jueves, 28 de noviembre de 2013

POEMA CREPUSCULAR






POEMA CREPUSCULAR
(Artículo de 1916)

     Peña-Parada. El mar. Lejano encaje azul de las montañas. Tarde opulenta en la que cielo, tierra y mar visten matices tan delicados, tan tenues, tan irreales, que se diría que de ellos va a escaparse, sonrisa y sollozo, una suave, doliente, trémula melodía. Momento de profunda, de religiosa soledad.
     Yo siento que en mi espíritu hay un resplandor lívido de lámpara expirante. Yo siento que estoy triste, profundamente triste, con tristeza de años, de siglos, en la que, quizás, han destilado su fatiga y su desolación los hombres de mi raza que pasaron, raza de formidables y duros destinos que a fuerza de prodigarse y desbordarse en la acción se aduerme ahora rumiando una escéptica, sabia, venenosa filosofía de desaliento e inacción. ¿Qué inefable sensación es ésta, de aquietamiento, de tenuidad, de eternidad, en la que las cadenas de la realidad se aflojan, y el presente se aleja, se aleja hasta volverse alado y musical como el recuerdo, y el pasado se acerca, se acerca, hasta volverse real como el presente?
     Hora de anonadamiento, hora milagrosa en que vivimos con tal plenitud que casi no vivimos, que casi nos salimos de nosotros mismos para mezclarnos al enigma cruel y alucinante de la vida universal.
     ...Va avanzando la noche, va alentando y latiendo la noche. Y la noche es sedante, es magnánima, es buena, y me arropa y me aduerme y me arrulla. A su arrullo columbro una camita humilde en un rincón de un cuarto y oigo una voz muy dulce que dice quedamente un sencillo, monótono, inefable cantar. Y es también de la noche, de mi amiga la noche, la ráfaga de ayer, de un ayer ya remoto, en que flotan como aromas nombres de mujer. María, Conchita, Ángela, Micaela, Mercedes, Pepa, Pilarín: palomas adoradas que un instante blanquearon una rama del árbol de mi vida, y en seguida volaron, dejándome en el alma la poesía tan doliente de su adiós. ¡Oh, mi maga, mi musa, mi hermana, mi amante la noche! ¡Qué angustiosa y pesada la vida si no existieras tú! ¡Ven mansamente, delicadamente, a arroparme en tu sombra, a sahumarme en tu ensueño, a curarme en tu bálsamo, a quererme, a mecerme, a dormirme, a cantarme!




VOCABULARIO




  1.Trémula= Palpitante, estremecedora, conmovedora.

  2.Religiosa= Mística, espiritual.

  3.Rumiando= Considerando, meditando, reflexionando.

  4.Anonadamiento= Desconcierto, ofuscación, turbación.

  5.Alentando=  Animando, incitando, estimulando.

  6.Columbro= Que divisa, percibe, vislumbra.

  7.Sahumarme= Aromatizarme, perfumarme. Purificarme.






lunes, 25 de noviembre de 2013

YO ERA UN VIEJO MENDIGO






YO ERA UN VIEJO MENDIGO
(Artículo de 1915)

   Yo era un viejo mendigo...
   Yo era un viejo mendigo que iba por los caminos con la sola impedimenta y compañía de mi mochila y mi bastón.
     Antes, ya hacía tiempo, yo había sido eso que llaman caballero, esto es, una cosa triste, una cosa incolora, inerte, una mezcla abominable de virtudes pequeñas y de minúsculos vicios cobardes y toscos.
     Pero llegó un día en que mi sangre y mis nervios rebeldes brincaron coléricos, y fuí hombre otra vez, y sentí y pensé por mí mismo, en menosprecio y desafío de los cánones sociales... Y rodé y rodé tanto a consecuencia de mi loca resolución de no ser más un ridículo y vacuo monigote social, que no tardaron en venir las alimañas de la miseria. Vinieron las viscosas alimañas de la negra miseria, y se cebaron en mi carne y en mi alma. Y sentí angustia, y pensé en el suicidio. Pero he aquí que de pronto veo claro en la noche de mis pensamientos y me convenzo que era tonto morir cuando me quedaba aún dentro de la vida una nueva y tentadora aventura --la última-- que emprender. "Similia similibus curantur." ¿Padecía de miseria? Pues en la miseria misma había de hallar remedio y olvido.    Y una tarde lluviosa de enero en que todas las cosas se hacían musicales y le cantaban a mi alma ensoñadora vagas melancolías, resolví recobrar mi dignidad perdida, y en un rapto orgulloso de amor a la vida, me llené de humildad, tendí la mano en demanda de una limosna, y abracé para siempre la romántica y noble carrera de mendigo.
     Y ya hace varios años que voy por los caminos sin prisa y sin rumbo, saboreando a diario la enorme y casi terrible voluptuosidad de sentirme, dentro de mis harapos, solo y libre, rey de mis emociones y de mis pensamientos en un mundo en que todo es esclavo. Y desde la cumbre de mi inmensa humildad, miro la vida bajo un aspecto nuevo y amplio y casi sonriente; y cada piedra, cada árbol y cada monte y cada bestia del camino me detienen y me acarician dulcemente, ofreciéndose a mis ojos con indecisos e inefables lineamientos de enigma y de poema.  Y voy andando, andando. Y pasan junto a mí los erguidos señores de la tierra, y yo les miro sin odio y sin amor, pero con pena, con mucha pena de su ceguedad, de su sordera, de su espantable insensibilidad marmórea que les hace fuertes como dioses, pero que también les despoja de todo calor de humanidad, volviéndolos cadáveres antes de haber muerto.
     Y era otra vez una tarde lluviosa de enero, toda melancolía. Y era, en el tierno regazo de la tarde aquella, una lomita verde, suavemente ondulada y amable. Y era sobre el verdor ingenuo de la loma, la visión gris de un bohío campesino... Yo llegué a la casita, y pedí, desde la puerta, un rincón donde guarecerme de la lluvia. Y del interior de la casita salió una voz de plata que me dijo que entrara, y luego una figura de mujer bella y joven se me puso delante. Y pasó entonces por mi alma, como una puñalada, un agudo pesar de no ser caballero y galán como antes. Pero aquella congoja fue breve, y, transcurrido un minuto de contemplación y de tímida charla en el seno de la rústica familia moradora del bohío, volvió a hacerse la paz en mi alma de mendigo, al tiempo que allá fuera la lluvia había callado y se extendía la noche. Siguió la plática a medida que se iban encendiendo las estrellas, y mientras de mis labios de mendigo iba saliendo lentamente la tenue luz crepuscular de la historia de mi vida vagabunda, ensoñadora y mendicante, a los ojos de la muchacha se asomaba de cuando en cuando un resplandor de simpatía. Y yo tuve la pequeña e infinita ventura de dormirme aquella noche pensando que entre el encanto de aquella mujer cuyos ojos me habían amado, y el encanto del viento que zumbaba en la yaguas del bohío, y el encanto lejano de la luna bajo cuyo ensalmo reposaba la verde lomita de silueta ondulada y amable, existía desde la eternidad como un hilo que los enlazaba y como un pacto milagroso de no ser, de no darse plenamente sino al hombre dotado de heroísmo suficiente, no para descubrir tierras ni emancipar pueblos, sino para descubrirse a sí mismo, y dotar a su espíritu, a través de la suprema humildad, del orgullo supremo de sentirse sereno, solo y libre en un mundo de esclavos. Amaneció; me dispuse a salir, y afablemente dije mi adiós a todos. La mano de la niña temblaba levemente al estrechar la mía... y yo me dije a mí mismo que nunca más, nunca más, le haría a mi suerte el imbécil reproche de haber dejado para siempre de ser caballero y galán. Salí al batey. Acaricié al pasar el húmedo y bello hocico de un becerro que por allí triscaba, entregado todavía al alborozo de la mañana, y empecé a caminar mochila al hombro por una vereda que llevaba a un río. Y anda, anda, anda.
     Yo era un viejo mendigo...




                                    VOCABULARIO




  1.Impedimenta= Bagaje que suele llevar la ropa. Mochila.

  2.Incolora= Impersonal, indiferente, insulsa.
   
  3.Inerte= Desidiosa, apática, indolente.

 4.Abominable= Digno de ser aborrecido por malo o perjudicial.

  5.Cánones sociales= Reglas o preceptos, generalmente fijados por las costumbres o los usos.

  6.Vacuo= Superficial, insustancial, trivial.

  7.Monigote= Títere, pelele, fantoche.

  8.Alimañas= Dícese de las cosas malas y perversas que causan gran daño.

  9.Viscosas= Dícese de las cosas pegajosas que  se adhieren a uno.

10.Cebaron= Que se ensañaron con él causándole daño o dolor

11.Similia similibus curantur= Lo semejante con su semejante se cura, un clavo saca otro clavo.

12.Rapto= Impulso, emoción o sentimiento muy intenso.

13.Romántica= Noble de ánimo, sentimental, soñadora.

14.Voluptuosidad= Gozo, placer, deleite.

15.Inefables= Que no se pueden explicar con palabras.

16.Lineamientos= Dícese de los rasgos  o características de las cosas.

17.Enigma= Cosa difícil de comprender.

18.Erguidos= Engreídos, ensoberbecidos, envanecidos.

19.Marmórea= Semejante al mármol en algunas de sus cualidades.

20.Bohío=  Cabaña de América, hecha de madera y ramas, caña o pajas.

21.Mendicante= Que mendiga o pide limosnas.

22.Yaguas= Láminas fibrosas que rodean la parte superior de la palma real y con las cuales se techaban las chozas de los indios y de los campesinos.

23.Ensalmo= Hechizo, encanto, seducción

24.Triscaba= Jugueteaba, retozaba, correteaba.





viernes, 22 de noviembre de 2013

CLEOPATRA






CLEOPATRA
(Artículo de 1915)

     Conocí a Cleopatra en un banco del conocido "Liceo de Mayaguez", el famoso colegio que dirigía con tanto acierto don Francisco Vincenti y Polanco.
     Me es grato recordar a mi profesor de historia don Tomás Vera, el hombre más bonachón y más simpático que ha venido a este mundo. Don Tomás Vera, con todo y tener que habérselas en clase con un batallón de demonios de todos tamaños y edades, tenía la rara sabiduría de no enfadarse nunca, y era tan hondo y tan sólido su conocimiento del corazón humano, que le gustaban más los muchachos desaplicados y perversos que aquellos de cara de sacristán arrepentido que no rompían un plato. Y era tan bueno y sabía tanto don Tomás Vera, que poseía el exquisito arte de quedarse dormido como un leño cuando más atascado estaba uno en una lección, para librarse él y librarle a uno de esa cosa terrible e idiota que se conocía entonces con el nombre de “mala nota” y cuya inevitable consecuencia era el castigo inquisitorial de “quedarse preso”.
     Don Tomás Vera, adelantándose a sus contemporáneos lo menos en un siglo, no le daba importancia alguna ni a la asignatura que enseñaba, ni a sus tareas, responsabilidad y autoridad de maestro; y sabedor, Dios sabe si por instinto o por reflexión, de que las cosas que se aprenden en la escuela se olvidan enseguida, y de que, en todo caso, es bueno que se olviden para que no estorben en el cerebro, tenía el buen gusto de aburrirse y aburrirnos lo menos posible con sermones y penitencias, y así fue como su hora de clase llegó a ser para nosotros una especie de oasis en el espantable desierto de la vida escolar.
     Pues como iba diciendo: fue allí donde conocí a Cleopatra. Y desde que la conocí, la adoré con toda mi alma. Por mucho que hacía el cursi autor del libro en que estudiábamos historia para afear y ennegrecer su memoria, acusándola, en un estilo detestablemente declamatorio, de toda clase de crímenes, a mí me atraía cada vez más la personalidad de esta mujer singular, la más fuerte, compleja e interesante de cuantas he ido después conociendo en la vida y en los libros.
     Desde luego que no voy a incurrir en la insoportable pedantería de salir ahora relatando campanudamente su vida y milagros. Me basta decir que la impresión que me hizo entonces, cuando estaba yo aún en la baba de mis primeros entusiasmos, no se ha borrado todavía, a pesar de que casi soy un viejo.
     Y sigo amándola, con un amor contemplativo, y mudo, y melancólico; y cuando la noche tiende sobre el mundo su suave manto negro de princesa enlutada y romántica, siento que hacia ella se vuelven mis ojos, y la veo tan mimosa y tan brava, tan sabia y tan ingenua, tan voluptuosa y tan austera, tan cruel y tan dulce, tan leona y tan paloma, tan escéptica y tan jugosa de curiosidad y de pasión, tan firme y tan cambiante, tan suave y tan bella y tan vibrante de carne y de alma; tan santa, tan demonio, tan infame, tan noble, tan mujer, tan diosa... que no comprendo cómo el nombre y el culto de esta inmensa mujer, única que ha sabido ser reina en el mundo, no se ha extendido ya triunfante por toda la tierra.
     ¡Qué gran momento el momento de la historia en que se cruzan, como dos puñales, las miradas sabias de esta Cleopatra y de aquel Julio César!
     ¡Y qué triste pensar en la distancia que hay, de la mujer, a aquella mujer, y del hombre, a aquel hombre!




VOCABULARIO


 

  1.Mayaguez= Tercera ciudad en importancia de la isla de Puerto Rico.

  2.Habérselas= Disputar o contender con alguien.

 3.Hondo= Intenso, pleno, completo.

4.Sólido= Categórico, arraigado, concluyente.

 5.Cara de sacristán arrepentido= Aparentando sumisión o docilidad.

6.Castigo inquisitorial= Dícese de los procedimientos  parecidos a los del tribunal de la Iglesia Católica que en la Edad Media castigaba cruelmente los delitos contra la fe.

7.Oasis= Refugio, descanso en las penalidades de la vida.  

 8.Cursi= Se dice de un escritor cuando en vano pretende mostrar sentimientos elevados.

  9.Declamatorio= Se dice del estilo que se emplea para suplir con lo enfático y exagerado de la expresión la falta de ideas capaces de acalorar el ánimo.

10.Campanudamente= Se dice del lenguaje hinchado o afectado.

11.Mimosa= Delicada, sensible, tierna.






                       

martes, 19 de noviembre de 2013

El Buey Mogolla






El Buey Mogolla
(Artículo del 5 de julio de 1915)



      Mi tía Celia era una linda chiquilla de nueve años en la misma época ya lejana en que yo era un abominable estafermo de siete. Ella era inquieta, charlatana, emprendedora, saltarina, ciclónica; y yo era para ella una mezcla de admirador, imitador, servil escudero y sirviente. Los dos éramos unos salvajes que teníamos en constante sobresalto a mi abuela; pero, mientras ella saltaba zanjas y trepaba a los árboles con gracia y facilidad extraordinarias, yo, pobre mezcla de admirador, imitador, escudero y lacayo, me rompía y me volvía a romper con estoica resignación las griegas narices cada vez que ensayaba la copia literal de una de sus proezas. 
     Y sucedió que en nuestra casa habitaba un extraño animal que se llamaba el buey Mogolla. Este mi inolvidable y bien amado buey Mogolla se llamaba así, porque, enfermo y huérfano desde pocos días después de nacer, fue recogido en casa de mis abuelos y criado y mimado de tal modo, que, desde su más tierna infancia, se acostumbró a comer de todo como si hubiera sido un ser humano. La comida que más le gustaba era una mogolla o mezcla de toda clase de viandas del país, la que generalmente se le servía en el hueco de una canoa.
     Pues bien; un día en que, de regreso de una arriesgada excursión al lugar hermético y sagrado donde mi abuela cultivaba, con un cuidado casi religioso, sus lechugas, y repollos, rábanos y demás preciosas hortalizas (excursión que culminó en una victoriosa y total destrucción de cuanto allí encontramos), aconteció que a mi respetable señora tía le dió de repente con obsequiarme con una espléndida comida. Y como no hubo jamás escudero de caballero o dama andante (o saltante) que no fuera goloso, a mí se me hizo la boca agua, y lleno de entusiasmo, me preparé a ayudar a mi tía. Robamos a la cocinera, como Dios nos dió a entender, todo el arroz y el bacalao necesario, y nos fuimos al fondo de una vieja canoa que había en el batey, a hacer fuego, y a hervir agua, y a realizar, con un gran silencio y un gran recogimiento espiritual, todos los actos necesarios para la confección del sabroso condumio conocido con el nombre sonoro y evocador de "arroz con bacalao". El fuego se encendía y se volvía a apagar, y el agua no hervía, y los granos de arroz esperaban, pero las dificultades nada significaban en el heroico ánimo de mi tía, y por fin -¡por fin!- ante los ojos conmovidos de la dama saltante y su fiel escudero estaba ya para surgir el ensueño realizado en forma de una latita sucia conteniendo el guisado de un arroz con bacalao sin manteca, deliciosamente salpicado de negrúzcas partículas de tierra. Yo me sentía feliz hasta los mismos tuétanos y alargaba ya la temblorosa y agradecida mano en dirección del plato, cuando veo de pronto que la latita se le cae de las manos a mi intrépida tía, y que a ésta se le pone la cara intensamente pálida, al mismo tiempo que sale de su garganta un penetrante grito. Lleno de espanto trato de incorporarme para echar a correr... y, ¡ay!, ¡ay!, ¡ay!, por encima de nosotros vi yo balanceándose a un lado y a otro la espantable catadura de un horrible monstruo, tal como jamás lo había soñado. Un hocico desmesurado, dos enormes ojos negros que a mí me pareció que llameaban; y, coronando la feroz cabeza, dos asesinos cuernos infernales. Helados de espanto, mezclamos nuestros gritos, mientras que el monstruo, sacando de la desmesurada bocaza una lengua inaudita, empezó a lamernos la cara como preparándose a devorarnos.
     Y fue tal el susto de la dama saltante y de su fiel escudero, que acabamos por perder el conocimiento, y cuando acudieron en nuestro socorro éramos ya como dos cadáveres que el manso, amable y casi humano buey Mogolla contemplaba y lamía de cuando en cuando melancólicamente.
     Y pasaron y pasaron los años, y de las figuras de aquel cuadro infantil no queda ya en el mundo más que una. Una que ha caminado tanto y tanto que ya siente cansancio y ganas de llegar. De llegar, para volverse sombra y trocarse en recuerdo, y llevar a otras almas la misma onda lejana de música triste que hoy solloza en mi alma ante las sombras tan lejanas, tan ingenuas, tan amadas, tan dolientes, tan irreales, del manso y casi humano buey Mogolla y de mi linda y adorada tía.



Vocabulario





  1.Mogolla= Mezcla de diferentes elementos.

 2.Estafermo= Persona como embobada y sin acción. Pelele, monigote.

  3.Lacayo= Sirviente, criado, peón.

  4.Estoica= Fortaleza y serenidad ante la desgracia.

  5.Griegas narices= Nariz que ofrece un perfil continuo con la frente.

  6.Copia literal= Que reproduce con exactitud lo que se ha hecho.

  7.Canoa= Especie de cajón más largo que ancho que sirve para dar de comer a los animales de la finca.

  8.Hermético= Cercado, encerrado, vallado.

  9.Goloso= Aficionado a andar comiendo.

10.Batey= Palabra de origen caribe. En las Antillas es sinónimo de patio.

11.Condumio= Cualquier cosa guisada y, por extensión, comida.

12.Hasta los mismos tuétanos= Hasta lo más íntimo y profundo.

13.Catadura= Facha, apariencia, aspecto.

14.Inaudita= Asombrosa, increíble, inconcebible.





viernes, 15 de noviembre de 2013

ÑA SAYO






ÑA SAYO
(Artículo de 1915) 

     Como ha estado lloviendo tanto en estos días, y no hay nada tan dulcemente evocador como la lluvia, yo he soltado mi espíritu y le he dejado en paz. Y sintiéndose suelto y en paz, mi pobre espíritu, como un viejo caballo harto de caminar, se ha ido a tender tranquilamente entre las húmedas y humildes florecitas silvestres de mis primeros recuerdos de niño.
     Y una de las visiones que ha venido, de las primeras, a ponerse delante de mis ojos, es la de un personaje de mi mundo de niño que se llamaba Ña Sayo. El otro día yo hablé de Mageño. Hoy quiero hablar también alguna cosa de la buena vieja, amiga de mamá, que lavaba la ropa en casa.
     No voy a contar nada extraordinario de Ña Sayo. Sólo voy a decir cosas pequeñas y vulgares. De esas cosas pequeñitas y vulgares de cuyo encadenamiento se va formando poco a poco, esta pequeña y vulgar cosa extraordinaria que llamamos la vida.
     Empiezo por declarar que desde que abrí los hermosos ojos a la luz embustera de este mundo, me topé con la larga, enjuta, arrugada y canosa figura de Ña Sayo, que fue, según creo, la persona que tuvo a su cargo la gloriosa misión histórica de lavarme los primeros paños. Yo le profesé enseguida una gran inclinación, porque ella era, entre todas las mujeres de mi casa, la que chillaba más al hablar. Mamá y ella sostenían a menudo acaloradas y trascendentales disputas sobre sus chapucerías de lavandera, y a mí me parecía que se acababa el mundo cuando hacía explosión y se quedaba con toda la casa la voz indignada de Ña Sayo. Estas fueron las primeras disputas humanas de que fui testigo, y debo confesar que, entre aquellas de Ña Sayo y mamá, que versaban sobre la ropa sucia, y las que hombres eminentes han sostenido luego ante mí -en el foro, en la prensa y en la cámara- sobre grandes asuntos políticos, económicos y sociales, me parecían y siguen pareciéndome más interesantes, sustanciosas y pintorescas las controversias de Ña Sayo y mamá.
     No se tome esto como alarde sarcástico de un escéptico. Es que en las disputas acaloradas de Ña Sayo y mamá, no se echaba mano -como entre los hombres eminentes- de engorrosas e imbéciles retóricas, ni había gestos y actitudes entonadas y estudiadas, ni se decían esas pedantescas, manoseadas y redondas frases de relumbrón de que tanto abusan las eminencias políticas de dentro y fuera del país.
     “Esta camisa, o este pantalón, o este calzoncillo, etc., no ha visto el jabón, y esto es un abuso de su parte, Ña Sayo, y usted demasiado sabe que cualquiera otra lavandera lo haría mejor, y yo voy a tomar una resolución...”, solía decir mamá. Oyendo lo cual, a Ña Sayo se le subía la sangre a la cabeza y daba un desaforado chillido y rompía a hablar. ¡Y quién me iba a decir entonces que esos discursos de Ña Sayo eran piezas oratorias de lo más selecto que estaba yo destinado a oír! Y era que en lo que decía ella había espontaneidad, y había sencillez, y había el colorido y el perfume naturales de un temperamento; y era que ni en su dicción ni en su más ínfimo ademán se descubría esa cursi afectación almidonada que echa a perder los más de los grandes discursos que luego he oído; y era, en fin, que en aquellos discursos, con todo y ser los de una pobresita lavandera, brillaban las cualidades excelsas de la buena oratoria, que no son otras que las que llevo enumeradas. ¡Oh, medias, calzoncillos, enaguas y pantalones, que sirvieron de fondo a las oraciones de Ña Sayo, obras de un arte oratorio, sabio y exquisito que todavía nadie ha sabido cultivar en Puerto Rico, tierra más que ninguna otra castigada por una campanuda, artificiosa, cursi, ramplona e insoportable garrulería!
     Pero está lloviendo, y mientras llueve, déjenme recordar que Ña Sayo lavaba en el Río Grande de Jayuya, junto a una gran piedra sobre la cual tendía un bambú principesco el finísimo encaje de su sombra. Y déjenme contarles que yo iba allí casi todos los días con Ña Sayo. Y mientras ella enjabonaba y lavoteaba, dándole fuertes golpes a la ropa sobre la piedra, yo, tendido cerca de ella, admiraba en silencio sus piernas (primeros misterios de un cuerpo de mujer que me pasaban por delante), y le daba conversación, y la buena vieja me contaba unos cuentos que me seducían, y entre el plácido rumor de las aguas y la voz de Ña Sayo, yo me quedaba bobo bajo la caricia inefable de aquel zumbido monótono y lento... y allá en lo hondo del alma sentía esbozarse, tímido, el capullo de mi primer amor.
     Vieja, pobre y humilde Ña Sayo: hoy, desde su pupitre, un hombresito gordo y calvo que te acompañó en el río hace ya mucho tiempo y que fue tu amiguito, te dice adiós; y al decirte ese adiós se ha conmovido tanto, y se ha sentido tan triste y tan viejo y tan miedoso de la vida, que se ha puesto a llorar...





VOCABULARIO





  1.Ña= Forma reducida de doña.

  2.Enjuta= Delgada, muy flaca, de pocas carnes.

  3.Chapucerías= Obras hechas sin cuidado ni perfección.

  4.Explosión= Manifestación violenta de ciertos afectos del ánimo.

  5.Pintorescas= Dícese de las cosas curiosas, atractivas, expresivas.

  6.Alarde sarcástico= Que indica, denota o implica burla o ironía.

  7.Escéptico= Que no cree o finge no creer en determinadas cosas.

  8.Engorrosas= Pesadas, cargantes, fastidiosas.

  9.Retóricas= Argumentos y lenguaje pomposo y rebuscado y/o razones que no son del caso.

10.Entonadas= Apropiadas, convenientes, oportunas.

11.Pedantescas= Que presumen de su sabiduría.

12.Manoseadas= Que han sido usadas repetidamente.

13.Redondas= Evidentes, manifiestas, palpables.

14.Relumbrón= De apariencia deslumbrante, pero de escaso valor.

15.Desaforado= Iracundo, colérico, rabioso.

16.Colorido= Carácter peculiar de algo.

17.Perfume= Esencia, naturaleza, cualidad.

18.Cursi= Que con apariencia de elegancia es ridículo y de mal gusto.

19.Afectación= Falta de naturalidad en la manera de hablar, de escribir, etc.

20.Almidonada= Dícese de las cosas compuestas con excesiva pulcritud.

21.Campanuda= Altisonante, pomposa, ostentosa.

22.Artificiosa= Rebuscada, estudiada, fingida.

23.Ramplona= Inculta, vulgar, chabacana.

24.Garrulería= Verborrea, charlatanería, palabrería.

25.Inefable= Que no se puede explicar con palabras.

26.Esbozarse= Que surge, nace o se perfila.

27.Tímido= Apocado, cohibido, vacilante.






sábado, 9 de noviembre de 2013

MAGEÑO






MAGEÑO
 (Fragmento del artículo de1915 Mageño)

     Yo iba en mi flocho camino arriba, por el que conduce de Ponce a Jayuya, y hacía un rato que platicaba con Mageño, el peón de mi casa que me acompañaba. Mageño era un negrito viejo que servía hacía tiempo en casa, y este Mageño hablaba poco y mal, porque apenas se le entendía, pero así y todo resultaba un agradable compañero.
     Yo no sé qué temperamento predominaba en Mageño: si el poético o el filosófico, pero lo que sí sé decir es que no era un ente vulgar y que jamás aburría ni empalagaba como tantos hombres ilustres que he conocido. Yo le quería mucho, porque, en dándole unos centavos para hacer parada en cada ventorrillo del camino y echarse al coleto un buen trago, me dejaba entretener en lo que yo quisiera, y no se preocupaba de si llegábamos o no llegábamos al término del viaje. Esta blanda condición de Mageño no la apreciaba yo bastante todavía, porque aún no había tenido ocasión de pesar, comparar  y juzgar a los hombres, pero ahora que me doy cuenta de que aquella su propensión a hacer más caso de mí, un simple muchacho que iba para el colegio, que de papá, su principal, quien le daba instrucciones precisas y severas concernientes al cuidado y vigilancia de mi persona, era cosa extraordinaria que le daba derecho a una honda admiración. Preferir someterse a los caprichos de un muchacho, antes que a los mandatos del señor padre del muchacho que le podía castigar y reventar, acusaba una personalidad tan firme, tan independiente y simpática, que estoy por decir que el primer grande hombre que me eché a la cara en este mundo fue aquel negrito viejo, medio poeta y medio filósofo, que servía en mi casa y solía acompañarme en mis viajes.
     Mageño sentía profundamente la poesía de los ventorrillos, esos modestos y solitarios ventorrillos que se alzan en las orillas de nuestros caminos, y a cuyo mostrador, lleno de moscas, y de migajas de bacalao, y de olor a cebolla y a ron, es tan grato arrimarse cuando se va de viaje. Al tercero o cuarto ventorrillo que visitábamos, ya Mageño salía de su ensimismamiento habitual, y sus ojos despedían fulgores de inteligencia y de inspiración, y su paso perdía la rigidez pesada de una marcha monótona y larga de peón, para hacerse gracioso y oscilante como un vuelo de guaraguao herido.
     Y al quinto y al séptimo ventorrillo, ya el tambaleo de Mageño era tan pintoresco como el de un barco en alta mar, y de sus ojos fosforescentes salía un chorro de luz de misterio. Y aunque yo no bebía con él, porque he sido siempre, por deficiencias de organización, inepto para los ritos excelsos de Baco; aunque yo no bebía con él, por mis nervios de artista incipiente corría una sensación tal de gozo, de bienestar y también respeto y devoción a la tambaleante figura del noble viejo ebrio, que, muchacho y todo como yo era, y por lo tanto bruto, me rebelaba a creer vituperable y fea la borrachera aquella, y sin saber por qué, me daba cuenta de que aquellos momentos de embriaguez de Mageño eran los más grandes y bellos momentos de su humilde y oscura existencia de bestia de carga.
     Parientes a granel tenía yo que no bebían, ni rompían un plato, y de los cuales todo el mundo me decía bien; y, sin embargo, andando por aquellas soledosas breñas  del camino de Jayuya a Ponce, yo me dije a mí mismo más de una vez, con espanto, que yo llevaba a Mageño borracho más adentro en mi sangre y mi corazón que a todos mis amantes y amados parientes. Mageño olía a ron, es verdad, y andaba sucio, haraposo y descalzo; pero también olía a verdad, a selva, a natualeza, a hombre. A hombre que todavía llevaba mal la albarda odiosa de la disciplina; a hombre en que todavía un sordo instinto salvador se revela a ser máquina.





VOCABULARIO




  1.Ponce= Es el segundo municipio más grande de Puerto Rico tanto  en extensión territorial así como de mayor población fuera de la zona metropolitana de San Juan.

  2.Jayuya= Pequeño pueblo situado en la Cordillera Central en los 18°13′00″N 66°34′00″O.

  3.Flocho= Jamelgo, penco, chongo. Caballo malo, flojo, desgarbado.

  4.Ventorrillo= Pequeño establecimiento comercial generalmente en las afueras de una población.

  5.Coleto=  Interior de una persona.

  6.Echarse al coleto=Comer o beberse algo.

  7.Blanda= Benigna, condescendiente. Benévolo, falto de severidad.

  8.Propensión= Inclinación, tendencia de una persona hacia lo que es de su gusto o naturaleza.

  9.Reventar= Causar gran daño a una persona.

10.Acusaba= Que manifestaba determinadas características.

11.Que me eché a la cara= Que se topó o se encontró con alguien.

12.Poesía= Cierto encanto indefinible que tienen las cosas y que halaga y suspende el ánimo.

13.Fulgores= Destellos, atisbos, indicios, asomos.

14.Guaraguao= Ave rapaz muy abundante en la zona de la Cordillera Central de Puerto Rico.

15.Fosforecentes= Brillantes, resplandecientes.

16.Baco= Es el dios griego del vino.

17.Vituperable= Que merece que se diga mal de ella por viciosa o indigna.

18.A granel= En abundancia.

19.Soledosas= Desiertas, faltas de compañía.

20.Breñas= Tierras quebradas entre peñas y pobladas de maleza.

21.Albarda= Pieza principal del aparejo de las bestias de carga.

22.Sordo= Que no hace caso a las persuaciones, consejos o avisos.

23.Máquina= Persona que ejecuta las acciones sin deliberación, de manera inconsciente.