lunes, 29 de abril de 2013

LAS VICISITUDES DE KOLTCHACK




LAS VICISITUDES DE KOLTCHACK
(Artículo de 1919)



     Si hubiera necesidad de una pueba más para convencer a los más incrédulos de la campaña colosal de mentiras cablegráficas que se ha venido llevando a cabo sistemáticamente para engañar al mundo en todo cuanto afecta a los asuntos de Rusia, ninguna mejor que la que nos proporciona el caso del gran Koltchack.
     Este gran Koltchack se nos presentaba como el ídolo del pueblo ruso, que iba a salvar a su patria de los horrores del régimen bolshevique. Se nos decía que era un perfecto tipo de gobernante demócrata y se nos garantizaba que era su empuje tan irresistible que sólo tardaría unas semanas en llegar victorioso hasta Moscow. Y diariamente se nos obsequiaba con noticias de estupendas victorias en que las tropas de Lenine aparecían sufriendo pérdidas y más pérdidas de hombres y bagajes y corriendo como liebres perseguidas por el héroe inmaculado.
     Pero, como mientras más vuelo se le trataba de dar artificialmente al héroe (y a los empréstitos para el héroe en Francia, Inglaterra y Estados Unidos) más y más feos se iban poniendo los asuntos del héroe en el campo de batalla, al fin no se pudo más seguir tapando el cielo con la mano y ahora empiezan, de una manera intermitente, brusca y bufa, a saberse pedacitos de verdad.
     De lo poquito que se sabe resulta ahora que el héroe en lugar de avanzar retrocedía, que en lugar de pegar se le pegaba y que en vez de estar tocando ya en las puertas de Moscow ha ido a parar, de retirada en retirada, hasta Vladivostock.
     Y eso que el héroe tenía en sus manos recursos extraordinarios. Hombres, dinero, víveres, material de guerra: todo lo que la fuerza combinada de las grandes potencias que se llaman Francia, Inglaterra, Italia, Japón y Estados Unidos puede significar. Y frente a él, los soldados improvisados de los bolsheviques, que no sólo no tenían auxilio alguno del exterior, sino que al contrario, sufrían estoicamente el bárbaro suplicio del bloqueo que viene hace tiempo condenando a los horrores del hambre a los ancianos, mujeres y niños del trágico pueblo.
     Pues bien, el milagro que hicieron un tiempo los soldados franceses que defendían las ideas republicanas contra la Europa coligada, parece que se ha repetido, magnificado ahora. No obstante la increíble desigualdad de la lucha, el amor a la libertad a inflamado de tan prodigiosa manera estas huestes desnudas y hambrientas de la revolución, que ya hemos visto cómo ante ellas las formidables máquinas de guerra de tantas naciones fuertes se han ido desmoronando una tras otra. Algún día, cuando esta crisis sanguinaria y reaccionaria haya pasado del todo, no faltará un Homero que nos narre esta nueva, sublime epopeya.
     Cuanto a los sentimientos demócratas de Koltchack, cedemos la palabra  a "L 'Humanité" de París, periódico radical, pero nada adicto al bolshevismo:

"Siempre ha estado en el Poder, ha encarcelado a los mensheviques (socialistas moderados) indistintamente con los bolsheviques. Ha suprimido toda la prensa de oposición, ha destruido todas las uniones obreras y fusilado a innumerables trabajadores. A los miembros de la Asamblea Nacional (la misma que fue disuelta por Lenine) encarceló a todos los que pudo atrapar y fusiló a dos de los más conspicuos. Puesto que por confesión de los mismos Bowrtseos y Savinkovs (agentes de Koltchack), no hay hoy otra alternativa que entre Koltchack y Lenine, entre la reacción y el bolshevismo, nos declaramos por Lenine, y al escoger el último, seguros estamos de que pensamos de acuerdo con todos los demócratas de Rusia. Aun aquellos que son enemigos de los bolsheviques preferirían sin duda alguna "la dictadura del trabajador" a la sanguinaria y brutal dictadura militar de los Koltchack y los Krasnovs".

     ¡Oh, el gran Koltchack! Era ídolo del pueblo ruso, según la prensa jingoísta, y resulta que hasta entre la misma gente campesina de Siberia se le odia mortalmente, como lo prueban las deserciones frecuentes y enormes que viene sufriendo. En cambio, los bolsheviques, que según esa misma prensa, eran abominados por el pueblo y sólo se sostenían a fuerza de bayoneta, gozan de tal arraigo en la opinión, que bajo su bandera se agrupan ya todos los rusos de todas las denominaciones --con la sola excepción de los miembros de la antigua clase gobernante-- y sólo así se explica que hayan podido resistir el bloqueo y el ataque armado de tantas naciones. Y ahora viene bien preguntar: después que el pueblo ruso en masa ha demostrado tan firme adhesión al nuevo régimen de los "Soviets", ¿es necesario ser bolshevique para condenar la torpe intromisión en los asuntos intestinos de Rusia que viene practicándose en el Museo Arqueológico de Versalles? ¿No basta ser demócrata de veras para sentir indignación ante esa tortuosa política de Santa Alianza que se empeña en hacerle tragar, a cañonazos, a más de cien millones de seres humanos, la repulsiva restauración zarista encarnada en los Koltchack, Denikin y compañía? Nosotros, que fuimos a la pelea con Alemania sólo "con el fin de asegurar el mundo para la democracia"... ¡bonita clase de democracia es la que estamos implantando en alianza fraternal de bloqueo y de cañón con los archiduques de Austria y los cosacos rusos! No; si no hubiera para nuestros hijos la vislumbre de otra democracia, habría que renegar tanto de la que conocemos, que sin vacilar nos haríamos feroces absolutistas y por todo el resto de la vida viviríamos predicando, como única norma posible de conducta para con nuestros semejantes, el culto, más o menos disfrazado, del medro personal, a base de ganzúa, de garrote y puñal.



VOCABULARIO



  1.Koltchack= Aleksandr Vasilievich Koltchack (1874-1920)= Militar ruso, caudillo del movimiento antibolchevique conocido como Movimiento Blanco durante la Guerra Civil Rusa que dirigió en Siberia un gobierno opuesto al de Lenín desde noviembre de 1918 a febrero de 1920.

  2.Brusca y bufa= De manera repentina, grotesca y burda.

  3.Jingoísta= Partidario de la patriotería exaltada y que propugna la agresión contra otras naciones.

  4.Denikin= Antón Ivánovich Denikin (1872-1947)= Militar ruso, fue uno de los principales líderes del contrarrevolucionario Movimiento Blanco.

  5.Ganzúa, garrote y puñal= Las herramientas en vez de las acciones; robo, violencia y traición.





viernes, 26 de abril de 2013

LA PAZ SI, PERO...




LA PAZ SI, PERO...
(Artículo de 1919)



       Por fin...
    Por fin, después de una eternidad de tanteos y avances y retrocesos y réplicas y contraréplicas, el tira y afloja del tratado con Alemania ha llegado a su fin. Ya era tiempo. Ya no quedaba nadie que no estuviera fatigado de tanto ir y venir y de tanto teje y desteje a puerta cerrada --o a puerta entreabierta-- de la gran diplomacia rapante de los viejos tiempos, representada una vez por los Tres y otra vez por los Cuatro o por los Cinco.
     Los Grandes Tres (The Big Three), los Grandes Cuatro, los Grandes Cinco... ¿No es verdad que por muy candoroso e inclinado al optimismo que uno sea, esto de los formidables poderes de vida y muerte para todo el género humano que han venido manipulando a cencerros tapados los Tres o los Cuatro o los Cinco grandes faquires de las Conferencias (o conciliábulos) de la Paz es cosa para rascarse la cabeza una y otra vez en señal de honda perplejidad, malestar y ansiedad? ¿Cómo ahuyentar de la mente las sombras --terriblemente sarcásticas para nuestras ilusiones democráticas-- de aquellos famosos triunviratos --Pompeyo, César y Craso; Antonio, Octavio y Lépido-- que, con todo y haber sido árbitros de los destinos del Gran Imperio Romano, no alcanzaron jamás a tener en las manos ni la mitad siquiera del poder de nuestros Grandes Tres, Grandes Cuatro o Grandes Cinco de hoy?
     Pero, menos mal, menos mal si la labor de estos triunviros de ahora ha de perdurar como testimonio granítico de su buena voluntad y amplitud de visión. Buscamos, indagamos, consultamos opiniones de los espíritus superiores de todas partes... Y lo que hemos visto y oído en estos días de ansiosa expectación nos movería ciertamente a risa, si no fuera porque es tanta la tristeza y tanto el dolor de este momento en el mundo, que para sonreir siquiera sería preciso poseer la insensibilidad de un caimán. ¡Oh la paz, la paz! ¡Alemania vencida, atada, derribada en tierra con la rodilla vengadora del gran Foch encima!...

El Tratado de los puntos

     Fuí aliado furibundo. Allá en Puerto Rico, mi terrón nativo, cuando estalló la guerra, mucho antes de intervenir los Estados Unidos (intervención que operó el milagro de convertir en pro-aliados a los pro-alemanes de la noche a la mañana) fuí de los primeros en salir a declarar, a gritar desaforadamente, en discursos y artículos, mi fervorosa exaltación en pro de la causa, tan bella, de Francia, de Bélgica, de Inglaterra, de Italia. Luego saltó a la palestra Wilson, con sus magníficos Estados Unidos, proclamando que terciaba en la refriega con el propósito "de salvar al mundo para la democracia" --una nueva, honda, humana, verdadera democracia-- y mi entusiasmo subió tanto que llegué a las fronteras mismas del energumenismo...
     Creo, pues, que sin peligro de sospecha de germanofilia, puedo ahora pronunciarme abiertamente en contra de ese Tratado, tan contrario, no sólo a los hermosos principios establecidos en los célebres catorce puntos de Wilson, sino a todas las declaraciones suyas que hemos venido leyendo en las varias obras de su pluma que corren por el mundo traducidas a todas las lenguas.
     "Abajo los grandes armamentos que constituyen un peligro constante para la paz del mundo"... decía el apóstol. Y en efecto, nunca pesó sobre los pueblos aliados una más formidable y más costosa armazón militar que la que deja en pie y sanciona el dichoso tratado.
     "Estamos satisfechos y orgullosos de luchar por los derechos de las naciones, las grandes y las pequeñas, y por el privilegio de los hombres de toda la tierra de escoger su propio modo de vida y obediencia"... "Self determination (auto determinación) para todas las razas oprimidas, es nuestra divisa frente al militarismo alemán"... Y en efecto, no sólo las razas oprimidas que ya había en el mundo (coreanos, irlandeses, judíos, indios, africanos, chinos) se han quedado como estaban, sino que su número se agiganta a partir del tratado. Siete millones de alemanes son sometidos de golpe y porrazo al yugo extranjero. Y un número mucho mayor de chinos --más de treinta millones-- es entregado sin misericordia al voraz imperialismo japonés, allá en Shantung. Y al pueblo de Austria, que casi unánimemente se manifestó deseoso de unirse a Alemania, se le condena a renunciar para siempre a toda unión. Y a los millones y millones de almas rusas que en su propia tierra decidieron confiar sus destinos a un régimen nuevo de democracia social, no sólo no se les reconoce su derecho a establecer su propio gobierno en la forma que mejor les cuadre, de acuerdo con el principio de "self determination" tantas veces proclamado, sino que se les combate a sangre y fuego y se trata de que truequen su comunismo de hoy, aceptado ya por todos los partidos rusos liberales aun los más moderados, por la dictadura brutal de un Koltchak, militarote idólatra del vodka y el látigo, a quien la misma prensa imperialista no se atreve a defender sino muy tímidamente del cargo que se le hace de ser sólo una grotesca proyección del Czar, que únicamente podrá gobernar en Rusia protegido por las bayonetas extranjeras.
     "No habrá reparto de pueblos, de masas humanas, entre los vencedores, como botín de guerra"... clamaba el profeta. Y en efecto, ahí están todavía los vencedores disputándose las presas, un pedazo por aquí, otro por allá, y todos mostrando tal afán codicioso de ser cargados "con las graves responsabilidades que apareja el título de mandatario", que ni los niños de teta se tragan ya esa nueva hipocresía internacional forjada para enmascarar la vieja rapacería del imperialismo.
     "Abajo las barreras económicas que hacen a unos pueblos feudatarios de los otros y perenne simiente de extorsiones y discordias"... Y en efecto, nunca ha sido tan grande el afán de levantar murallas proteccionistas que, por impedir la libre circulación de los víveres y demás artículos de primera necesidad, significan el ayuno para muchos, el hartazgo para unos pocos y el desquilibrio económico para todos.
     "Libertad de los mares"... En efecto, nunca estuvo tan segura como ahora en un solo bolsillo la llave de los mares.
     Pero ¿a qué seguir la angustiosa enumeración de contradicciones? Baste decir que la misma prensa imperialista de las grandes naciones ha declarado que la paz es dura, aunque agregando que más dura hubiera sido la impuesta por Alemania, como si esto fuera una disculpa propia para hacerla valer entre gentes de este siglo.

Las dos actitudes, la vieja y la nueva

     Y de esto es precisamente que conviene decir dos palabras. Ante el espectáculo de una nación vencida en guerra, yo no comparto, pero me explico, la actitud del vencedor que le pone encima la rodilla y le dicta los más crueles y humillantes términos. Es la vieja actitud de Tamerlán, la de Atila, la de todos o casi todos los héroes históricos. Ojo por ojo, diente por diente… Está bien. “Si me vences, soy tuyo, pero si te venzo, eres mío, completamente mío.” Tal para cual. Dos fieras. El hombre primitivo proyectando su enorme mandíbula implacable por encima de los siglos. Los instintos ancestrales de venganza surgiendo, triunfando e imponiéndose otra vez… Está bien. El espectáculo es atroz, pero de un salvajismo tan sencillo, tan virginal, tan diáfano, que nos hace temblar, pero no nos tortura el cerebro.
     Y concibo también, y comparto, la actitud contraria, la del hombre consciente, reflexivo, evolucionado, que al inclinarse sobre el cuerpo del vencido, en homenaje a sí mismo y a la civilización que representa, domeña sus impulsos y sólo piensa en ofrecerle al mundo en que vive el bello y saludable espectáculo cristiano de la magnanimidad, de devolver bien por mal.
     He ahí las dos actitudes opuestas bien definidas. La de los primitivos de un lado, la de los reflexivos del otro. La primera basada en los instintos animales de la fiera humana; la segunda basada en un anhelo fuerte de superación de la pobre bestia ancestral, mal encadenada dentro de nosotros. Amamos la segunda actitud y le temblamos a la primera, pero las comprendemos las dos…
    
Los invertebrados

     Lo que sí no comprendemos ni comprenderemos nunca es la doble actitud, invertebrada, de los que proclamándose adictos a la segunda y horripilados de la primera, ni se atreven a ser feroces del todo en franco holocausto a la salvaje tradición de la fuerza, ni tampoco hallan en sus adentros fervores de humanidad suficientes para atreverse a tratar fraternalmente al vencido, inaugurando, con actos y no con palabras, el imperio del bien y de la paz sobre la tierra. Un chacal devorando en plena selva su presa, nos podrá espantar pero no indignarnos, a poco que recordemos su innata, y por lo tanto irresponsable, fiereza. Pero un hombre que, al mismo tiempo que descuartiza al vencido, hace aspavientos de piedad e improvisa arengas y plegarias de paz y justicia y amor a sus semejantes… ¿a quién no escandaliza y subleva?
     Pues bien, esto último es lo que acabamos de presenciar, esto último es el bello tributo que le hacen a la cultura de su tiempo los triunviros de las Conferencias.

Brest-Litovsk

     ¿Se acuerdan ustedes de Brest Litovsk? ¿Se acuerdan de la ola de indignación que corrió por el mundo cuando se supo lo que a la Rusia vencida le imponía la feroz y golosa diplomacia prusiana? Vociferó Clemenceau, rugió Lloyd George, fulminó Wilson su más sonoro anatema… Bien. Pues lo que hicieron entonces, en plena vesania guerrera, los autócratas teutones contra sus enemigos inermes, lo hemos hecho, después del triunfo y ya en plena paz, los demócratas aliados, no ya contra nuestros enemigos los déspotas alemanes, sino contra el nuevo gobierno alemán hijo de una revolución que, alentada por nosotros mismos, derrotó al Káiser y a su gente, “nuestros únicos enemigos” según declaró Wilson repetidas veces. En aquel tratado de Brest-Litovsk que nos indignó tanto no hay nada que pueda superar la dureza terrible del que acaba de firmar Alemania. Esta nación queda por virtud de ese nuestro flamante tratado, despojada de sus colonias, despojada de las tres cuartas partes del hierro y de una tercera parte del carbón de sus minas, obligada a suministrar a Francia y Bélgica una gran parte de este poco hierro que le queda, juntamente con sulfatos, amonios y otros elementos esenciales de su industria, despojada también de todos sus barcos mercantes de gran calado y de una parte considerable de los pequeños en que hacía su tráfico doméstico, constreñida a poner todas sus maquinarias y plantas propias para la construcción de barcos a la disposición de los aliados durante cinco años, y encima de todo esto y de la pérdida de grandes porciones de su territorio, obligada a pagar una suma colosal como indemnización de guerra. En resumen, no se ha omitido nada de lo que pueda contribuir a la ruina total de la industria y comercio alemanes durante varias generaciones.
     Pero –dicen algunos, muy pocos por suerte—es que si Alemania hubiera vencido hubiera sido aún más dura con nosotros. Lo asombroso de esta disculpa tan pedestre no es que se haga, sino que la hagan precisamente los grandes hombres, los Clemenceau, y Lloyd George que en su soberbia asumieron el tremendo papel providencial de arregladores del universo. ¡Que Alemania nos hubiera tratado peor!... ¿Y qué? Aún suponiendo la posibilidad de que hubiera sido más dura, cosa difícil, ¿no habíamos quedado en que no éramos de la misma pasta cruel y sanguinaria de los agresores y que por eso mismo merecíamos la simpatía universal? ¿No habíamos quedado en que la venganza, por muy disfrazada de justicia que la pongamos, es sólo una reliquia de los tiempos bárbaros que es necesario extirpar de raíz para que el mundo se empiece a curar del viejo mal de violencia que padece? ¿Es que el hecho cierto de que “si el tigre me hubiera alcanzado me habría comido”, justificaría en mí la resolución de comerme al tigre? ¿No fuimos al campo proclamando que íbamos a hacerle la guerra a la guerra para establecer de verdad un nuevo orden social sobre la base del principio cristiano de la fraternidad universal? Pues bonita manera de comenzar a crear ese nuevo orden. En lugar de dar por muerto el pasado, olvidando el daño que nos hicieron a cambio de que se olvidara también el que nosotros hicimos, única liquidación posible de nuestro averiado caudal histórico, levantamos el palo y nos entregamos sobre el cuerpo derribado del vencido a un festín de reparto de despojos…
     ¡Y si siquiera hubiera sido al Káiser y a su círculo a quien castigábamos! Pero no; era a gentes infelices –hombres, mujeres, niños—que habían tenido tanto que ver con la guerra como nosotros los del lado de acá. Eran gentes infelices a quienes sus amos llevaron a la carnicería de los campos de batalla, o embaucados con la idea de que hacían una guerra defensiva, o coaccionados con la fusta o con la bayoneta. Eran, en fin, la triste carne de cañón con que han alimentado sus sangrientas gulas insaciables los imperialistas de todos los tiempos.
     Y es de esta pobre carne de humanidad, convulsa de dolor y empapada de sangre y de llanto –hombres, mujeres y niños--, que, a guisa de reparación y de castigo, demandamos implacables la ruina total.

La postración de Francia

     Se argüirá que la postración de Francia ocasionada por la guerra exige estas mutilaciones y reparaciones por parte de su agresora Alemania… Convenido en que hay que salvar a Francia. No hay nación alguna por cuyo florecimiento nos preocupamos más. Basta tener un poco de cultura, basta haber hojeado un poco la historia en sus más culminantes, en sus más dramáticos momentos; basta sentir un poco de reverencia por las más alta conquistas del espíritu humano, para ver en Francia, no una nación cualquiera con más o menos población, sino una especie de maravillosa orquídea hecha de las más finas esencias y decantaciones del espíritu humano. ¿Quién que ame, quién que luche más allá del manduqueo cotidiano, no ve en ella algo delicadamente íntimo y grato al corazón como un aroma de hermana o de novia?...
     Pero, ¿es que para salvarla a ella hay que inmolar a Alemania? He aquí la cuestión. No hay que haberse tragado toda una biblioteca de Economía y Sociología para ver bien claro que hoy (no “ayer”, sino “hoy”), los intereses de los dos países vecinos están de tal suerte ligados, que es imposible darle una puñalada a Alemania sin abrirle a su vez tremenda herida a Francia y viceversa. ¿Le ata usted las manos a Alemania para que no salga a colocar sus artículos en el exterior? Pues paralizó usted ipsofacto la industria alemana y la llevó a la bancarrota y de la bancarrota al caos. Y de este caos, todo puede salir menos el dinero reparador de Francia. Antes, al contrario. Lo probable, lo cierto, es que del fuego, conmoción o descomposición de este caos le tocaría inmediatamente su parte –y no pequeña-- a Francia.
     Pero es –se me dirá—que Francia misma se vió cargada de una inmensa deuda que le impuso Bismarck, y no sólo pudo pagar sino que se repuso y se enriqueció. Muy bien. Pero veamos ahora si estamos en los mismos tiempos en que fue posible esa milagrosa restauración de la enferma Francia. ¿Son iguales las circunstancias? ¿Le es ahora posible a Alemania el ponerse a trabajar callada la boca, como hizo Francia, para pagarle hasta el último centavo a su vecina? Cualquiera sabe que no, que ha llovido mucho desde aquellos tiempos, y que si Francia contó entonces con sus legiones de trabajadores –labriegos, artesanos, jornaleros—que mansamente y frugalmente se consagraban a la diaria faena de seis a seis, ya no se puede, ni en Alemania ni en ninguna otra parte, repetir el milagro, sencillamente porque aquella legión de mansos y frugales trabajadores de entonces se ha evaporado ya. Para bien o para mal ( no discutamos eso ahora), aquellos excelentes hombres de faena han aprendido el camino de la huelga y del mitin, cuando no del motín, y así, la gota del sudor que antes le salía al patrono hacendoso por una bicoca –poco más, poco menos que la del caballo—ahora le sale al mismo buen patrono, cuando la consigue, por un ojo de la cara.
     Y como hay que apechugar con las cosas, malas o buenas, tales como están, y no como debieran estar, resulta claro como la luz que, o es falso todo cuanto nos dice el cable constantemente de la creciente agitación obrera en el mundo y especialmente en Europa, o es claro como la luz que, al prescindir en sus arreglos de tan notorios factores de la moderna economía mundial, los Supremos Arquitectos de la Paz han arado en el mar.




VOCABULARIO



  1.Rapante= Que roba o quita con violencia algo.

  2.A cencerros tapados= Callada y cautelosamente.

  3.Conciliábulos= Se dice de las reuniones, generalmente ilegítimas, para tratar de algo que se desea mantener oculto.

  4.Pompeyo, César y Craso= Cneo Pompeyo Magno, Cayo Julio César y Marco Licinio Craso formaron en Roma el Primer Triunvirato que duró desde el 60 a. C. hasta el 53 a. C.

  5.Antonio, Octavio y Lépido= Marco Antonio, César Octaviano y Marco Emilio Lépido formaron en Roma el Segundo Triunvirato que duró desde el 43 a. C. hasta el 38 a. C.

  6.Granítico= Inquebrantable, firme, inalterable.

  7.Foch= Ferdinand Foch (1851-1929)= Mariscal de Campo francés, Comandante en jefe de los ejércitos Aliados durante la Primera Guerra Mundial.

  8.Furibundo= Fervoroso, apasionado, ardoroso.

  9.Saltó a la palestra= Se dice de una persona cuando toma parte activa en un asunto público.

10.Energumenismo= Modo de obrar muy exaltado, entusiasta, apasionado.

11.Catorce puntos de Wilson= Se conoce así el discurso pronunciado por el Presidente Woodrow Wllson el 8 de enero de 1918 ante el Congreso de los Estados Unidos con el propósito de presentar unos nuevos objetivos bélicos para los Aliados que pudiesen servir de base para negociaciones de paz con los Imperios Centrales.

12. Koltchack= Aleksandr Vasilievich Koltchack (1874-1920)= Militar ruso líder del movimiento antibolshevique que durante la Guerra Civil Rusa dirigió en Siberia un gobierno opuesto al de Lenín desde noviembre de 1918 a febrero de 1920.

13.Feudatarios= Súbditos, tributarios, vasallos.

14.Tamerlán= Timür-i lang (1336-1405)= Conquistador y líder militar turco-mongol.

15.Atila= (395-453)= Fue un poderoso caudillo de los hunos, confederación de  tribus euroasiáticas.

16.Domeña= Domina, constriñe, contiene.

17.Aspavientos= Se dice cuando se hace demostración exagerada de un sentimiento.

18.Brest-Litovsk= Se conoce como la Paz de Brest-Litovsk el tratado firmado el 3 de marzo de 1918 en esa ciudad bielorrusa entre los Imperios Centrales y la Rusia soviética.

19.Clemenceau= Georges Benjamin Clemenceau (1841-1929)= Médico, periodista y político francés que alcanzó el cargo de primer ministro de su país.

20.Lloyd George= David Lloyd George (1863-1945)= Primer ministro británico de 1916 a 1922.

21.Manduqueo= Coloquialismo despectivo --del latín vulgar "manducare", acción continuada de comer-- que refuerza el símil del "apetito insaciable" muy repetido a lo largo del artículo.

22.Ipso facto= Por el hecho mismo. Inmediatamente, en el acto.

23.Bismarck= Otto Eduard Leopold Von Bismarck-Schönhausen (1815-1898) Estadista, militar y político alemán.

24.Bicoca= Ganga= Se dice de las cosas apreciables que se adquieren a poca costa.

25.Apechugar= Afrontar, tolerar, sobrellevar.











martes, 23 de abril de 2013

LAS TAJADAS TERRITORIALES




LAS TAJADAS TERRITORIALES
(Artículo de 1919)



     No hay nación grande ni chiquita hoy que, a pesar del terrible escarmiento de la guerra, nacida precisamente de las ambiciones territoriales, no esté suspirando y porfiando por una tajada grande o chiquita del territorio de otra nación. Después de haber condenado en todos los términos el sueño alemán de ensanchar sus dominios a costa de otros pueblos, nos disponemos bonitamente todos, japoneses, australianos, belgas, franceses, italianos, etc., a cometer el mismísimo feo pecado que no hace media hora nos enardeció y nos coaligó contra Alemania. Este apetito de tajadas es el estorbo principal, si no el único, que han tenido Wilson y los suyos para el coronamiento de la idea grandiosa del Pacto de la Paz Perpetua. Ante tal espectáculo parecería que fuéramos los pobrecitos hombres de una imbecilidad o vesania incurable, si no fuera porque existe una razón que lo pone todo en claro. Esta razón no es otra que la del comercialismo que le sirve de base a nuestra sociedad actual. ¿Qué es lo que alega Bélgica contra Holanda, Italia contra Yugoslavia, Polonia contra Alemania, etc.? Una razón de índole puramente comercial. "Yo necesito --dicen-- ésta o la otra tajada, porque sin ella no se puede desarrollar mi comercio". ¿Lo véis? Por más vueltas que se le dé al asunto y por más eufemismos barnizantes que empleemos, siempre venimos a parar a lo mismo: a la eterna y universal razón del comercio. Se presta el caso a improvisar toda una cadena de lindos silogismos. Decir comercio es como decir necesidad de vender. Decir vender es como decir necesidad imprescindible de considerar el mundo --en todo o en parte-- como un probable mercado para nuestros artículos. Decir esto es como decir necesidad de expansión territorial.
     Quien dice expansión territorial dice disputas, choques inevitables con naciones rivales empujadas por la misma necesidad de expansión. Quien dice esto dice cabildeos y embrollos diplomáticos. Donde hay cabildeos y embrollos diplomáticos hay tarde o temprano que venir a las manos. Quien dice probabilidad de venir a las manos dice competencia de armamentos. Y quien dice esto último, dice... el demonio, la barbarie organizada y galoneada y dispuesta para volver a ensangrentar el mundo a la menor ocasión. Y como hoy día toda la vieja estructura social de las naciones tiene por cimiento, y por esencia, y por alma, el comercio, a tal punto que privar a un hombre de que venda su propiedad o su trabajo es como prohibirle que viva, y como lo que es verdad de cada hombre es más verdad todavía de cada nación, dicho se está que, una de dos: o nos quedamos con comercio y sin paz, como hasta ahora, o nos quedamos sin comercio y con paz. Pero como no hay ciego que no vea claro que el comercio es el cimiento y el alma de la actual estructura social es evidente... otra vez una de dos: o nos quedamos con la actual estructura social, fuente del comercio, y conservamos su secreción natural que es la guerra, o nos resolvemos en serio y una vez por todas a arrancarle su cimiento secular a la actual estructura social. Ahora lo único que falta es preguntarnos: ¿qué es preferible, seguir viviendo como hasta ahora bajo la perenne amenaza de los gases asfixiantes y demás salvajadas de la guerra, o resolvernos todos a sudar el quilo en la reforma total --(tiene que ser total, porque ya hemos visto que el mal está en la misma raíz)-- de la estructura social? De la contestación --sincera o no-- que a uno le inspire su visión, baja o alta, del problema del vivir moderno, depende hoy el que uno tome sitio en uno de los dos bandos que discuten en el mundo la única cuestión, la cuestión máxima, la cuestión de las cuestiones, que hoy  divide a los hombres.



VOCABULARIO



  1.Enardeció= Que animó, excitó, incitó, estimuló.

  2.Wilson= Thomas Woodrow Wilson (1856-1924)= Vigésimo octavo Presidente de los Estados Unidos.

  3.Coronamiento= Consumación, conclusión, terminación.

  4.Vesania= Locura, demencia, enajenamiento.

  5.Eufemismos barnizantes= Modo de expresar ideas encubriendo aquello que de otro modo resultaría duro o malsonante.

  6.La barbarie organizada y galoneada= Refiérese al militarismo.

  7.Sudar el quilo= Trabajar con ahinco.





domingo, 21 de abril de 2013

LA SITUACION EUROPEA EN GENERAL





LA SITUACION EUROPEA EN GENERAL
(Artículo de 1919)



¿Ha terminado la guerra?

     Pensaba el mundo que acabada la gran guerra de trincheras en todos los frentes se iba a entrar seguidamente en las delicias de una paz octaviana. Pero ya hemos visto cuán profundamente se equivocaba el mundo. Seguimos y seguiremos en guerra. Y es que no era ésta sino aparentemente una guerra de naciones. Era más; era una guerra de ideas, de instituciones, casi podríamos decir de filosofías. La guerra en los campos de Francia que acaba de pasar era el sangriento choque de la concepción militarista del mundo, representada por Alemania, contra la concepción, más suave, más moderna, de la Democracia Política, representada por la Entente. Venció en el choque la Democracia Política; y todo habría acabado con esta gran victoria, si no fuera porque ya estaba en la arena otro principio, otra concepción más avanzada aún disputándole el campo a la anterior. Esta es la Democracia Social.

Los que mandan en Lenine y Trotzky

     De la misma manera que esta Democracia Política que se batió tan bizarramente en Francia no era en realidad otra cosa que una adaptación del mundo a un estado de conciencia preparado por los filósofos y poetas del tiempo de los enciclopedistas (Voltaire, Rousseau, Diderot, etc.), la nueva Democracia social que hoy le sale al paso a la anterior no es cosa nueva, como creen los cándidos, sino también un estado de conciencia que se viene, lenta y laboriosamente, preparando de mucho antes en obras tan conocidas, tan clásicas, como las de Tolstoy, Whitman, Tchecov, Zola, Ibsen, Sudermann, Shaw, etc. Y eso que no cito sino a los artistas, dejándome en el tintero a los que han hecho propaganda directa en contra del viejo orden social. No hay, pues, que abrir la boca y quedarse pasmado de asombro ante las siluetas hirsutas de Lenine y Trotzky, porque esto es enseñar demasiado la oreja de la ignorancia. Lenine y Trotzky no han inventado nada. El manjar que nos sirven será bueno o será malo, pero no es de ellos. El plato estaba ya, desde hacía muchos años, completamente preparado, precisamente por estos hombres que tenemos, o alardeamos de tener, en nuestras bibliotecas. Si hay, pues, que acusar, si hay que hablar de perfidia y de disolución y de crimen, si hay, en una palabra, que quemar a alguien, quememos a los verdaderos responsables, quememos a esos conocidísimos autores que han insuflado en el espíritu del hombre la noción nueva de una democracia integral. No hay pedante por ahí que no haya declamado en prosa o verso su admiración del genio de un Tolstoy, de un Emerson o un Ibsen. Ahora mismo, en los Estados Unidos, se le prepara en academias y universidades un magno aniversario a Walt Whitman. Y yo pregunto: las ideas de estos genios acerca de la propiedad, del amor, de las relaciones humanas en general, ¿eran menos radicales que las que han inspirado a los Lenine y los Trotzky de Rusia? ¿Hay ley alguna de las puestas en vigor últimamente por las famosas "Soviet" con relación a la mujer, al matrimonio, al amor, que se pueda comparar en punto a radicalismo, a audacia innovadora, con la más suave máxima del evangelio amoroso de Whitman?
     De modo que, si hemos de ser lógicos, no tenemos más remedio que revolvernos iracundos contra nuestras mismas bibliotecas y no dejar libro de estos hombres --desde Montaigne y Heine hasta los Brieux y los Anatole France de nuestros días-- que no reduzcamos a pavesas como ya hicieron con otros libros el cura y el barbero de Cervantes.



VOCABULARIO



  1.Paz octaviana= La que se gozaba en el imperio romano en la época de Octavio Augusto. Quietud y sosiego generales.

  2.La Entente= Conocida como la Triple Entente constituida originalmente por Francia, Gran Bretaña e Irlanda y el Imperio Ruso.

  3.Voltaire= François Marie Arouet (1694-1778)= Escritor, historiador, filósofo y abogado francés.

  4.Rousseau= Jean-Jacques Rousseau (1712-1778)= Escritor, filósofo, botánico y naturalista francés.

  5.Diderot= Denis Diderot (1713-1784)= Escritor, filósofo y enciclopedista francés.

  6.Tolstoy= Liev Nikoláievich Tolstoy (1828-1910)= Novelista ruso también conocido como León Tolstoy.

  7.Whitman= Walt Whitman (1819-1892)= Ensayista, periodista y humanista estadounidense.

  8.Tchecov= Antón Pávlovich Chéjov (1860-1904)= Médico, escritor y dramaturgo ruso.

  9.Zola= Émile Zola (1840-1902)= Escritor francés.

10.Ibsen= Henrik Johan Ibsen (1828-1906)= Dramaturgo y poeta noruego.

11.Sudermann= Hermann Sudermann (1857-1928)= Novelista y dramaturgo alemán.

12.Emerson= Ralph Waldo Emerson (1803-1882)= Escritor, filósofo y poeta estadounidense.

13.Shaw= George Bernard Shaw (1856-1950)= Escritor irlandés.

14.Insuflado= Que han inspirado, inculcado o inducido.

15.Montaigne= Michel Eyquem de Montaigne (1553-1592)= Filósofo, escritor y político francés.

16.Heine= Heinrich Heine (1797-1856)= Prosista y poeta alemán.

17.Brieux= Eugène Brieux (1858-1932)=  Dramaturgo y periodista francés.

18.Anatole France= Anatole François Thibault (1844-1924)= Escritor francés.

19.Pavesas= Cenizas.





viernes, 19 de abril de 2013

LA POLITICA




LA POLITICA
(Artículo de 1919)



     Creo sinceramente que hoy no existe nada en el mundo que revista, para toda clase de personas, el interés de la política. Antiguamente decir política era casi siempre como decir ocupación, o deporte, o merodeo, de los políticos profesionales de quita y pon. Pero hoy decir política es decir marejada o torbellino social, donde nos vemos envueltos, bien en nuestras personas, bien en nuestras ideas o intereses. Antes, no hace mucho, todo el que no quería ser rebaño, todo el que aspiraba a vivir vida independiente y fecunda, ya en el mundo de los negocios, ya en el mundo del pensamiento, se procuraba mantener alejado de todo contacto o roce con los bandos organizados que en cada país se disputan la dirección de ese conjunto de mezquindades y rutinas (cobro de contribuciones, gestiones diplomáticas, caminos, escuelas, parlamentos o charlamentos, etc.) que se designaba con el pomposo nombre de "cosa pública". Pero hoy, ni el comerciante, por su comercio, ni el pensador, por sus ideas, ni el padre de familia, por sus hijos, ni el rico, ni el pobre, ni el grande, ni el chico, pueden hacerse a un lado y cruzarse de brazos en desdeñoso ademán de neutralidad. Porque ya hemos visto cómo, en el transcurso de unos pocos años, la vida en sociedad se nos ha ido complicando de tal modo, que no hay problema político, por insignificante que sea, que no envuelva un problema social, y no hay a su vez ningún problema social grande o chiquito que no nos alcance a todos por algún lado. Una de dos: o se pone uno fuera de la sociedad --y yo no veo otro recurso de ponerse fuera que el suicidio-- o se queda uno dentro, como estamos todos, y en este caso no hay neutralidad posible cuando se debaten junto a nosotros cuestiones que se elevan desde la comida que comemos hasta la ropa y la moral y los gustos y las ideas que gastamos.
     De ahí que nos propongamos cultivar con predilección en este periódico una sección --ésta-- destinada a informar a nuestro público de los asuntos políticos más sobresalientes del momento actual. Pero téngase en cuenta que no son noticias de sucesos, de hechos políticos acaecidos aquí o allá, las que vamos a dar. Para ese viaje no se necesitan alforjas, que eso ya lo hace, en grande o en pequeño, el cable de la prensa diaria de todas partes. Lo que nos esforzaremos en hacer es, precisamente, llenar el hueco que deja el cable; poner ante el lector, no una reseña o catálogo de sucesos, sino una síntesis, una visión de conjunto del momento político en cada país.
     Pero es claro que al decir cada país, me refiero sólo a los cuatro o cinco grandes países que hoy pueden considerarse como laboratorios, como viveros de las instituciones y normas que aspiran a arraigar en el mundo actual. Inglaterra, Francia, Rusia, Estados Unidos... ¿a qué perder el tiempo enumerándolos, si es tan palmaria, tan de dominio público, la localización en media docena de pueblos privilegiados que todo el mundo conoce, de la función directriz de la máquina social?



VOCABULARIO



  1.Marejada= Agitación, excitación. Movimiento tumultuoso.

  2.Rebaño= Se dice de aquellos que pertenecen a una congregación cualquiera y no se distinguen de los demás.

  3.Charlamentos= Referencia despectiva a los parlamentos en donde en lugar de hacer leyes se charla, es decir, se habla mucho y sin sustancia.

  4.Gastamos= Se usa para señalar cómo procedemos.

  5.Palmaria= Clara, patente, manifiesta.




miércoles, 17 de abril de 2013

LOS TRES ENEMIGOS DEL ALMA MODERNA [3] EL TEATRO SERIO




LOS TRES ENEMIGOS DEL ALMA MODERNA [3]
EL TEATRO SERIO
(Artículo de 1921)



     Poca palabra y mucha acción. Es lo que ahora le piden autores y empresarios al que quiere ensayar sus fuerzas en el teatro serio, en la obra de tres o más actos. Poca palabra, el menor número posible de palabras, y mucha intriga, mucho ir y venir de personajes, mucho incidente de esos que mantienen despierto el interés del oyente. Priva aquí, en toda su fuerza, la superstición de que, mientras todo evoluciona en la vida, mientras las demás artes --pintura, escultura, música-- han dejado de ser lo que eran, abandonando cada vez más los moldes clásicos en un afán de intensificar más y más la expresión que buscan, el teatro --que es resumen de todas las demás artes-- ha de permanecer inmutable, petrificado en el molde pedestre de los efectos a lo Sardou y Echegaray. Teatro anecdótico, teatro de fabulitas en que les suceden, por mero azar, unas cuantas cosas alegres o tristes a los personajes y no se descubre jamás otras cosa que el llamado choque de pasiones. ¡Oh!, que no falte nunca el dichoso choque de pasiones. Pero, eso sí, que esas pasiones sean siempre las mismas, las más vulgares, las más primitivas --el odio, el amor, la codicia, la envidia, etc.--, y que siempre vengan arregladitas de manera que deleiten y entretengan al espectador (que se supone siempre un pánfilo) sin pretender enseñarle, ni predicarle, ni sacudir ninguno de sus prejuicios y rutinas de vida, por bárbaros que ellos sean.
     ¿Teatro de tesis? ¡Jesús! ni se le ocurra a usted tamaña tontería. Las tesis aburren. Pero --replica uno--, y si aburren, ¿cómo se explica que Tolstoy, Ibsen, Brieux, Galsworthy, Shaw y todos los grandes, en vez de aburrir, se representen cada día con más furor? ¿Qué son todos éstos, sino cultivadores del teatro de tesis, único que hoy atrae al teatro a las gentes cuya curiosidad les pide algo más que esos enredos y lances convencionales y eternamente repetidos, que sólo entretienen a los niños? --¡Oh!, sí --contestan--, pero es allá en Europa y Norte América, pero no aquí, en Buenos Aires, cuyo público no tolera más que cosas ligeras que le recreen sin hacerle pensar.
     Y el resultado es un teatro fofo, desabrido, que a lo sumo se atreve de cuando en cuando a ensayar un toquesito de ese barato realismo descriptivo, que cree haber puesto una pica en Flandes cuando acierta a darnos, con precisión notarial e inartística, una visión de eso que ingenuamente llaman un trozo de vida. ¡Qué trozo de vida ni qué ocho cuartos! Trozo de necedad, trozo de estolidez será, que no de vida. Los detalles ornamentales de un cuarto, de una persona, o de un grupo, no son a la vida, a la vida que nos interesa, a la vida dramatizable, ni siquiera lo que la ropa es a la psicología de las gentes.

     "Un drama interesante" --amigos, (y ahora no hablo yo, sino Bernard Shaw, que es hoy día quizás el dramaturgo más universalmente representado y aplaudido)-- "no puede significar otra cosa que una obra escénica en que se susciten y discutan problemas de conducta y de carácter de importancia personal para la concurrencia. Las gentes tienen un saludable instinto de que se llevan algo para sus casas al final de tales dramas: no solamente se les ha dado algo a cambio de su dinero, sino que retienen lo que se les ha dado en forma permanente. Por consiguiente, ninguno de los lugares comunes de taquilla tienen aplicación a tales obras. En vano el experto empresario o director artístico asegura que el público desea que le diviertan, y no que le prediquen, en el teatro; que no han de tolerar largos discursos; que una pieza dramática no ha de contener más de dieciocho mil palabras; que no debe empezar antes de las nueve ni durar hasta después de las once; que no debe tratarse en ella de religión ni de política; que la infracción de estas reglas de oro se llevará el público para los teatros de variedades; que debe haber en la pieza una mujer de conducta dudosa, representada por una actriz muy bonita; y así sucesivamente. Todos estos conceptos están bien para obras en que todo sea tan trivial que no haya nada por debatir. Pero pueden ser despreciadas del todo por el autor que es un moralista y un polemista, de igual modo que un dramatista. De esta clase de autor, el público --dentro de los límites inevitables establecidos por el reloj y por la resistencia física de la fábrica humana-- lo tragará todo tan pronto como esté lo suficientemente maduro y lo suficientemente cultivado para responder al incentivo de su forma especial de arte" "Y una vez que el público se habitúa a concurrir a esas representaciones, ya pierden todo interés para él los disparos de pistola, con pólvora sola, que se hacen los actores entre sí, y la simulación de caer muertos que pone fin a los combates escénicos, y los inevitables transportes lírico-eróticos del eterno par de amantes de proscenio, y cualquiera de esas otras majaderías que llaman acción, para sentirse cada vez más atraído por la exhibición y discusión del carácter y las normas de vida y conducta de las figuras de la escena a las que hace parecer reales el arte del autor y los actores".



VOCABULARIO



  1.Priva= Dicho de algo que tiene general aceptación.

  2.Sardou= Victorien Sardou (1831-1908)= Dramaturgo Francés.

  3.Echegaray= Miguel Echegaray y Eizaguirre (1848-1927)= Comediógrafo español.

  4.Anecdótico= Relativo a los sucesos irrelevantes y sin importancia.

  5.Fabulitas= Argumento sin más fin que el de entretener a los espectadores.

  6.Tolstoy= Liev Nikoláievich Tolstoy (1828-1910)= Novelista ruso conocido como León Tolstoy.

  7.Ibsen= Henrik Johan Ibsen (1828-1906)= Dramaturgo y poeta noruego.

  8.Brieux= Eugène Brieux (1858-1932)= Dramaturgo y periodista francés.

  9.Galsworthy= John Galsworthy (1867-1933)= Novelista y dramaturgo inglés.

10.Shaw= George Bernard Shaw (1856-1950)= Escritor irlandés, ganador del Premio Nobel de literatura de 1925.

11.Fofo= Flojo, de poca calidad.

12.Desabrido= Insulso, anodino, insustancial.

13.Inartística= Neologismo que adquiere una mayor precisión al acompañar a "notarial".

14.Estolidez= Tontería, necedad, insensatez.

15.Dramatista= Anglicismo usado por la analogía fonética con los calificativos "moralista" y "polemista".















viernes, 12 de abril de 2013

LOS TRES ENEMIGOS DEL ALMA MODERNA [2] CINES Y TEATROS





LOS TRES ENEMIGOS DEL ALMA MODERNA [2]
CINES Y TEATROS
(Artículo de 1921)



     Y ahora, conforme a lo anunciado en el número anterior, vamos con el cine y teatro. En primer lugar, existe el viejo pleito de si el cine matará al teatro o el teatro al cine. Yo creo que ninguno matará a ninguno. Al que están matando los dos, en competencia criminal, es al público, al pobre público que paga siempre mejor lo que más le idiotiza y envenena o aniquila (el alcohol, las drogas, el modisto, el cirujano, el charlatán profesional o político, etc.).
     Ambos, teatro y cine, pero más el último que el primero, por la sola razón de que alcanza al mayor número, son dos cosas enormes: son algo así como templos para comulgar con cuanto tiene de grandeza y misterio la vida. Son el dolor, la alegría, el niño, la mujer, el viejo, el torbellino, el remanso, el odio, el amor, la barcarola, el naufragio, la estrofa, el rugido: son esta miserable y excelsa cosa, en latido y en marcha perenne: ¡la vida!
     Son sí, dos cosas enormes; pero sólo en potencia. Sólo en potencia, porque lo que dan de sí hoy es una mescolanza informe de una vileza de expresión y de intención que supera hasta a la del asnal periodismo. Dos elementos entran siempre en la composición del horrible bodrio del teatro y del cine. Id al primer cine o al primer teatro que encontréis en Buenos Aires, y veréis cómo en el insulso plato que os sirven, nunca falta uno de estos dos ingredientes: o el sentimentalismo baboso, el romance barato, enemigo de la verdadera poesía, o el pornografismo más tonto y soez. Las dos cosas --sentimentalismo y pornografía-- son malas, pero puesto a escoger, yo escogería lo último, que, digan lo que digan las almas ingenuas, es menos degradante y corruptor que lo primero.
     En el cine es donde encontramos a toneladas la baba sentimental infecciosa de que hablo. Allí es donde crece y florece a sus anchas todo ese lodo humano --amor exaltado y enfermizo, y unilateral, y primitivo, de él a ella y de ella a él; celos estúpidos de asesino; hombría de bien negativa y ruin, consistente en devolverle el reloj al principal (millonario) o salvarle la hija de un fuego (para casarse con ella al final); héroes que han de ser siempre buenos mozos y excelentes boxeadores; truhanería cicatera e hipócrita en los buenos y maldad torpe y ciega en los malos; recompensa bien jugosa para aquéllos y palos, golpes y presidio de una crueldad feroz para éstos--, todo ese lodo humano, digo, que nos empuerca el corazón. Ese mundo que vemos allí, en el cine, no es, como dicen muchos, irreal, fantástico. No; es real. Es, por desgracia, el mismo mundo mezquino, hipócrita y helado, de todos los días. Su mal no está en ser una mala copia, sino en ser sólo una copia. Su mal está en que es convencional, convencional como la vida que hacemos, la vida que nos permite vivir el vientre de ballena éste que llamamos civilización. Es esta misma vida nuestra sin luz, sin espontaneidad, sin bondad, sin verdad, sin pan y sin amor..., pero idealizada, retocada y adobada hasta parecer buena y hacernos conformes --y hasta contentos y orgullosos-- con ella. Y ahí está el mal precisamente; ahí está el veneno. Cuando toda la esperanza del mundo radica en que nos hagamos mejores, en que cambiemos, en que ascendamos hacia un plano más alto de pensamiento y sentimiento, cambio imposible mientras sigamos con la moral mercenaria y roñosa (él, ella, tuyo y mío, golpe por golpe) en que estamos encharcados desde hace siglos, la labor del cine, que pone ante la gran masa social donde están los niños junto a los viejos, como bellos modelos a imitar, los ejemplares más típicos de la psicología de muñecos engendrada por la tosca moral consuetudinaria, no puede menos que resultar tan perniciosa como la más contagiosa y fulminante de las plagas.
     Y si del cine vamos al teatro, peor. Peor, porque en el cine, al menos, se ve y no se oye. El cine nos da figuras; el teatro nos da figuras y palabras. ¡Y qué palabras! Id al teatro argentino, al teatro popular por excelencia, y veréis, Veréis los instintos más bajos y plebeyos de la bestia sometidos a un halago sistemático que da náudeas. Veréis la matonería hecha norma, el caló hecho elegancia, la hembra de arrabal, que sólo tiene sexo, hecha heroína, y, sobre todo, veréis... ¡veréis, horror, el chiste mal sonante y mal oliente, ruin y maligno y tonto, convertido en la suprema finalidad artística del laureado, del aplaudido y enriquecido autor!
     Pero, --diréis-- ¿y qué van a hacer los pobrecitos autores, sino servirle el plato único que es del gusto del público? Y yo os replico enseguida que no estoy ahora haciendo la crítica de los autores, sino exponiendo un hecho: el hecho de la horrorosa deformidad artística y moral del teatro popular argentino. ¿Que los autores hacen bien de optar, entre ser ricos pronto y morirse de hambre lentamente, por ser ricos, y confeccionar el asqueroso bodrio al gusto popular, y mandar el arte y todo lo demás a paseo? Claro que sí. ¿Hay delito mayor que el de ser pobres dentro de este sistema social? Pero... ¿Y si no fuera éste el caso? Y si en lugar de ser el vulgo necio lo que hace a la obra necia fuese la obra necia la que hace al vulgo necio? El vulgo no es nunca tan espeso como parece. Prueba de que no lo es, la tenemos en que cuando, en lugar de la fábrica de chistes pedestres del género chico en España (y aquí, como dondequiera que se hable español, estamos en España) surgió la fina gracia, arrebolada de bondad y de poesía de los Quintero, el vulgo se salió inmediatamente del muladar de la chistografía barata y acudió, atropellándose, a deleitarse con la producción de los Quintero. Y si de este plano de gracia epidérmica se le hubiera querido elevar hasta el humorismo hondo y certero de los France y los Shaw, hasta allá, hasta ese altísimo nivel habría subido la misteriosa sed de sol que hace del mero vulgo el consagrador primero y eterno de los grandes, de los renovadores, hostilizados siempre por los sabihondos de la técnica y la crítica.
     Lo que pasa es que es más fácil dar toneladas de basura, de fétido estiércol mental del que hoy se nos sirve, que un solo relámpago de virginal y genuina espiritualidad. 
     Y si salimos del teatro populachero y nos vamos al grande, al serio... Alto ahí, señora (hablo con mi pluma), ¡alto ahí! que ya para sermón es bastante. Despídase sin chistar enseguida, y que queden así las cosas hasta el próximo número.



VOCABULARIO



  1.Barcarola= Canción popular de Italia, y especialmente de los gondoleros de Venecia.

  2.Bodrio= Cosa mal hecha o de mala calidad.

  3.Insulso= Falto de viveza, gracia o interés.

  4.Soez= Chabacano, ofensivo, grosero.

  5.Truhanería= Canallada, granujada, bribonería.

  6.Convencional= Usual, habitual, acostumbrado.

  7.Roñosa= Mezquina, egoista, cicatera.

  8.Se ve y no se oye= Es el año 1921, todavía de cine mudo.

  9.Caló= Especie de jerga de los gitanos españoles.

10.Espeso= Que no destaca, mediocre.

11.Quintero= Serafín Álvarez Quintero (1871-1938) y Joaquín Álvarez Quintero (1873-1944)= Comediógrafos españoles.

12.France= Anatole François Thibault (1844-1924)= Escritor francés, ganador del Premio Nobel de literatura de 1921.

13.Shaw= George Bernard Shaw (1856-1950)= Escritor irlandés, ganador del Premio Nobel de literatura de 1925.

14.Relámpago= Se dice de las cosas agudas, ingeniosas.