua que corre, rama que ondula, ave que vuela, cuerda tensa que suena. En tanto que la felicidad es, o la concebimos, cosa permanente y estática, de la cual fluye la alegría como de una flor el aroma, como de un manantial el agua y de un astro la luz. La alegría es la manifestación, el síntoma, el accidente; la felicidad es la causa, la fuente, la sustancia inmutable. La alegría no puede buscarse deliberadamente, porque es caprichosa, tornátil, inconsciente, oscilante; va y viene, nos asalta y nos deja, aparece y desaparece caprichosamente, sin que nada baste a retenerla. Es como la risa, como el buen apetito, como el golpe de azar. Nadie puede salir a buscarla, porque mientras más se la busca menos se la encuentra, como no se puede buscar la risa, ni el buen apetito, ni el golpe de azar. Precisamente está más lejos de nosotros a medida que la sabemos buscar mejor, con mayor pericia y deliberación: y así vemos que el viejo es menos alegre que el joven y el joven menos que el niño. Es casi animal, casi mecánica, genuinamente fisiológica, en tanto que la felicidad es, o tendría que ser, genuinamente psicológica.
     Y por eso, porque la vida es y no puede ser otra cosa que movimiento, vibración, esfuerzo, tendencia constante a cambiar y a mejorar, es por lo que decía antes que está reñida irremediablemente con toda noción de felicidad, bien sea esa felicidad rolliza, pesada, mofletuda, de gorro y chinela, con que sueña el burgués: bien de la otra quintaesenciada y etérea del místico, o bien de la remojada en mieles empalagosas de amor y de música y poesía que seduce por regla general al artista. De cualquiera de esos tipos convencionales de felicidad debemos aprender a reirnos: en primer lugar, porque son inasequibles por ser incompatibles con nuestra propia naturaleza, y en segundo lugar, porque... vaya, seamos sinceros: no valen la pena. Así como suena: no valen la pena. La primera, la burguesa, la de gorro y chinela, buena alfombra y casa grande y cómoda, es grotesca y odiosa. ¿Hay nada más aburrido que comer bien y vestir bien y arrellanarse bien en un butacón sobre una gran alfombra y ser siempre y a todas horas un cerdo limpio y bien comido, y no tener preocupaciones, y volverse una bola de plebeyo egoísmo, extraño a toda solidaridad con el mundo, y no vivir sino para el largo bostezo del casino, del automóvil, de la charla insustancial, y para estar a todas horas y en todas partes condenado a sentirse la digestión? Dadle esa clase de felicidad a un hombre de pensamiento o de nervios, y se volverá loco o se pegará un tiro antes de un mes. Dadle esa clase de felicidad espesa a cualquiera hombre de tipo corriente que no sea un idiota, y no se volverá loco ni se exasperará hasta el suicidio, pero irá poco a poco trocándola en el sport tal o en el sport cual, que es como trocarla en trabajo, en trabajo disfrazado y estéril, pero trabajo al fin.
     La segunda, la mística, es todavía más incompatible con el hombre y con las cosas. Vivir con la mirada fija en otro mundo es sencillamente como no vivir, como una forma de estar muerto con apariencias de vida.
     Y en cuanto a la tercera, la de los adolescentes y las niñas románticas y los poetas ingenuos: la que navega en mieles de erotismo y melodía, la que nos sirven en la escuela, en el teatro y en todas partes, es la más idiota de todas. Se puede ser un cerdo limpio y bien comido y halagado durante algunos días y no volverse loco de asco de sí mismo hasta después de cierto tiempo: pero yo desafío a los paladares más golosos y más fuertes a que se refocilen, no ya durante muchos días, sino durante un solo día, con las melosas y aromadas golosinas de la estética, de la melodía y del dúo tremulante de romántico amor: el empalago sería tal, que la víctima pediría a gritos la cárcel o la horca para escapar del tremendo suplicio.
     "Pero entonces ¿qué buscar? ¿qué hacer?", se me dirá.
     ¿Qué hacer? Pues una cosa muy sencilla: vivir. Pero vivir ¿para qué? Vivir para lo que es esencia misma, aspiración recóndita y suprema finalidad de toda vida.



VOCABULARIO



  1.A lo sabihondo= Presumiendo de sabio sin serlo.

  2.Pueril= Fútil, vano, trivial.

  3.Shopenhauer= Arthur Shopenhauer (1788-1860)= Filósofo alemán.

  4.Quintaesenciada= Refinada, primorosa.

  5.Arrellanarse= Extenderse en el asiento con toda comodidad.

  6.El largo bostezo= El gran aburrimiento.

  7.Refocilen= Que se regocijen, se deleiten, se regodeen.





martes, 11 de diciembre de 2012

DIVAGACIONES



DIVAGACIONES
(Fragmento del artículo de 1917 Divagaciones)



     No, no existe ¡qué ha de existir! la señora felicidad. Ni es bueno que exista tampoco. Si no ha de existir para todos, es mejor, es muchísimo mejor que no exista. Que no exista, señor, ni para usted, ni para mí, ni para nadie. Ya sé, señor, que usted cree que debe existir para Ud.; porque es Ud. bueno, bueno en el cochino sentido vulgar de esta palabra; en el sentido negativo, en el de no hacer ni decir cosa alguna que le pueda comprometer. Y porque es Ud. así, sórdidamente bueno, y es Ud. hacendosito, es decir, golosito de migajas, y llegó al automóvil y al jardín y a la casa de chillona opulencia, y al respeto servil de sus lacayos, cree Ud. --¿no es verdad?-- que cada cual tiene su merecido, y puesto que Ud. se supo aprovechar mientras los otros perdían su tiempo, a Ud. le toca ahora ser feliz, muy feliz, en medio de la inquietud y el afanar de sus prójimos.
     Pues, no señor, no es así, no es ni será Ud. feliz. Fíjese bien y verá cómo la única efímera ilusión de felicidad a su alcance es más bien vanidad que felicidad. Fíjese bien y verá cómo para sentirse momentáneamente no feliz, sino elevado, en posesión de los medios que conducen a la felicidad, tiene Ud. que inferirse una ofensa terrible a sí mismo, de la cual se avergonzaría Ud. ante sus hijos, suponiéndose tan bestia, tan plebeyamente constituído, tan tosco y tan ciego, tan horrendamente falto de humanidad, que es capaz de gozarse y regodearse comparando todo lo que le sobra a Ud. con todo lo que les falta a los demás. ¿No es verdad, señor, que no es usted tan monstruo que en lugar de apenarse y sufrir se recree y goce comparando todo lo que le sobra a Ud. con todo lo que les falta a los demás? ¿No es verdad, señor, que pasada la primera sensación vanidosa y puesto Ud. a reflexionar, vio Ud. tantos a pie y sin casa y sin ropa, que casi le duelen a Ud. como un reproche muy hondo y muy punzante su automóvil y su mansión y su lujo? ¿Qué clase de hombre tendría Ud. que ser para no sentir la espina de esos reproches, el desasosiego de esa espantable desigualdad entre sus medios y los medios de los demás, la verguenza inconsciente de pasear el hastío de su exceso de nutrición y de lujo por entre tantos seres iguales a Ud., más débiles que Ud. --ancianos, mujeres, niños-- que no tienen ni siquiera lo que tiene en abundancia su perro de Ud.?
     ¡Ay, señor! Son las doce, y recuerdo que al subir esta noche a mi cuarto había un niño durmiendo en el zaguán... ¿No cree Ud., señor, que si en el mismo pueblo y hasta en el mismo mundo donde ese muchacho tiene que echarse a dormir sobre los ladrillos de un zaguán fuera posible la felicidad, esta felicidad sería tan ciega, tan tosca, tan cruel, tan inmunda, que daría espanto verla?
     Donde hay nervios, señor, hay vibración, a tono con el dolor de los demás y es, por lo tanto, imposible la felicidad. Y donde no hay nervios, no puede haber emoción y sin emoción no cabe la felicidad.
     En cuanto a la felicidad fisiológica, la que consiste en comer y en beber y en dormir y en roncar como un cerdo repleto... esa, señor, única que tiene Ud. en sus manos... no se la envidio a Ud.



VOCABULARIO



  1.Cochino= Grosero, chabacano, burdo.

  2.Chillona= Llamativa, aparatosa, ostentosa.

  3.Tosco= Ordinario, rústico, ineducado.

  4.Regodearse= Regocijarse, deleitarse, complacerse.

  5.Holganza= Recreo, ocio, diversión.

  6.Hastío= Disgusto, fastidio, empalago.

  7.Zaguán= Vestíbulo, pórtico, entrada.





sábado, 8 de diciembre de 2012

FELIPE TRIGO



FELIPE TRIGO
(Fragmento del artículo de 1916 Felipe Trigo)


     
     He leído ya unos cuantos trabajos acerca de Felipe Trigo, cuya súbita muerte es suceso bien conocido aquí. Y estos trabajos son unos en pro y otros en contra, pero de todos ellos se desprende que nosotros los puertorriqueños nos hemos preocupado más de la personalidad del gran novelista fenecido que los mismos peninsulares. Allá, en España, los diarios y revistas andan ahora repletos del vulgar asesinato de un tal Ferrero por un tal Nilo, y hasta la fecha sólo dos o tres escritores se han dignado decirnos alguna cosa del compañero muerto.
     Es la historia de siempre: muere un pelele cualquiera que ha alborotado mucho en el campo de la política con el molesto e incesante ruido de su lengua y alitas de papagayo, y se está hablando del pelele un año seguido. Pero muere un pensador, un héroe de la inteligencia, y es, a los pocos días, como si hubiera reventado una chinche. ¡Pobre raza la nuestra que sólo a los talentos de adaptación y de relumbrón de las medianías rinde homenaje, y que pasa de largo, indiferente cuando no desdeñosa, ante el hombre superior de veras en cuyos sesos se aposenta, demoledor y creador, el rayo de la idea! ¡Pobre raza la nuestra, de cuartel y convento, en cuyo seno la primera cosa que habría que hacer con un niño en quien se sospechara el talento (por padres sensatos y previsores) sería pegarle un tiro, o enseñarle a vivir entre mendrugos  y harapos y piojos, para prepararlo a abrazar para siempre la carrera de mendigo!
     Pero, volvamos a Trigo, y aunque no hagamos otra cosa que repetir lo que han dicho otros, démonos el gustazo de nombrarle otra vez, de saludarle otra vez con amor y reverencia, de restregarles otra vez el hocico, con su gran recuerdo, a Doña Juana, y a Don Pancho y a Juanita y a Panchito, que en España y en América se despepitan por hacer ascos --ellos, los del vientre redondo y brillante y la mente podrida-- de la obra grande, sana, fecunda y luminosa del simpático Trigo.
     ¡Pero miren que venirle ahora poniendo a la obra de tal hombre, como hace Diez Canedo entre otros, peros de estilo, reparitos de sintaxis, como si hombres que traen a su raza el mensaje que le trajo Trigo tuvieran tiempo y cachaza bastante para pararse en el camino a conjugar y aguzarse el oído para pescar las asonancias! ¡Oh turba interminable de los majaderos! ¡Unos, los más sensatos, haciendo ascos de sacristán de pueblo a lo que dijo el hombre, precisamente porque era muy real, muy humano, y por lo tanto, muy divino lo que dijo; y otros, los mentecatos, los perros ratoneros de la pluma, haciendo asquitos también, no por lo que dijo --que eso no les importa a ellos nunca--sino por si lo dijo debajo de la Gramática o encima de ella y pateándola, pateándola ruidosamente como la patean siempre los que van de prisa porque van ardiendo de una sed divina de renovar, de destruir, de crear!
     Felipe Trigo, pornográfico... ¿Pero pornográfico por qué, señor mojigatito de los pies lavados y el cabello apestoso? Pornográfico porque --oigo que me contesta el mojigato-- se entretuvo mucho ese señor Trigo en escenas de alcoba. Bien, señor mío; pues hágame ahora el favor de ponerse serio, si es que un memo es capaz alguna vez de seriedad, y dígame: Si es pornográfico Felipe Trigo por pintar escenas de alcoba, ¿qué deja usted para los que viven esas mismas escenas? ¿No es mucho más pornográfico usted por vivirlas, y su señora madre de usted por haberlas vivido como condición inevitable para ponerlo a usted a rumiar tonterías en el mundo? ¿No comprende usted --so cochino-- que si usted, en vez de un redomado hipócrita como es, fuera un hombre sincero, y sinceramente tuviera ascos de Trigo por pintor, tendría que vomitarse ante toda mujer que ha sido madre, como lo fue la suya, porque toda madre ha sido hacedora de amor, y el hacer una cosa, si es mala, tiene que ser muchísimo peor que la acción de pintarla?
     Pero no discutamos más, porque es perder el tiempo el discutir con momias, y digamos ya, con toda brevedad por qué queremos y admiramos y lloramos a Trigo. Le lloramos y admiramos y queremos, porque en el seno de una sociedad como la nuestra, mojigata en cuestiones de amor como ninguna otra, fue el primero que tuvo la genial intrepidez de salir gritando un nuevo credo, un nuevo evangelio social. Antes, la cuestión sexual era una simple comidilla de tertulias, un mero tema de necios chistecitos colorados de fraile  haragán; pero llegó él, Felipe Trigo, y le quitó la cuestión de la insolente, incomprensiva boca del fraile, y la alzó al nivel alto que debía ocupar, y la ennobleció, la dignificó, la llenó de majestad y de belleza. Y si de algo pecó el pobre Trigo, fue precisamente de lo contrario de lo que dicen sus detractores. Pecó de excesivamente idealista, de excesivamente lírico del amor. Las gentes no se aman tan por lo fino como él pretende. Pero el tomar en serio la cuestión sexual, abordarla como lo que es, como uno de los más abrumadores y trascendentales problemas humanos, ¿es tan poca cosa? Un hombre que tiene suficiente visión para alcanzar eso, ¿no ha hecho ya él solo, por su raza, más que todos los señoritos blandengues que coquetean con el estilo, limando y ensartando discreteos de palabras bonitas y huecas?
     Y luego, no es sólo la cuestión sexual la que abordó el hombre con peligro de que se lo comieran vivo los beatos. Hizo más; hizo campaña generosa y brava por la mujer, le mostró al hombre, en cuadros de una fuerza de realidad abrumadora, lo bruto que es, lo brutísimo que es, amarrando a su mujer de una pata de la mesa y acabando él por quedar amarrado a su vez, de por vida --so pena de deshonra o excomunión social-- por las cintas de las enaguas de su mujer. Y un hombre que trata cuestiones tan hondas, y las trata magistralmente, sin pesadez de sermonero, haciéndolas destacarse de la vida misma, con relieve exquisito  de artístico bordado ¿merece que desdeñosamente se hable de él como de un mero rebuscador de alicientes pornográficos? Pero aún hizo más Trigo. Hizo en Jarrapellejos, en Sor Demonio, en El Médico Rural, en Del Frío al Fuego, y en casi todas sus novelas, una colección de escenas y tipos de la vida española, de una potencia tan formidable de realidad y de espiritualidad a un tiempo mismo, que nadie en España, fuera de Galdós en Torquemada y en alguna otra de sus producciones selectas, ha podido igualar.
     Creo que Las Evas del Paraíso es una de sus mejores novelas. El ambiente, los tipos, la manera como estos tipos actúan, la cosa formidable que de un modo tan sencillo y natural tiene lugar entre ellos, todo en esa obra es fuerte y bello y sano y grande, como una de esas colosales concepciones ibsenianas que ahora, porque ya están consagradas, todo el mundo --inteligentes y mentecatos a un tiempo-- respeta y alaba.  
     ¡Pero estos rutinarios del demonio, qué incomprensibles son! Don Juan Valera, por ejemplo, figura en todas las bibliotecas, y no hay niña cursi ni mojigato idiota que no le ponga por los cuernos de la luna. Y, sin embargo, ese sí que es un verdadero rebuscador de acicates a la baja sensualidad, a la que nace, precisamente, de no ver en la mujer otra cosa que un dócil y barato instrumento de placer. Pero ¡claro! el puerquísimo Don Juan Valera trata la cuestión --la tremenda cuestión sexual-- en broma, salpimienta sus episodios de alcoba con salsitas de estilo, hace aquí una cita pedantesca de un autor latino y más allá de un griego para medio encubrir una indecencia y ¡oh milagro! todos se quedaban bobos y babeándose de gusto y de admiración. Y mientras Trigo, el serio, el lírico, el psicólogo, el paladín de una nueva fórmula de vida, es rechazdo con horror, él, Don Juan Valera, el puerco, el condimentador de salsitas picantes y de chistes plebeyos de burdel, es casi canonizado por la mediocridad española y americana, y sus libros se guardan como reliquias...
     ¡Dios mío! Dame valor, como le diste a Trigo, para volarme de un tiro los sesos, o hazme vientre no más, patas no más, incomprensión no más, para mezclarme al rebaño para siempre y gustar diariamente la enorme sensación de igualdad y de seguridad que viene de no hacer ni decir ni pensar cosa alguna que no sea una vulgaridad, rellena de brutalidad, y hedionda a respetabilidad. Amén.



VOCABULARIO




  1.Felipe Trigo (1864-1916)= Médico, militar y escritor español. En su juventud profesó un socialismo marxista que evolucionó más tarde a un reformismo radical. En pleno apogeo de su popularidad, el 2 de septiembre de 1916, se suicidó de un disparo.

  2.Pelele= Persona simple, necia, idiota o inútil.

  3.Relumbrón= Que es más aparente que verdadero, o de mejor apariencia que calidad.

  4.Cuartel y convento= Frase usada para denotar simpleza y regimentación tal como la vida de los militares y de los religiosos.

  5.Mendrugos= Sobrantes de pan duro y desechado que se suele dar a los mendigos.

  6.Despepitan= Que hablan u obran con exceso, sin medida.

  7.Hacer ascos= Hacer desprecio injustificado de algo.

  8.Diez Canedo= Enrique Diez Canedo (1879-1944)= Crítico literario español.

  9.Cachaza= Sosiego en el modo de obrar.

10.Mojigato= Persona que finge o da a entender que teme, siente entusiasmo o aversión, no teniendo motivo para ello.

11.Memo= Tonto, simple, mentecato.

12.Rumiar= Publicar, proclamar, hacer saber.

13.Cochino= Hombre grosero, ordinario.

14.Redomado= Que tiene en alto grado la cualidad negativa que se le atribuye.

15.Comidilla= Tema preferido en alguna murmuración.

16.Ibsenianas= Relativo al dramaturgo noruego Henrik Ibsen (1828-1906).

17.Rutinarios= Que hacen las cosas por mera práctica y sin razonarlas.

18.Juan Valera= Juan Valera y Alcalá (1824-1905)= Político y escritor español.

19.Cursi= Que con apariencia de elegancia es ridículo y de mal gusto.

20.Poner por los cuernos de la luna= Alabar o encarecer a alguien desmedidamente.

21.Salpimienta= Hacer agradable algo con palabras.

22.Rebaño= Conjunto de personas que se dejan dirigir en sus opiniones, gustos, etc.




miércoles, 5 de diciembre de 2012

EL TIO SAM ESCLAVISTA



EL TIO SAM ESCLAVISTA
(Artículo de 1916)



     El mundo va despertando. Ya no es sólo en Europa donde se va saliendo del engañoso romanticismo que falseaba, de una manera tan perniciosa, la visión de la vida. Ya no son solamente los Ibsen, los France, los Tolstoy, los Gorky, los Bernard Shaw, los Brieux los que en el teatro y la novela descubren, denuncian y asaltan las iniquidades monstruosas que se esconden, desde tiempo inmemorial, bajo el hipócrita manto protector de la Ley, de la Religión, de la Propiedad. Ya ha llegado a América también la piqueta del pensador a iniciar su ciclópea labor destructora y renovadora.
     Todos los días, gracias a Dios, tenemos algún ejemplo de esto; y hoy, precisamente quiero enterar al puñado de personas que aquí sienten curiosidades de hombres de cultura, de un trabajo venido a mis manos recientemente en el que un escritor americano --William Leavitt Stoddard-- nos afirma y nos prueba de una manera irrefutable que el Tío Sam, el mismo gran gobierno de la gran república que actualmente sostiene una cruzada terrible contra la llamada "esclavitud blanca", o sea, contra cierto negocio que consiste en embaucar a las muchachas bonitas y pobres para lucrarse con ellas dedicándolas a la prostitución, el mismísimo gran gobierno, digo, cuyos agentes --fiscales, policías, jueces-- sostienen tan enconada campaña en pro de la virtud, es culpable también, pero en gran escala, del feísimo delito que persigue y castiga tan cruelmente en los infelices que lo cultivan en menor escala.
     Sí señores; este Leavitt Stoddard nos convence, con suma facilidad, de esta cosa inesperada y enorme: de que el mayor comerciante dedicado al lucrativo negocio de la esclavitud blanca en los Estados Unidos, es el mismo reverendísimo gobierno de los Estados Unidos.
     ¿Pero cómo?, dirán los pazguatos que todavía se alimentan de la bazofia romántica de tiempos pretéritos. Leed a William Leavitt Stoddard ("Pearson's Magazine", número de noviembre, 1916) y allí encontraréis la explicación. Yo sólo puedo dar aquí, para aquellos que no pueden leer dicho artículo en inglés, una síntesis muy condensada de las afirmaciones que hace Stoddard.
     En primer lugar, nos dice Stoddard que los Estados Unidos son grandes patronos, los mayores, del trabajo de los ciudadanos americanos. Desde Wilson, con sus 75,000 dólares de sueldo y sus 25,000 adicionales para gastos, con casa y automóvil también gratis, hasta el empleadillo de Servicio Civil con menos de 720 dólares al año, hay toda una escala interminable en la que miles y miles de seres humanos aparecen consagrando su vida, consumiendo su fuerza, en beneficio del gobierno federal.
     ¿No dijo el otro día el propio Mr. Wilson que todo lo que fuera una suma anual menor de 1,200 dólares era groseramente ineficaz para sostener una vida decente? Pues el mismo gobierno que preside Wilson tiene un ejército de alrededor de cien mil hombres y mujeres que no llegan ni con mucho al tipo de sueldo señalado por el presidente, y por todos los sociólogos modernos, como base única de una vida decente. El 20% de los empleados federales reciben menos de 720 dólares al año; el 10%, recibe de 720 a 840; un 5%, cobra de 840 a 900, y hay un 23% cuyo sueldo oscila entre 900 y 1,000. Tenemos, pues, que más de la mitad de los empleados de este grande, rico y progresista gobierno trabaja diariamente ocho horas por menos de mil dólares al año. De ésto resulta que muchos, legiones de estos infelices que le hipotecaron sus vidas al gobierno, en un país donde la subsistencia es tan cara, vegetan hasta la vejez sin tener ni siquiera con que proveer de zapatos a sus hijos. Tienen segura su comida, una mala comida de caballo o de perro, y nada más. Para ellos no hay nunca la posibilidad de un viaje, ni la de buscarle porvenir brillante a uno de los retoños, ni la de experimentar la sensación de bienestar que se experimenta en la suntuosidad magnífica de los grandes hoteles. Sedas, joyas, automóviles, días de amor, de sosiego o infantil regocijo en el campo, bajo dosel de árboles y al arrullo de cantos y rumores de arroyos y pájaros... todo lo que acaricia los sentidos y nos perfuma el alma en la naturaleza o en el arte, sólo como un mal sueño de algo inasequible viene a turbar de cuando en cuando la mente de estos esclavos blancos que le dan su vida al más rico de los gobiernos de la tierra.
     El autor americano que le ha regalado a mi triste ironía de comprensivo el inesperado manjar de estos datos, se limita a darlos, denunciando al Tío Sam como culpable de ser el mayor esclavista. Pero yo no puedo quedarme ahí. Me acuerdo de la persecución constante que, entre vocinglería de periódicos y de beatas y puritanos de todas suertes, se está llevando a cabo por agentes policíacos y judiciales del gran gobierno americano, contra los que especulan con la belleza de mujeres pobres y bonitas, y encuentro que de las dos esclavitudes me gusta más, me parece menos degradante ésta que aquélla. Porque ésta es fugaz, y se limita al sexo, y cubre a la esclava en perfumes y halagos por poco o mucho tiempo. Pero aquélla, la del Tío Sam, la que nadie persigue, la respetable, la virtuosa, la santa, esa lo arropa todo, lo arranca todo, lo pide todo. Esa exige el sacrificio diario de ocho horas de la vida, que  es lo mismo que decir toda la vida, para servirle a un amo que no sólo no se limita a exigir determinada función en que temporalmente alquilemos algo de lo nuestro, sino que nos exprime toda nuestra energía, toda la llama de nuestra mentalidad, y a cambio de todo eso sólo da lo suficiente para que puedan sus víctimas sentarse a la mesa diariamente ante una mísera ración de caballo o de perro...
     Y mientras estas cosas monstruosas suceden, los pazguatos de allá y de aquí siguen afligiéndonos, indignándonos, reventándonos, con el vil espectáculo de la baba romántica que les cae de la boca, en discursos y versos y crónicas...



VOCABULARIO



  1.Romanticismo= Movimiento cultural y político originado en Europa a finales del siglo XVIII en el que prevalece lo sentimental sobre la razón y el examen crítico.

  2.Perniciosa= Muy dañina o perjudicial.

  3.Ibsen= Henrik Johan Ibsen (1828-1906)= Dramaturgo noruego en cuyas obras cuestionaba el modelo de familia y de sociedad de su época.

  4.France= Anatole Francois Thibault (1844-1924)= Escritor francés que adoptó el sobrenombre de Anatole France. Premio Nobel de Literatura de 1921.

  5.Tolstoy= Liev Nicoláievich Tolstoy (1828-1910)= Escritor ruso también conocido com León Tolstoy. Es considerado uno de los más grandes escritores de la literatura mundial.

  6.Gorky= Gorki= Máximo Gorki = Seudónimo utilizado por Alekséi Maximovich Péshkov (1868-1936)= Escritor y político ruso.

  7.Bernard Shaw= George Bernard Shaw (1856-1950)= Escritor irlandés ganador del Premio Nobel de Literatura de 1925.

  8.Brieux= Eugene Brieux (1858-1932)= Dramaturgo francés en cuyas obras se destaca la injusticia del sistema social.

  9.Ley... Religión... Propiedad= Tres áreas primarias de la sociedad --sistema jurídico, moral y económico-- sintetizadas en estos términos.

10.Piqueta= Pico= Herramienta con dos puntas opuestas que se usa para desbastar la piedra.

11.Ciclópea= Enorme, gigantesca.

12.Tío Sam= Personificación y símbolo nacional de los Estados Unidos.

13.Pazguatos= Personas simples que se pasman o admiran de lo que ven u oyen.

14.Bazofia= Cosa soez y despreciable.

15.Wilson= Thomas Woodrow Wilson (1856-1924)= Vigésimo octavo Presidente de los Estados Unidos.

16.Vegetan= Que viven una vida comparable a la de las plantas.

17.Vocinglería= Ruido de voces hablando mucho y vanamente.