lunes, 25 de mayo de 2015

UNA CASTA SAGRADA






UNA CASTA SAGRADA
(Artículo de 1916)



     Desde niño estoy oyendo hablar con respeto, casi con veneración, de la clase contribuyente. Esta clase contribuyente, a juicio de muchos, debe ser la más favorecida, la más mimada por las leyes, ya que ella es la que paga los gastos de la administración pública. Ahora mismo nuestros legisladores, mejor dicho, los empingorotados legisladores americanos que legislan por nosotros, legisladores que no ven más allá de sus narices, han decretado que pierden el voto nuestros analfabetos todos; todos, menos aquellos que paguen tres o más dólares de contribución. A estos, así no hayan visto un tintero en su vida, no les alcanza la tiránica expoliación. Estos carecerán de letras, pero no de capacidad; (ya se sabe que la falta de capacidad de los analfabetos es el burdo pretexto). Y no carecerán de capacidad, aunque carezcan de letras, porque pertenecen a la clase sagrada, a la casta sacrosanta de los contribuyentes. Pues bien; cierto certero y malhadado instinto que he tenido siempre de las grandes injusticias sociales, me llevó a preocuparme de estos fueros de que goza en todas partes la clase contribuyente, y de esta preocupación he venido a parar al descubrimiento de que en este punto también es disparatado y maligno el sistema social que nos oprime y descoyunta desde la cuna. ¿Quién le ha dicho a nadie que los que tienen bienes sujetos a contribución son los únicos contribuyentes? Precisamente los más ricos, los que le pagan al Tesoro más, son los que en realidad menos contribuyen. Parece una paradoja, pero es una verdad como un templo: los mayores contribuyentes son los menores contribuyentes. Y no me abra nadie la boca creyendo que he dicho un desatino, porque aquí el único desatino, el desatino mayúsculo y bárbaro lo cometen únicamente los rutinarios, los que juzgan de las cosas por la superficie, los que no se paran jamás ni un minuto a preguntarse en serio si lo que les enseñaron sus padres o sus maestros será o no un nauseabundo disparate, conservado y transmitido con veneración de padres a hijos. ¿Quiénes son, dónde están, cómo se llaman los verdaderos, los únicos, los más grandes contribuyentes? Pues son los pobres, y están en todas partes, pero más en el campo que en la ciudad, y se llaman una veces jíbaros y otras obreros. Y donde quiera que estén y como quiera que se llamen, son ellos los que más contribuyen. Sí, amigo don Juan, amigo don Antonio y amigo don Pedro: aunque cada uno de ustedes tiene, de buena fe, la creencia de que el camino y la calle y la luz y el ferrocarril y la escuela y el acueducto deben ser iniciados por ustedes y para ustedes, por la razón, aparentemente apabullante, de que cada uno de ustedes contribuye con mil, con diez mil, con veinte mil monedas para los gastos públicos, es lo cierto que por debajo de ustedes, muy abajo, está alguien que contribuye más, mucho más que ustedes. Ese alguien, que está tan abajo que ustedes casi no le alcanzan con la vista, anda sucio, desgreñado, descalzo y haraposo; pero, os lo digo otra vez, contribuye mucho más que ustedes. Porque, mientras ustedes contribuyen con dinero, con más o menos dinero, ellos contribuyen con su sudor, con su fatiga; con su espinazo doblado todo el santo día, bajo el furor del sol, sobre la tierra mojada o tostada de ustedes; con su ahinco, con su afán, con su miseria, con su dolor de carecer de todo, con su hambre, con su sed, con su sangre, con su salud, con su fuerza, con su alegría, con su orgullo, con su vida. ¿Creen ustedes que es floja la contribución ésta? Pues ¡ca! vamos a ver ahora mismo quién de ustedes, mis queridos y gordos amigos don Juan, don Antonio y don Pedro, se lanza a la vega con azada en mano y me trabaja al sol, por una sola vez siquiera, durante seis horas. --"Pero es que- me diréis-- es que, aún admitiendo que ellos dan todo eso, es lo cierto que lo dan porque nosotros con nuestro dinero les suministramos el medio de darlo."  Muy bien, muy bien. Ustedes con su dinero son los que les exprimen su sudor: muy bien. Pero ¿qué vale más, el dinero de ustedes o la vida de ellos? Seguro estoy de que sois unas buenas personas; pero más seguro estoy todavía de que en vuestro fuero interno estáis contestándome, con una sonrisita socarrona, que vale más el dinero de ustedes que la vida de ellos. Pero yo os lo vuelvo a preguntar: ¿y quién le hace más falta a quién? ¿Ustedes con su dinero a ellos, o ellos con su trabajo a ustedes? Si ellos, miles y más miles de ellos no hubieran trabajado, ¿tendrían ustedes su dinero? Ahora mismo, que se les castiga por no saber leer ni escribir, si ellos, obedientes a la lección del imbécil castigo, dejan bruscamente el campo o el taller y se vienen todos en tropel al pueblo pidiendo que les enseñen a leer y escribir, ¿a cuántos de ustedes dentro de un  año les quedaría una mísera peseta? ¿No ven ustedes, hombres de Dios, que su empingorotado capital de ustedes no puede subsistir sin ellos, y que ellos, en cambio, sin el capital de ustedes, seguirían teniendo brazos, que es todo cuanto necesitan para vivir?... ¡Ay, mis buenos pero incomprensivos amigos don Juan, don Antonio y don Pedro!...




VOCABULARIO




  1.Empingorotados= Elevados, engreídos, presuntuosos, soberbios.

  2.Expoliación= Despojo, usurpación, privación.

  3.Burdo= Vulgar, ordinario, grosero.

  4.Casta= Clase, condición, categoría.

  5.Malhadado= Desventurado, infortunado, desdichado, desgraciado.

  6.Fueros= Privilegios, exenciones, concesiones.

  7.Descoyunta= Que desquicia, perturba, altera.

  8.Verdad como un templo= Aquella que es evidente o la que se tiene por tal.

 9.Rutinarios= Personas que tienen el hábito de hacer las cosas sin pensarlas.

10.Apabullante= Imponente, formidable, excepcional.

11.Ahinco= Empeño, tesón, fervor, perseverancia.

12.¡Ca!= Interjección negativa de carácter popular que indica sorpresa, disgusto, enfado.

13.Socarrona= Burlona, irónica, sarcástica.






jueves, 14 de mayo de 2015

INGLATERRA Y RUSIA






INGLATERRA Y RUSIA
(Fragmento del artículo de 1915 Inglaterra y Rusia)


     
     Una de las cosas que me han gustado más en esto de la guerra es que sean precisamente Francia, Inglaterra y Rusia las naciones aliadas. Porque, si Francia me parece digna de perdurar en el mundo como gran nación, por el delicioso refinamiento espiritual de que siempre dio muestras, creo también que Inglaterra y Rusia  deben subsistir. ¿Por qué?
     Desde luego que no voy a disertar extensa y brillantemente sobre esta cuestión.  Sé muy poco de asuntos internacionales para poder aspirar a enseñar algo. Pero, a título de mera impresión, afirmo que Inglaterra me parece la nación más capacitada para gobernar pueblos que, después de Roma, hemos podido ver en la ciclópea tarea de fundar y conservar imperios.
     Aquel sutilísimo arte de gobernar colonias que tenía Roma, "apretando sin ahogar" a los pueblos que caían bajo su mano, ambiciosa pero sabia, lo heredó Inglaterra, única nación que ha podido dar al mundo el curioso espectáculo de que a la hora del gran peligro rivalicen en espontánea adhesión a su causa los habitantes de Londres con los hijos del Transvaal, Canadá, Australia e India.
     Yo no simpatizo ni mucho ni poco con el cargante puritanismo inglés. Este puritanismo, cuando es falso, esto es, hipócrita, me indigna; pero cuando es sincero, esto es, feroz, me espanta  y me enferma. ¡Qué lástima que Inglaterra tenga esa llaga odiosa del puritanismo!
     Pero, puritánica y todo, brindo por Inglaterra, cuyo certero instinto político la ha llevado a comprender, antes que nación alguna, que para hacer estable y fecunda una conquista, al dominio del suelo por medio de la fuerza, tiene que seguir inmediatamente, como en el Transvaal, el dominio de las almas, por medio del respeto y la bondad.
     Gracias a esa Inglaterra, a la cual obsequiamos con el motecito cursi de "pérfida Albión", no ha llegado a ser regla universal que la condición de colono sea incompatible con la de persona decente; y aunque no tuviera otro título a la simpatía nuestra que éste de que hablo, con éste solo basta y sobra para que nos sintamos obligados a rezar por ella en esta hora solemne.
     Cuanto a Rusia, lo único que puedo decir es que casi no sé por qué la quiero, pero la quiero de todo corazón. Desde que era muchacho y me enseñaban geografía, tenía para mí un enorme hechizo la parte del mapa europeo en que se destacaba Rusia. Todavía recuerdo que la Rusia del mapa era verde...y era quizás por este color verde, evocador de mis ensoñadores montes de Jayuya, que yo experimentaba una inefable sensación de bienestar cuando mis dedos resbalaban por el mapa buscando a Moscow o al río Niemen. Fui hombre después; llegué a la edad del pavo, y en esta abominable edad del pavo me dio por odiarla, sencillamente porque era una monarquía absoluta y tenía un zar -y yo era cursi. Y ahora que los zares me parecen, por regla general, más interesantes y vistosos que los fastidiosos presidentes de república, he sentido renacer mi antiguo amor por Rusia y a ella también le rezo. La quiero y le rezo, porque a la buena impresión de niño que la Rusia del mapa me hizo, impresión que aún perdura, he tenido luego que agregar impresiones de libros, de libros rusos,que me han encantado.
     Nombres enrevesados y queridos de Turgueneff, Tolstoy, Gorki, Dostoiewsky y Tchekhoff: caed sobre este papel, no para pedantear vilmente con vosotros, sino para que sepan las gentes que es a vosotros a quienes debo el haber gustado el recóndito sabor del alma muy joven y muy vieja, de alma rara, romántica y cálida que hay en el pueblo ruso. Y casi tanto como los escritores rusos me gustan sus músicos, lo poco de su música que conozco, llena de una fuerza de sinceridad y de un fulgor de originalidad poco fácil de hallar en la música selecta de otras naciones.
     Una pena tengo muy grande, y es que en todos los días de mi vida no he tenido ocasión de conocer, ni de lejos ni de cerca, a ninguna hembra rusa. He conocido y amado muchas en los libros, pero ninguna en el mundo, y esto me desespera. Porque, si las de la realidad son como las de los libros, ¡qué espléndido bocado debe ser un bocado de rusa...! No; no permitan los dioses que se pierda Rusia.


 

VOCABULARIO




  
  1.Ciclópea= Gigantesca, extraordinaria, enorme.

  2.Transvaal, Canadá, Australia, India= Antiguas colonias de Inglaterra que pelearon a su lado durante la Primera Guerra Mundial.

  3.Cargante= Fastidioso, insoportable, enojoso.

  4.Llaga= Mal, defecto, tacha.

  5.Puritanismo= Parte radical del protestantismo cuyos dogmas más importantes son: el énfasis en el estudio privado de la Biblia, exclusión de imágenes, velas, etc., guardar como obligatorio un día de la semana y la no celebración de festividades tradicionales.

  6.Pérfida Albión= Expresión utilizada para referirse despectivamente a Inglaterra. Pérfida por su oposición a la fe católica romana y Albión del latín "albus" (blanco) en referencia a los acantilados de Dover, al sur de Inglaterra, de un característico color blanco.

  7.Jayuya= Pequeña población en la Cordillera Central  18°13′00″N 66°34′00″O de la isla de Puerto Rico y cuna de Nemesio R. Canales.

  8. La edad del pavo= La adolescencia.

  9.Cursi= Que con apariencia de elegante es ridículo y de mal gusto.

10.Fastidiosos= Inaguantables, insoportables, desagradables.

11.Enrevesados= Difíciles, complicados, enredados.

12.Espléndido bocado= Se usa para encarecer la excelencia de ciertas cosas que no son de comer.