martes, 22 de agosto de 2017

YO ERA UN VIEJO MENDIGO








YO ERA UN VIEJO MENDIGO
(Artículo de 1915)

   Yo era un viejo mendigo...
   Yo era un viejo mendigo que iba por los caminos con la sola impedimenta y compañía de mi mochila y mi bastón.
     Antes, ya hacía tiempo, yo había sido eso que llaman caballero, esto es, una cosa triste, una cosa incolora, inerte, una mezcla abominable de virtudes pequeñas y de minúsculos vicios cobardes y toscos.
     Pero llegó un día en que mi sangre y mis nervios rebeldes brincaron coléricos, y fuí hombre otra vez, y sentí y pensé por mí mismo, en menosprecio y desafío de los cánones sociales... Y rodé y rodé tanto a consecuencia de mi loca resolución de no ser más un ridículo y vacuo monigote social, que no tardaron en venir las alimañas de la miseria. Vinieron las viscosas alimañas de la negra miseria, y se cebaron en mi carne y en mi alma. Y sentí angustia, y pensé en el suicidio. Pero he aquí que de pronto veo claro en la noche de mis pensamientos y me convenzo que era tonto morir cuando me quedaba aún dentro de la vida una nueva y tentadora aventura --la última-- que emprender. "Similia similibus curantur." ¿Padecía de miseria? Pues en la miseria misma había de hallar remedio y olvido.    Y una tarde lluviosa de enero en que todas las cosas se hacían musicales y le cantaban a mi alma ensoñadora vagas melancolías, resolví recobrar mi dignidad perdida, y en un rapto orgulloso de amor a la vida, me llené de humildad, tendí la mano en demanda de una limosna, y abracé para siempre la romántica y noble carrera de mendigo.
     Y ya hace varios años que voy por los caminos sin prisa y sin rumbo, saboreando a diario la enorme y casi terrible voluptuosidad de sentirme, dentro de mis harapos, solo y libre, rey de mis emociones y de mis pensamientos en un mundo en que todo es esclavo. Y desde la cumbre de mi inmensa humildad, miro la vida bajo un aspecto nuevo y amplio y casi sonriente; y cada piedra, cada árbol y cada monte y cada bestia del camino me detienen y me acarician dulcemente, ofreciéndose a mis ojos con indecisos e inefables lineamientos de enigma y de poema.  Y voy andando, andando. Y pasan junto a mí los erguidos señores de la tierra, y yo les miro sin odio y sin amor, pero con pena, con mucha pena de su ceguedad, de su sordera, de su espantable insensibilidad marmórea que les hace fuertes como dioses, pero que también les despoja de todo calor de humanidad, volviéndolos cadáveres antes de haber muerto.
     Y era otra vez una tarde lluviosa de enero, toda melancolía. Y era, en el tierno regazo de la tarde aquella, una lomita verde, suavemente ondulada y amable. Y era sobre el verdor ingenuo de la loma, la visión gris de un bohío campesino... Yo llegué a la casita, y pedí, desde la puerta, un rincón donde guarecerme de la lluvia. Y del interior de la casita salió una voz de plata que me dijo que entrara, y luego una figura de mujer bella y joven se me puso delante. Y pasó entonces por mi alma, como una puñalada, un agudo pesar de no ser caballero y galán como antes. Pero aquella congoja fue breve, y, transcurrido un minuto de contemplación y de tímida charla en el seno de la rústica familia moradora del bohío, volvió a hacerse la paz en mi alma de mendigo, al tiempo que allá fuera la lluvia había callado y se extendía la noche. Siguió la plática a medida que se iban encendiendo las estrellas, y mientras de mis labios de mendigo iba saliendo lentamente la tenue luz crepuscular de la historia de mi vida vagabunda, ensoñadora y mendicante, a los ojos de la muchacha se asomaba de cuando en cuando un resplandor de simpatía. Y yo tuve la pequeña e infinita ventura de dormirme aquella noche pensando que entre el encanto de aquella mujer cuyos ojos me habían amado, y el encanto del viento que zumbaba en la yaguas del bohío, y el encanto lejano de la luna bajo cuyo ensalmo reposaba la verde lomita de silueta ondulada y amable, existía desde la eternidad como un hilo que los enlazaba y como un pacto milagroso de no ser, de no darse plenamente sino al hombre dotado de heroísmo suficiente, no para descubrir tierras ni emancipar pueblos, sino para descubrirse a sí mismo, y dotar a su espíritu, a través de la suprema humildad, del orgullo supremo de sentirse sereno, solo y libre en un mundo de esclavos. Amaneció; me dispuse a salir, y afablemente dije mi adiós a todos. La mano de la niña temblaba levemente al estrechar la mía... y yo me dije a mí mismo que nunca más, nunca más, le haría a mi suerte el imbécil reproche de haber dejado para siempre de ser caballero y galán. Salí al batey. Acaricié al pasar el húmedo y bello hocico de un becerro que por allí triscaba, entregado todavía al alborozo de la mañana, y empecé a caminar mochila al hombro por una vereda que llevaba a un río. Y anda, anda, anda.
     Yo era un viejo mendigo...




                                    VOCABULARIO




  1.Impedimenta= Bagaje que suele llevar la tropa, e impide  la celeridad de las marchas.

  2.Incolora= Impersonal, indiferente, insulsa.
   
  3.Inerte= Desidiosa, apática, indolente.

 4.Abominable= Digno de ser aborrecido por malo o perjudicial.

 5.Cánones sociales= Reglas o preceptos, generalmente fijados por las costumbres o los usos.

  6.Vacuo= Superficial, insustancial, trivial.

  7.Monigote= Títere, pelele, fantoche.

  8.Alimañas= Dícese de las cosas malas y perversas que causan gran daño.

  9.Viscosas= Dícese de las cosas pegajosas que  se adhieren a uno.

10.Cebaron= Que se ensañaron con él causándole daño o dolor

11.Similia similibus curantur= Lo semejante con su semejante se cura, un clavo saca otro clavo.

12.Rapto= Impulso, emoción o sentimiento muy intenso.

13.Romántica= Noble de ánimo, sentimental, soñadora.

14.Voluptuosidad= Gozo, placer, deleite.

15.Inefables= Que no se pueden explicar con palabras.

16.Lineamientos= Dícese de los rasgos  o características de las cosas.

17.Enigma= Cosa difícil de comprender.

18.Erguidos= Engreídos, ensoberbecidos, envanecidos.

19.Marmórea= Semejante al mármol en algunas de sus cualidades.

20.Bohío=  Cabaña de América, hecha de madera y ramas, caña o pajas.

21.Mendicante= Que mendiga o pide limosnas.

22.Yaguas= Láminas fibrosas que rodean la parte superior de la palma real y con las cuales se techaban las chozas de los indios y de los campesinos.

23.Ensalmo= Hechizo, encanto, seducción

24.Triscaba= Jugueteaba, retozaba, correteaba.





sábado, 12 de agosto de 2017

ÑA SAYO






ÑA SAYO
(Artículo de 1915) 

     Como ha estado lloviendo tanto en estos días, y no hay nada tan dulcemente evocador como la lluvia, yo he soltado mi espíritu y le he dejado en paz. Y sintiéndose suelto y en paz, mi pobre espíritu, como un viejo caballo harto de caminar, se ha ido a tender tranquilamente entre las húmedas y humildes florecitas silvestres de mis primeros recuerdos de niño.
     Y una de las visiones que ha venido, de las primeras, a ponerse delante de mis ojos, es la de un personaje de mi mundo de niño que se llamaba Ña Sayo. El otro día yo hablé de Mageño. Hoy quiero hablar también alguna cosa de la buena vieja, amiga de mamá, que lavaba la ropa en casa.
     No voy a contar nada extraordinario de Ña Sayo. Sólo voy a decir cosas pequeñas y vulgares. De esas cosas pequeñitas y vulgares de cuyo encadenamiento se va formando poco a poco, esta pequeña y vulgar cosa extraordinaria que llamamos la vida.
     Empiezo por declarar que desde que abrí los hermosos ojos a la luz embustera de este mundo, me topé con la larga, enjuta, arrugada y canosa figura de Ña Sayo, que fue, según creo, la persona que tuvo a su cargo la gloriosa misión histórica de lavarme los primeros paños. Yo le profesé enseguida una gran inclinación, porque ella era, entre todas las mujeres de mi casa, la que chillaba más al hablar. Mamá y ella sostenían a menudo acaloradas y trascendentales disputas sobre sus chapucerías de lavandera, y a mí me parecía que se acababa el mundo cuando hacía explosión y se quedaba con toda la casa la voz indignada de Ña Sayo. Estas fueron las primeras disputas humanas de que fui testigo, y debo confesar que, entre aquellas de Ña Sayo y mamá, que versaban sobre la ropa sucia, y las que hombres eminentes han sostenido luego ante mí -en el foro, en la prensa y en la cámara- sobre grandes asuntos políticos, económicos y sociales, me parecían y siguen pareciéndome más interesantes, sustanciosas y pintorescas las controversias de Ña Sayo y mamá.
     No se tome esto como alarde sarcástico de un escéptico. Es que en las disputas acaloradas de Ña Sayo y mamá, no se echaba mano -como entre los hombres eminentes- de engorrosas e imbéciles retóricas, ni había gestos y actitudes entonadas y estudiadas, ni se decían esas pedantescas, manoseadas y redondas frases de relumbrón de que tanto abusan las eminencias políticas de dentro y fuera del país.
     “Esta camisa, o este pantalón, o este calzoncillo, etc., no ha visto el jabón, y esto es un abuso de su parte, Ña Sayo, y usted demasiado sabe que cualquiera otra lavandera lo haría mejor, y yo voy a tomar una resolución...”, solía decir mamá. Oyendo lo cual, a Ña Sayo se le subía la sangre a la cabeza y daba un desaforado chillido y rompía a hablar. ¡Y quién me iba a decir entonces que esos discursos de Ña Sayo eran piezas oratorias de lo más selecto que estaba yo destinado a oír! Y era que en lo que decía ella había espontaneidad, y había sencillez, y había el colorido y el perfume naturales de un temperamento; y era que ni en su dicción ni en su más ínfimo ademán se descubría esa cursi afectación almidonada que echa a perder los más de los grandes discursos que luego he oído; y era, en fin, que en aquellos discursos, con todo y ser los de una pobresita lavandera, brillaban las cualidades excelsas de la buena oratoria, que no son otras que las que llevo enumeradas. ¡Oh, medias, calzoncillos, enaguas y pantalones, que sirvieron de fondo a las oraciones de Ña Sayo, obras de un arte oratorio, sabio y exquisito que todavía nadie ha sabido cultivar en Puerto Rico, tierra más que ninguna otra castigada por una campanuda, artificiosa, cursi, ramplona e insoportable garrulería!
     Pero está lloviendo, y mientras llueve, déjenme recordar que Ña Sayo lavaba en el Río Grande de Jayuya, junto a una gran piedra sobre la cual tendía un bambú principesco el finísimo encaje de su sombra. Y déjenme contarles que yo iba allí casi todos los días con Ña Sayo. Y mientras ella enjabonaba y lavoteaba, dándole fuertes golpes a la ropa sobre la piedra, yo, tendido cerca de ella, admiraba en silencio sus piernas (primeros misterios de un cuerpo de mujer que me pasaban por delante), y le daba conversación, y la buena vieja me contaba unos cuentos que me seducían, y entre el plácido rumor de las aguas y la voz de Ña Sayo, yo me quedaba bobo bajo la caricia inefable de aquel zumbido monótono y lento... y allá en lo hondo del alma sentía esbozarse, tímido, el capullo de mi primer amor.
     Vieja, pobre y humilde Ña Sayo: hoy, desde su pupitre, un hombresito gordo y calvo que te acompañó en el río hace ya mucho tiempo y que fue tu amiguito, te dice adiós; y al decirte ese adiós se ha conmovido tanto, y se ha sentido tan triste y tan viejo y tan miedoso de la vida, que se ha puesto a llorar...





VOCABULARIO





  1.Ña= Forma reducida de doña.


  2.Enjuta= Delgada, muy flaca, de pocas carnes.

  3.Chapucerías= Obras hechas sin cuidado ni perfección.

  4.Explosión= Manifestación violenta de ciertos afectos del ánimo.

  5.Pintorescas= Dícese de las cosas curiosas, atractivas, expresivas.

  6.Alarde sarcástico= Que indica, denota o implica burla o ironía.

  7.Escéptico= Que no cree o finge no creer en determinadas cosas.

  8.Engorrosas= Pesadas, cargantes, fastidiosas.

  9.Retóricas= Argumentos y lenguaje pomposo y rebuscado y/o razones que no son del caso.

10.Entonadas= Apropiadas, convenientes, oportunas.

11.Pedantescas= Que presumen de su sabiduría.

12.Manoseadas= Que han sido usadas repetidamente.

13.Redondas= Evidentes, manifiestas, palpables.

14.Relumbrón= De apariencia deslumbrante, pero de escaso valor.

15.Desaforado= Iracundo, colérico, rabioso.

16.Colorido= Carácter peculiar de algo.

17.Perfume= Esencia, naturaleza, cualidad.

18.Cursi= Que con apariencia de elegancia es ridículo y de mal gusto.

19.Afectación= Falta de naturalidad en la manera de hablar, de escribir, etc.

20.Almidonada= Dícese de las cosas compuestas con excesiva pulcritud.

21.Oraciones= Obras de elocuencia y razonamiento.

22.Campanuda= Altisonante, pomposa, ostentosa.

23.Artificiosa= Rebuscada, estudiada, fingida.

24.Ramplona= Inculta, vulgar, chabacana.

25.Garrulería= Verborrea, charlatanería, palabrería.

26.Inefable= Que no se puede explicar con palabras.

27.Esbozarse= Que surge, nace o se perfila.

28.Tímido= Apocado, cohibido, vacilante.





miércoles, 2 de agosto de 2017

MAGEÑO






MAGEÑO
 (Fragmento del artículo de1915 Mageño)

     Yo iba en mi flocho camino arriba, por el que conduce de Ponce a Jayuya, y hacía un rato que platicaba con Mageño, el peón de mi casa que me acompañaba. Mageño era un negrito viejo que servía hacía tiempo en casa, y este Mageño hablaba poco y mal, porque apenas se le entendía, pero así y todo resultaba un agradable compañero.
     Yo no sé qué temperamento predominaba en Mageño: si el poético o el filosófico, pero lo que sí sé decir es que no era un ente vulgar y que jamás aburría ni empalagaba como tantos hombres ilustres que he conocido. Yo le quería mucho, porque, en dándole unos centavos para hacer parada en cada ventorrillo del camino y echarse al coleto un buen trago, me dejaba entretener en lo que yo quisiera, y no se preocupaba de si llegábamos o no llegábamos al término del viaje. Esta blanda condición de Mageño no la apreciaba yo bastante todavía, porque aún no había tenido ocasión de pesar, comparar  y juzgar a los hombres, pero ahora que me doy cuenta de que aquella su propensión a hacer más caso de mí, un simple muchacho que iba para el colegio, que de papá, su principal, quien le daba instrucciones precisas y severas concernientes al cuidado y vigilancia de mi persona, era cosa extraordinaria que le daba derecho a una honda admiración. Preferir someterse a los caprichos de un muchacho, antes que a los mandatos del señor padre del muchacho que le podía castigar y reventar, acusaba una personalidad tan firme, tan independiente y simpática, que estoy por decir que el primer grande hombre que me eché a la cara en este mundo fue aquel negrito viejo, medio poeta y medio filósofo, que servía en mi casa y solía acompañarme en mis viajes.
     Mageño sentía profundamente la poesía de los ventorrillos, esos modestos y solitarios ventorrillos que se alzan en las orillas de nuestros caminos, y a cuyo mostrador, lleno de moscas, y de migajas de bacalao, y de olor a cebolla y a ron, es tan grato arrimarse cuando se va de viaje. Al tercero o cuarto ventorrillo que visitábamos, ya Mageño salía de su ensimismamiento habitual, y sus ojos despedían fulgores de inteligencia y de inspiración, y su paso perdía la rigidez pesada de una marcha monótona y larga de peón, para hacerse gracioso y oscilante como un vuelo de guaraguao herido.
     Y al quinto y al séptimo ventorrillo, ya el tambaleo de Mageño era tan pintoresco como el de un barco en alta mar, y de sus ojos fosforescentes salía un chorro de luz de misterio. Y aunque yo no bebía con él, porque he sido siempre, por deficiencias de organización, inepto para los ritos excelsos de Baco; aunque yo no bebía con él, por mis nervios de artista incipiente corría una sensación tal de gozo, de bienestar y también respeto y devoción a la tambaleante figura del noble viejo ebrio, que, muchacho y todo como yo era, y por lo tanto bruto, me rebelaba a creer vituperable y fea la borrachera aquella, y sin saber por qué, me daba cuenta de que aquellos momentos de embriaguez de Mageño eran los más grandes y bellos momentos de su humilde y oscura existencia de bestia de carga.
     Parientes a granel tenía yo que no bebían, ni rompían un plato, y de los cuales todo el mundo me decía bien; y, sin embargo, andando por aquellas soledosas breñas  del camino de Jayuya a Ponce, yo me dije a mí mismo más de una vez, con espanto, que yo llevaba a Mageño borracho más adentro en mi sangre y mi corazón que a todos mis amantes y amados parientes. Mageño olía a ron, es verdad, y andaba sucio, haraposo y descalzo; pero también olía a verdad, a selva, a natualeza, a hombre. A hombre que todavía llevaba mal la albarda odiosa de la disciplina; a hombre en que todavía un sordo instinto salvador se revela a ser máquina.





VOCABULARIO




  1.Ponce= Es el segundo municipio más grande de Puerto Rico tanto  en extensión territorial así como de mayor población fuera de la zona metropolitana de San Juan.

  2.Jayuya= Pequeño pueblo situado en la Cordillera Central en los 18°13′00″N 66°34′00″O.

  3.Flocho= Jamelgo, penco, chongo. Caballo malo, flojo, desgarbado.

  4.Ventorrillo= Pequeño establecimiento comercial generalmente en las afueras de una población.

  5.Coleto=  Interior de una persona.

  6.Echarse al coleto=Comer o beberse algo.

  7.Blanda= Benigna, condescendiente. Benévolo, falto de severidad.

  8.Propensión= Inclinación, tendencia de una persona hacia lo que es de su gusto o naturaleza.

  9.Reventar= Causar gran daño a una persona.

10.Acusaba= Que manifestaba determinadas características.

11.Que me eché a la cara= Que se topó o se encontró con alguien.

12.Poesía= Cierto encanto indefinible que tienen las cosas y que halaga y suspende el ánimo.

13.Fulgores= Destellos, atisbos, indicios, asomos.

14.Guaraguao= Ave rapaz muy abundante en la zona de la Cordillera Central de Puerto Rico.

15.Fosforecentes= Brillantes, resplandecientes.

16.Baco= Es el dios griego del vino.

17.Vituperable= Que merece que se diga mal de ella por viciosa o indigna.

18.A granel= En abundancia.

19.Soledosas= Desiertas, faltas de compañía.

20.Breñas= Tierras quebradas entre peñas y pobladas de maleza.

21.Albarda= Pieza principal del aparejo de las bestias de carga.

22.Sordo= Que no hace caso a las persuaciones, consejos o avisos.

23.Máquina= Persona que ejecuta las acciones sin deliberación, de manera inconsciente.