sábado, 26 de septiembre de 2015

NI IDEALISTA NI POSITIVISTA





NI IDEALISTA NI POSITIVISTA
 (Artículo de 1917)




     No soy idealista ni positivista. No soy idealista, porque no gusto de idealizar las cosas de manera que parezcan lo que no son. Y no soy positivista, porque he visto hace tiempo que los llamados positivistas, a fuerza de desdeñar las musarañas de los idealistas, se pegan tanto de las cosas, de las cosas mirables, tocables y comibles, que acaban por no ver sino aquella parte más superficial, más ramplona, más tosca, transitoria y engañosa de la vida.
     Para los idealistas, el mundo es sólo un pretexto para que se manifieste en todo su esplendor la virtualidad de tal o cual principio, de tal o cual idea.
     Para los positivistas, todo lo que no sea medible o pesable, todo lo que no huela a ciencia, esto es, a anotación y comprobación machacona, enfadosa, pedantesca, limitada y pueril del mero hecho, o sea, del mero fenómeno u orden de fenómenos, es música celestial y sólo merece el desdén más olímpico.
     De modo, que, en mi sentir, unos y otros se equivocan de medio en medio. Iba a decir que los unos por carta de más y los otros por carta de menos, pero, pensándolo mejor, digo que ambos por carta de menos.
     De menos, sí; porque unos y otros achican, empequeñecen el misterio inmenso de la vida y tratan la compleja maraña de lo existente como si de ella se pudiera hacer una bolita y metérsela en el bolsillo. De cartón pintado la bolita de los idealistas, de carne o de piedra la bolita de los positivistas. Para los primeros la bolita es la idea, lo que ellos llaman campanudamente un ideal, un principio, una norma preestablecida de acción. En cambio para los positivistas, la bolita es lo concreto, lo sujeto inmediatamente a experimentación... y a masticación.
     Y lo cierto es que basta un poco de visión serena de las cosas para descubrir que tan disparatada es la idealización sistemática, que saca puerilmente de quicio las cosas y nos las presenta como debieran ser y no como efectivamente son, como la estulta manía positivista de no querer ver más que lo que está a dos dedos del observador. Tan ciego y tan tonto es el que por querer mirar demasiado alto no se da cuenta de lo que tiene a su lado, como el que por no querer mirar más allá de sus propias narices acaba por no ver.
     Soy, pues, realista, esto es, hombre que acepta la vida tal como es, sin adulterarla, sin mixtificarla, sin querer volverla una novela cursi como lo hacen los románticos, ni tampoco un jamón o una máquina como pretenden los positivistas.
     La vida unas veces me araña y me hiere, y otras veces, muy pocas, me arrulla y acaricia, pero siempre es la Vida, esto es, la marejada inmensa, encrespada, convulsa, rugiente y enigmática de la cual soy yo a manera de simple burbuja tornátil, sujeta al ilusorio vaivén del sufrir y el gozar, del vivir y el morir.
     ¿Quién soy yo, mísera burbujita, para hacerle ascos a la marejada de que soy parte y pretender que se vuelva merengue para adaptarla a mi gusto, a mi gusto personal, limitado y mezquino?
     En la marejada estoy, con ella voy fundido en calidad de gota, y aquí hoy y allá mañana, comprendo que mi sino es mirar, y observar, dar mi nota, mi temblor, mi fulgor, en el concierto de la vibración universal. Y tanto cuando el choque con los hombres y las cosas me de la sensación de caricia, como cuando me da la sensación de zarpazo, me repliego y me hundo dentro de mí mismo, y allá dentro, como dentro de un templo, la emoción religiosa del enigma de lo eterno me visita, y con sólo vivir, y con sólo sentirme minúscula parte de un todo infinito, la carga de mi propia existencia se aligera... y en el latido de mi sangre acabo por sorprender y por gozar el eco alucinante del jadeo colosal de lo inconsciente en su pugna incesante por hacerse consciente.
     Y vale más, vale mucho más la impresión fugitiva de este inmenso eco, que el merengue empalagoso de los idealistas o el jamón feo y pesado de los positivistas...
    



VOCABULARIO




1.Idealista=Partidario del sistema filosófico que propone la idea como principio del ser y del conocer, por encima de cualquier consideración práctica.

2.Positivista= Partidario del sistema filosófico que considera que el conocimiento humano sólo puede basarse en los sentidos.

 3.Ramplona= Vulgar, ordinaria, corriente.

 4.Virtualidad= Posibilidad, probabilidad.

 5.Machacona= Reiterativa, insistente, redundante.

 6.Enfadosa= Fastidiosa, molestosa, engorrosa .

 7.Pedantesca= Jactanciosa, presunciosa, petulante.

 8.Pueril= Trivial, fútil, vana, sin importancia.

 9.Carta de más= Se usa para denotar el exceso en lo que se hace o se dice.

10.Carta de menos= Se usa para denotar el defecto en lo que se hace o se dice.

11.Maraña= Enredo, confusión, embrollo.

12.Campanudamente= Pedantescamente, ostentosamente, jactanciosamente.

13.Estulta= Necia, tonta, idiota.

14.Realista= Partidario de la doctrina filosófica según la cual la realidad existe tal como es aparte e independientemente de la conciencia.

15.Adulterarla= Falsificarla, falsearla, tergiversarla.

16.Mixtificarla= Adulterarla, desvirtuarla, deformarla.

17.Novela cursi= Se dice de las obras cuando en vano pretenden mostrar refinamiento o sentimientos elevados.

18.Románticos= Idealistas.

19.Hacerle ascos= Desprecio poco justificado de algo.

20.Mezquino= Pequeño, diminuto.





domingo, 20 de septiembre de 2015

REPLICA A UNA CARTA DE A. PEREZ PIERRET






REPLICA A UNA CARTA DE A. PEREZ PIERRET
(Fragmento del artículo de 1917 Réplica a una Carta de A. Pérez Pierret)

                                                                                            
                                                            Noviembre 2 de 1917
                                                            New York                    

"Sr, D. Nemesio R. Canales,
San Juan, P.R.
Mi querido amigo:
     Ya te irás enterando que ví más claro que Guerra lo del desastre en Europa. Detrás de los cañones hay dos civilizaciones que luchan, y es natural que venza la que la necesidad ha hecho más sabia. En la nueva orientación el individualismo desaparece y queda el colectivismo, es decir, el socialismo derivado del imperialismo, después de desaparecer el imperialismo, pero quedando la base de la concentración en la unidad. Es el sistema planetario, en el que desaparecen los universales, y la división del trabajo sustituye a la originalidad."
     "En un principio tendremos el Centro en el Estado, en la Nación, pero más tarde se desintegrará el Todo dentro de la unidad de la civilización y quedará el Centro en el municipio, planetas girando alrededor de un parlamento de la Humanidad, Centro superior del sistema. Los ferrocarriles y los navíos han borrado y borrarán por completo la indumentaria y las costumbres distintas, quedando solamente las pequeñas diferencias de clima y suelo, es decir, han matado el individualismo de la región; los aeroplanos matarán la frontera, es decir, el individualismo de la nación. Todos los hombres pensando lo mismo, todos los hombres vistiendo lo mismo, todos los hombres sintiendo lo mismo, y la poesía a nuestro modo de hombres cerca del mono tendrá que desaparecer y nosotros con ella, porque nuestro sentido estético está fundamentado en la variedad, en la individualidad y el mundo tiende a la unidad, a la colectividad."
     "Tendremos en puerta un mundo negro que no seduce. Sancho ha vencido. Tenemos en puerta la caída de Inglaterra, porque representa la confederación a través de los mares, que es un futuro lejano, y tenemos en puerta la victoria de los Estados Unidos de América y de los Estados Unidos de Europa, porque representa la confederación a través de las fronteras que es el futuro próximo."
     "La libertad individual será restringida bárbaramente para que pueda haber libertad colectiva, y no habrá clases, pero sí escalafones y se pagarán muy caro las monstruosidades, último refugio de la individualidad en decadencia. No tengo que advertirte que la monstruosidad se adquirirá dentro de la división del trabajo, limitándose el plano de acción y de pensamiento hasta tal punto que nadie tendrá la genialidad para la síntesis, perdidos en los detalles del análisis. La síntesis será obra colectiva, de varios. El genio era síntesis de antes, pero en lo futuro no bastará el genio, porque la Humanidad comienza a entrar en la Naturaleza y muy adentro."
     "Te voy a poner un ejemplo. Yo estoy enfermo y voy a ver a los hermanos Mayo. Estos doctores que vislumbran a fuerza de especialismo la civilización del futuro están rodeados de químicos, de patólogos, de bacteriólogos, de electricistas, de manipuladores, de expertos en rayos X. Estos doctores son la oficina central de complicados análisis hechos en una casi perfecta división de trabajo y llegan a la síntesis en virtud del trabajo colectivo anterior que no serían capaces de verificar. El diagnóstico es individual, es desde la cumbre, pero la cumbre ha sido formada previamente. Estos señores doctores por lo tanto no necesitan tener genialidad, lo que necesitan tener es método, pero el resultado es superior a la del médico genio."
     "En lo futuro el trabajo será siempre así. Es el futuro de los hombres de método, es el futuro de los sajones, de los pueblos fríos del norte."
     "Del imperialismo que inventó la aristocracia pasaremos al socialismo que copió la democracia, del trust que inventó el egoismo pasaremos al control de las riquezas por el Estado, que copió la justicia, que es cosa de un instante de vida, y que está sometida, a la supervivencia del más apto, que no es tampoco el mejor, sino el que mejor se acomoda al ambiente de un instante de vida."
                                                            
                                                            Antonio Pérez Pierret                        

                                                                                                                                                           


     Hago traición a mi querido amigo trayendo aquí los párrafos de la carta que preceden, porque, en mi afán de acumular cosas interesantes en mi periódico, no he podido sustraerme a la tentación de ofrecer a los lectores inteligentes el copioso raudal de ideas que, burla burlando, en carta escrita al correr de la maquinilla, fluye del cerebro agilísimo de Antonio Pérez Pierret. Y además... he querido valerme de la ocasión para propinar impunemente al fraternal compañero ausente unos cuantos garrotazos que merece por las brillantes, por las geniales barbaridades que se complace en endilgarme.
     ¿Quién le ha dicho a usted... quién te ha dicho a tí, mi insensato amigo, que el mundo camina a la ruina de las fuertes individualidades y al apagamiento definitivo del misterioso foco mental sintético del genio? Si es al revés, si es todo lo contrario, si es a través de la multiplicación de las especialidades --unos hombres haciendo ésto, otros aquello, y otros lo de más allá-- es como más facilidades tendrá el instinto creador del genio para abarcar el conjunto, la colección completa de los detalles, de las especificaciones múltiples hechas por el enjambre humano, y remontarse desde ellas a las grandes, luminosas y fecundas concepciones. Antes, cuando la división del trabajo estaba todavía en ciernes, los genios, los videntes, tenían doble labor; la labor paciente, impropia de ellos, de irse enterando, de pasar primero por sobre un maremagnum de pesados materiales de pura información, para luego atreverse a generalizar, a echar la red en el mar de lo ignoto y robarle al misterio una realidad más. Mientras que hoy la multiplicidad y diversidad crecientes de los que exploran lo obvio, lo sujeto a comprobación inmediata, releva al genio de la cachazuda búsqueda y de la asimilación enfadosa de este amontonamiento de cosas menudas de segunda mano, pues le suministra hecho el estudio o averiguación que antes tenía que hacer él mismo, y le deja las alas completamente sueltas para volar.
     Y no es que yo niegue, mi queridísimo pero maromerísimo amigo, no es que yo niegue que vamos marchando, más a prisa de lo que les parece a muchos, a ese colectivismo social y total, y fatal, de que hablas. Al contrario, yo espero, y creo, que cada cañonazo que se dispara en Europa es un salto hacia ese nuevo tipo de mecanismo social. Pero en ese colectivismo no veo el triunfo de la mediocridad, y la horrenda nivelación y uniformidad de valores que nos pinta mi amigo, sino, muy al contrario, de ese colectivismo, de orden político y económico, pienso que ha de salir la libertad que no tenemos hoy, y donde quiera que hay libertad hay individualidad. Lo que se nos va a nivelar es el estómago, para que no estén unos pocos ahítos --como tú-- mientras otros, por carecer de todo --como yo-- acaban por no soñar en otra cosa que en el hallazgo de un hueso que roer.
     Eso es lo que sucederá: todos tendremos igualdad de medios de allegar comida; todos tendremos igualdad de medios de expresión política--y gracias a este acuartelamiento general de estómagos y de votos, dejaremos de ser las sabandijas esclavas y hambrientas de hoy, para ser hombres de veras y diversificarnos e individualizarnos hasta más no poder. Colectivismo, para trabajar, para repartirnos por iguales partes las faenas conducentes al aseguramiento de una producción constante y copiosa que llegue a todas partes, de igual manera que hoy nos repartimos los dolores y peligros de la guerra. Pero ¿hemos de ser mañana, por el trabajo de todos a beneficio de todos, menos libres que hoy, en que la tarea está tan torpemente y tan horrendamente repartida que a un lado está el ejército inmenso de los que trabajan sin descanso y al otro lado el grupo, la docena de parásitos privilegiados a cuyas manos va a parar todo el beneficio de la labor acumulada del inmenso ejército de parias?
     "Todos los hombres pensando lo mismo, todos los hombres vistiendo lo mismo, todos los hombres hablando lo mismo, todos los hombres sintiendo lo mismo, y la poesía a nuestro modo de hombres cerca del mono tendrá que desaparecer y nosotros con ella, porque nuestro sentido estético está fundamentado en la variedad, en la individualidad, y el mundo tiende a la unidad, a la colectividad." Eso dices, bárbaro, como quien no dice nada, y a mi me falta tiempo para salirte al camino a gritarte que mientes; MIENTES, sí, mi fraternal amigo, como un vil villano que hay siempre dentro de todo mecanismo humano, por selecto y complicado que sea, que se abandona al moho de la inacción. No haces nada, no te inquietas por nada; estás rico, estás gordo, y entretienes los tedios de tu saciedad, de tu esterilidad, fabricando esos absurdos monstruos de la imaginación, de una potente imaginación sacada de quicio por una superalimentación.
     Mientes, sí; ¿qué mayor concentración de fuerzas y especialización de funciones que las que vemos perennemente en la naturaleza? Y, sin embargo, ¿dónde encontrar, cómo concebir una más maravillosa diversidad y deferenciación de tipos, dentro de cada género, de cada especie y de cada familia, que en la misma naturaleza, en el seno de la cual no encontraremos nunca dos rostros humanos iguales y donde hasta las manos tienen una fisonomía especial y distinta, no ya de especie a especie, sino de individuo a individuo? ¡Qué disparate! Si es ahora, ahora que tan cerca estamos del colectivismo ese con que sueñas, que más relucen y deslumbran y se imponen las fuertes unidades, los tipos selectos para la acción o para el pensamiento.
     "Tenemos en puerta", dices, "un mundo negro que no me seduce. Sancho ha vencido." Mentira. Ni tenemos en puerta un mundo más negro, sino más claro, muchísimo más claro que el anterior, ni Sancho ha vencido, sino que está siendo acorralado diariamente. ¡Qué va, hombre de Dios, qué va a vencer Sancho, si Sancho es el hidrópico y elefántico vientre del señor feudal de hoy, y este señor está expirando!
     "La libertad individual será restringida bárbaramente para que pueda haber libertad colectiva..." Mentira otra vez. No tiene que restringirse nada para buscar libertad colectiva, por la sencilla razón de que la libertad colectiva ya la hay. Las naciones, salvo aquellas pequeñas que están intervenidas, son hoy independientes, soberanas, completamente libres. ¿A qué, pues, salir a buscar lo que ya se tiene? Lo otro, lo de la libertad individual es lo que falta hoy, a causa de la esclavitud proletaria del mayor número, y eso es lo que se buscará, y eso es lo que vendrá por mediación del socialismo. ¿Tu no eres socialista, amigo mío?  ¿No crees, no admites en tu carta, al referirte al socialismo, que le ves venir? Pues precisamente viene a socializar la riqueza o sea, a librarnos a todos, a los ricos y a los pobres, de la bárbara presión de la riqueza, y una vez emancipados de esa opresión, ya no habrá trabas para el desenvolvimiento de la personalidad de cada cual..
     Y termino. Ya ésto va largo. Ya ves como he convertido tu carta en materia periodística. De tu carne adiposa y estéril de desocupado y de saciado, he cortado una rebanada y me la he comido. Sé que eres comprensivo y que te alegrarás de la paliza de realista que le he dado a tu fofo pesimismo de parásito. De parásito consciente que le busca disculpas a su fuga de toda aviación en zonas superiores, para fingirse cómodo y a gusto en la modorra ahita, plebeya y resoplante, de un vulgar Falstaff.




VOCABULARIO




  1.A. Pérez Pierret= Antonio Pérez Pierret (1885-1937)= Abogado y literato puertorriqueño; una de las figuras de más alto relieve artístico del movimiento modernista hispanoamericano. Fue uno de los amigos íntimos de Nemesio R. Canales.

  2.Guerra= Miguel Guerra Mondragón (1880-1947)= Abogado, político y literato. Fue, junto a Nemesio R. Canales, miembro de la Cámara de Delegados. Junto a Nemesio y Luis Lloréns Torres funda la Revista de las Antillas, baluarte del movimiento modernista en la isla.

  3.En puerta= En puertas= A punto de ocurrir.

  4.Burla burlando= Disimuladamente o como quien no quiere la cosa.

  5.En ciernes= Estar en sus principios.

  6.Ignoto= No conocido ni descubierto.

  7.Cachazuda= Se dice de las cosas muy lentas.

  8.Fatal= Inevitable.

  9.Ahítos= Saciados, hartos.

10.Parias= Personas excluidas de las ventajas de que gozan las demás por ser consideradas inferiores.

11.Moho= Hallarse ocioso o parado.

12.Adiposa= Llena de grasa o gordura.

13.Fofo= Insustancial, fútil, vacuo.

14.Modorra= Aturdimiento, adormecimiento, insensibilidad.

15.Falstaff= John Falstaff= Personaje de ficción creado por William Shakespeare mezcla de cómico y bribón.






     

martes, 8 de septiembre de 2015

VISLUMBRES DEL ENIGMA






VISLUMBRES DEL ENIGMA
(Artículo de 1918 continuación de ¿PODEMOS SER FELICES?)



     
     Al llegar a este punto de lo que debe ser nuestra vida, me doy cuenta de que insensiblemente he llegado hasta tocar el cogollo del más arduo e inmenso de los problemas humanos, y tiemblo de espanto. Dar nada menos que una pauta, que una fórmula precisa y definitiva sobre el rumbo que debemos tratar de imprimirle a nuestra vida es como ofrendarle de una vez a la humanidad una síntesis, un extracto de todas las filosofías. Y como ni soñar puedo en tal obra, me apresuro a repetir que no emprendí esta pequeña y sencilla exposición de mis puntos de vista con ínfulas doctorales, sino puramente como un espectador que ha ido al teatro, no para dormirse, sino para observar, para asomarse, todo curiosidad y simpatía, a lo que está pasando en escena... y ahora prorrumpir en un aplauso, y luego en una exclamación de disgusto o de horror, y después permitirse tímidamente un comentario y en todo tiempo mantenerse despierto y alerta para no perder ni un solo detalle importante de la acción central. No son, pues, conclusiones y sistemas los que voy a formular. Son impresiones, pero impresiones de un espectador que, ni se ha puesto a dormir y a roncar, ni se ha quedado alejado e indiferente.
     Pero, basta de preámbulos, y vamos a la cuestión. La cuestión es ésta: ¿qué buscar, qué hacer, qué orientación imprimirle a la vida? 
     Empiezo por opinar que lo primero que debemos tratar de eliminar totalmente de nuestras costumbres es ese sentido de permanencia, de estabilidad, de duración, que la mayor parte de las gentes le dan a la vida. "En la playa, pronto a zarpar, y desnudo, como los hijos de la mar". Así dice un gran poeta español, Antonio Machado. La frase vale, ella sola, por muchos tomos de sabia y enmarañada filosofía.
     En efecto, puesto que la vida es inestable, fugaz, casi tan imprecisa y tornátil como el humo, ¿a qué conduce ese absurdo empeño de instalarnos dentro de ella, no como quién está de paso y sin fecha de salida, sino como quién está muy seguro de quedarse para siempre?
     La casa recia, de ladrillo, hecha como para burlarse del tiempo; dentro de la casa los muebles, fuertes, duros, tan eternos como la casa; y fuera de la casa, el esfuerzo continuo, perseverante, para conquistarnos posiciones tan sólidas, tan altas, que duren siglos. Resultando de todo ello, que, a fuerza de labrar la jaula y de buscarle el más sólido y encumbrado acomodo, no tenemos tiempo para nada más: para mirarnos, para sentirnos y hallarnos y cultivarnos nosotros mismos.
     De ahí viene que, a medida que hemos ido acumulando más cosas, más éxitos fuera de nosotros, nos hemos ido empobreciendo y empequeñeciendo más y más nosotros mismos, como personas, como tipos humanos. Hemos trabajado hasta reventar por lo externo, por la casa, por los muebles, por la posición, pero nada hemos hecho por nosotros. Nuestra curiosidad, nuestra gran curiosidad ante el espectáculo del mundo se quedó insaciada, nuestros afectos durmieron, nuestras células cerebrales no vibraron... y el moho nos consumió y todo nuestro mecanismo quedó, por la inacción, atrofiado y perdido en sus órganos más nobles y esenciales, tales como el corazón y el cerebro. Es como si un pájaro, por obstinarse en hacerse de un seguro e indestructible asilo, se pasase la vida en la tarea de construirlo. Habría nido, quizás, algún día, pero el pájaro, por no haber volado, por no haber trinado, por no haber amado, por no haber respondido a sus instintos, estaría ya atrofiado e insensibilizado de tal modo que más que para el nido serviría para el reposo de la muerte. ¡Amigos! puesto que no nos podemos pasar sin ésto y sin aquello, cosas necesarias pero secundarias, laboremos por ésto y por aquello; pero, puesto que nos vamos, labremos de prisa y corriendo estructuras ligeras, sencillas y efímeras como nosotros mismos, y adelante, que el tiempo es corto y las cosas por pensar y por sentir y por probar muchísimas.
     Ya libres del fardo pesadísimo de preocupaciones que arropan y sofocan nuestra verdadera alma; ya hechos a mirarnos a nosotros mismos como a simples caminantes, marchemos sin miedo, sin cogernos pena, alegremente, con los ojos tan abiertos, tan llenos de curiosa simpatía hacia las cosas que contemplan, como los de una tropa de soldados jóvenes y sanos que, sabedora de que marcha al encuentro de una muerte cierta en las garras de un enemigo diez veces superior, pone en su mirada la cálida fulguración que es a la vez saludo y despedida.
     Pero ¿y la felicidad? ¿acaso vale la pena vivir cuando se ha renunciado a ella? --oigo que me interrogan. Sí, vale la pena. Prueba de ello es que todos, de Shopenhauer para abajo, hemos vivido sin gran ilusión de ella. Ni es la felicidad condición esencial de la vida, porque si así fuera no existiríamos, ya que ella no existe; ni la esperanza de alcanzarla es la que nos mantiene, como piensan muchos, en la senda y marchando; porque, si así fuera, a mayor ancianidad, mayor amortiguamiento de esperanza, mayor deseo de no vivir, de extinguirse, de no ser, y la experiencia nos está todos los días demostrando que los viejos se agarran a su desmayada vida con más furor, si cabe, que los jóvenes.
     No hay más remedio, pues, que reconocer que el resorte oculto que nos mueve, que la aspiración recóndita, subconsciente, que late en todo ser humano, es cosa muy distinta y muy distante del deseo, de la visión próxima o remota de la felicidad. Pero ¿con qué palabra expresar esa inefable, esa profunda ansia de vivir, de perdurar, de quedarnos hasta el sol de mañana, y así, de día en día, perpetuarnos en este lugar de lucha y sufrimiento y tedio que llamamos mundo?
     Después de pensar mucho sobre el punto, ninguna palabra me parece más propia que ésta: expresión. Sí; vivimos y queremos vivir a todo trance, porque nos urge expresarnos, realizarnos, porque somos a manera de una cinta cinematográfica enrollada que desea, que necesita desenrollarse, mostrarse, fijarse en obras de acción o de pensamiento. Somos una condensación de la masa cósmica universal, condensación que en cada individuo se tiñe de un color, de un matiz, de una luz especial, y aspiramos a vivir, porque aspiramos a arder hasta el fin, quemar hasta el fin todo el gas de misterio, todo el fluido de infinito que hemos recibido. No hay más que seguir la evolución de la Vida, desde el mineral hasta el hombre: continuamente, incesantemente, la vida va fabricando, va sacando de las tinieblas, seres, formas, organismos cada vez más complejos, cada vez más diferenciados entre sí, más individuales, más dotados de una potencialidad mayor de comprensión. ¿Con qué ha vencido, con qué ha triunfado el hombre de las demás especies animales? ¿Ha sido con la fuerza? No; porque más fuertes, mil veces más fuertes eran los gigantescos animales prehistóricos y quedaron vencidos. Y hoy mismo la fuerza del hombre está perennemente humillada ante el león, ante el tigre, ante el toro, todos los cuales, sin embargo, son sus servidores o sus víctimas.
     ¿Ha sido con la euritmia de sus líneas, con la belleza de sus formas, que el hombre se ha impuesto como ser superior? No; porque ahí están los pájaros, el más humilde de los cuales es más bello en ritmo, en musicalidad de líneas que el más soberbio Apolo.
     Ha sido, pues, con lo único que el hombre tiene y no tienen los animales, esto es, con cerebro, con potencialidad lumínica, con fuerza de expresión y de comprensión. ¿Cómo escapar, pues, en vista de esta marcha progresiva, de esta progresión ascendente desde la opacidad, la pesadez y la inconsciencia, hasta la fulguración de consciencia que es el genio, a la conclusión de que la Vida fabrica cerebros, esto es, instrumentos para apreciarse, para conocerse, para mirar dentro de sí misma?
     En esta interpretación de la finalidad de la Vida han coincidido Renan, Nietzsche, Bernard Shaw... cumbres las más altas del pensamiento humano. Para estos poderosos dínamos de ideación, somos nosotros los hombres los que representamos la fórmula más perfecta hasta hoy de consciencia acumulada, de condensación de Vida, y por consiguiente puede afirmarse que en nosotros reside toda divinidad.
     Todo lo que hay de individualidad en nosotros es tan ilusorio como lo que hay de individualidad en la sombra con relación a los cuerpos y en la espuma con relación a la ola. Sombra y espuma no son más que aspectos, ilusiones ópticas del cuerpo y del agua respectivamente. No existe el hombre A, el hombre B, el hombre C, pues todos no somos otra cosa que la fuerza o energía universal y eterna que llamamos la Vida y que las religiones designan con el nombre de Dios. De la misma manera que un escultor que estuviera buscando una imagen, una forma de expresión artística perfecta, podría servirse de un solo bloque de mármol para ensayar y volver a ensayar mil tipos de escultura, cada uno de los cuales no sería otra cosa en realidad que el primitivo bloque de mármol, así nosotros los seres humanos, a pesar de nuestras diferencias aparentes, no somos más que formas, imágenes plasmadas incesantemente por la Vida. Por consiguiente, no nacemos ni morimos, como no nace ni muere la sombra, ni la espuma, ni la imagen. ¿A qué temer la muerte pues?
     Asociémonos a la obra misteriosa de la Vida, porque de ella formamos parte, o mejor, porque somos ella misma, y humilde y religiosamente tratemos de que el misterio, el sacro fuego, el Dios en formación que vive en nosotros, se manifieste siempre en su más alta, más intensa y más clara expresión.




VOCABULARIO




  1.Cogollo= Lo más importante de algo.

  2.Enmarañada= Complicada, intrincada, compleja.

  3.Atrofiado= Anquilosado, impotente, imposibilitado.

  4.Fardo= Impedimento, obstáculo, estorbo.

  5.Amortiguamiento= Disminución de la intensidad de una cosa.

  6. Desmayada= Debilitada, decaída, decrépita.

  7.Condensación= Síntesis, recopilación, agrupación.

  8.Euritmia= Armonía, equilibrio, proporción.

  9.Potencialidad lumínica= Facultad de conocer, analizar y comprender.

10.Religiosamente= Con entusiasmo, fervor, vehemencia.
  





miércoles, 2 de septiembre de 2015

¿PODEMOS SER FELICES?






¿PODEMOS SER FELICES?
(Fragmento del artículo de 1917 ¿Podemos ser Felices?)



     No hay nadie, por muy indiferente que sea a las ideas, que no tenga su mucho o su poco por decir sobre este grande y universal problema humano: y yo, aunque he de guardarme bien de contestar a lo catedrático, a lo sabihondo, no voy, por un pueril alarde de modestia convencional, a privarme ahora del gusto de dar, de la manera más sencilla y clara posible, más bien que una opinión, mi impresión personal sobre el asunto.
     No; no creo que sea asequible la felicidad, ni en este mundo ni en ningún otro mundo. es más, creo que cometemos una barbaridad cuando damos a nuestros hijos, en la escuela, en la casa, en el teatro, en el libro, esa visión de felicidad personal tan reñida, tan incompatible con nuestra propia naturaleza y con la naturaleza de la realidad que nos rodea.
     Felicidad, felicidad...... ¿Dónde demonios se esconde ese divino tesoro, que nadie le encuentra ni le encontró jamás? Topa uno con un viejo y le pregunta, y de cada cien viejos, noventa y nueve viejos suspirarán profundamente primero, y nos contestarán en seguida una de estas dos cosas: o que la perdieron para siempre y se les quedó atrás, muy atrás, en alguna curva remota del camino andado, o que no la tuvieron nunca y la van a buscar en el reposo eterno, o en el edén eterno que les prometió tal o cual religión. Topamos con un joven... y nos dirá que, o la dejó también atrás, allá en la lejanía de la niñez, o que va corriendo, corriendo sin cesar en pos de ella, con o sin esperanzas de darle alcance. Y si interrumpe Ud. los juegos de un niño cualquiera y logra que le entienda la pregunta, seguramente que, o no saca nada en claro de la inconsciencia del niño, o le ve pronto señalar hacia el futuro con las clásicas palabras que todos hemos pronunciado: "Cuando yo sea hombre..."
     Quiere decir que está atrás, o está delante, o está arriba o está abajo: en todas partes, menos en el punto en que nos encontramos. Y es que tiene que ser así; es que sería absurdo que no fuese así. ¿Cómo concebir la evolución, o sea, el movimiento, esencia misma de la vida, sin la inquietud, sin el perpetuo temer y el perpetuo aspirar y el constante cambiar de aquí para allá y de allá para acá? ¿Y cómo, si fuéramos felices, podríamos mantener este vaivén, este anhelar engendrador de toda evolución y por consiguiente de la vida?
     Somos limitados, somos frágiles como el vidrio, nos rodea por todas partes lo inestable, lo sombrío, lo sucio, lo duro, lo trágico. ¿Cómo, pues, dentro de nuestra limitación y fragilidad irremediables, concebir ese estado ideal de íntima y perfecta satisfacción en que nos sintamos libres de temores y pesares y deseos?
     No quiere esto decir que yo sea pesimista a lo Shopenhauer, que sólo ve dolor y oscuridad por todas partes. Al contrario, creo fácil comprobar que la cantidad de dolor que hay en el mundo, con ser muy grande, es infinitamente inferior a la cantidad de alegría, de igual  modo que la cantidad de salud es superior a la cantidad de enfermedad y la cantidad de juventud a la cantidad de ancianidad. Pero ¿es la alegría la felicidad? No; la alegría es orgánica, es subconsciente, nace precisamente de no sentirnos, de cierta armonía rara y fugaz entre las distintas piezas que componen la maravilla de nuestra máquina. En cambio, la felicidad es, o debe ser, esencialmente consciente, naciendo o debiendo nacer de los deseos satisfechos, de pensarnos y sentirnos bien. Tan no tienen nada que ver las dos cosas, la alegría y la felicidad, que se puede ser muy infeliz y estar al mismo tiempo muy alegre. De ello nos da ejemplos constantes la diaria realidad.
     La alegría es dinámica. esto es, movimiento, vibración, aleteo fugitivo del espíritu, agua que corre, rama que ondula, ave que vuela, cuerda tensa que suena. En tanto que la felicidad es, o la concebimos, cosa permanente y estática, de la cual fluye la alegría como de una flor el aroma, como de un manantial el agua y de un astro la luz. La alegría es la manifestación, el síntoma, el accidente; la felicidad es la causa, la fuente, la sustancia inmutable. La alegría no puede buscarse deliberadamente, porque es caprichosa, tornátil, inconsciente, oscilante; va y viene, nos asalta y nos deja, aparece y desaparece caprichosamente, sin que nada baste a retenerla. Es como la risa, como el buen apetito, como el golpe de azar. Nadie puede salir a buscarla, porque mientras más se la busca menos se la encuentra, como no se puede buscar la risa, ni el buen apetito, ni el golpe de azar. Precisamente está más lejos de nosotros a medida que la sabemos buscar mejor, con mayor pericia y deliberación: y así vemos que el viejo es menos alegre que el joven y el joven menos que el niño. Es casi animal, casi mecánica, genuinamente fisiológica, en tanto que la felicidad es, o tendría que ser, genuinamente psicológica.
     Y por eso, porque la vida es y no puede ser otra cosa que movimiento, vibración, esfuerzo, tendencia constante a cambiar y a mejorar, es por lo que decía antes que está reñida irremediablemente con toda noción de felicidad, bien sea esa felicidad rolliza, pesada, mofletuda, de gorro y chinela, con que sueña el burgués: bien de la otra quintaesenciada y etérea del místico, o bien de la remojada en mieles empalagosas de amor y de música y poesía que seduce por regla general al artista. De cualquiera de esos tipos convencionales de felicidad debemos aprender a reirnos: en primer lugar, porque son inasequibles por ser incompatibles con nuestra propia naturaleza, y en segundo lugar, porque... vaya, seamos sinceros: no valen la pena. Así como suena: no valen la pena. La primera, la burguesa, la de gorro y chinela, buena alfombra y casa grande y cómoda, es grotesca y odiosa. ¿Hay nada más aburrido que comer bien y vestir bien y arrellanarse bien en un butacón sobre una gran alfombra y ser siempre y a todas horas un cerdo limpio y bien comido, y no tener preocupaciones, y volverse una bola de plebeyo egoísmo, extraño a toda solidaridad con el mundo, y no vivir sino para el largo bostezo del casino, del automóvil, de la charla insustancial, y para estar a todas horas y en todas partes condenado a sentirse la digestión? Dadle esa clase de felicidad a un hombre de pensamiento o de nervios, y se volverá loco o se pegará un tiro antes de un mes. Dadle esa clase de felicidad espesa a cualquiera hombre de tipo corriente que no sea un idiota, y no se volverá loco ni se exasperará hasta el suicidio, pero irá poco a poco trocándola en el sport tal o en el sport cual, que es como trocarla en trabajo, en trabajo disfrazado y estéril, pero trabajo al fin.
     La segunda, la mística, es todavía más incompatible con el hombre y con las cosas. Vivir con la mirada fija en otro mundo es sencillamente como no vivir, como una forma de estar muerto con apariencias de vida.
     Y en cuanto a la tercera, la de los adolescentes y las niñas románticas y los poetas ingenuos: la que navega en mieles de erotismo y melodía, la que nos sirven en la escuela, en el teatro y en todas partes, es la más idiota de todas. Se puede ser un cerdo limpio y bien comido y halagado durante algunos días y no volverse loco de asco de sí mismo hasta después de cierto tiempo: pero yo desafío a los paladares más golosos y más fuertes a que se refocilen, no ya durante muchos días, sino durante un solo día, con las melosas y aromadas golosinas de la estética, de la melodía y del dúo tremulante de romántico amor: el empalago sería tal, que la víctima pediría a gritos la cárcel o la horca para escapar del tremendo suplicio.
     "Pero entonces ¿qué buscar? ¿qué hacer?", se me dirá.
     ¿Qué hacer? Pues una cosa muy sencilla: vivir. Pero vivir ¿para qué? Vivir para lo que es esencia misma, aspiración recóndita y suprema finalidad de toda vida.





VOCABULARIO





  1.A lo sabihondo= Presumiendo de sabio sin serlo.

  2.Pueril= Fútil, vano, trivial.

  3.Shopenhauer= Arthur Shopenhauer (1788-1860)= Filósofo alemán.

  4.Quintaesenciada= Refinada, primorosa.

  5.Arrellanarse= Extenderse en el asiento con toda comodidad.

  6.El largo bostezo= El gran aburrimiento.

  7.Refocilen= Que se regocijen, se deleiten, se regodeen.

  8.Felicidad= Estado ideal de íntima y perfecta satisfacción en que nos sentimos libres de temores y pesares y deseos.