domingo, 28 de abril de 2024

LOS NIÑOS DE ALBANY

 



                                               LOS NIÑOS DE ALBANY

(Artículo de 1916)


     ¡Cómo! ¿Pero es verdad que en Albany, Estados Unidos, sesenta mil niños han ido en manifestación a pedirle al gobernador que ejecute sin misericordia  a Pontón? ¿Pero no es espantoso que de las tiernas y gorjeantes gargantas de sesenta mil niños se haya hecho salir este clamor de muerte contra un infeliz reo? Por grande que haya sido el delito de Pontón, ¿a qué queda reducido frente a este otro delito de envenenar deliberadamente el alma de una legión de niños con tan feroz deseo?
     No; ésto no parece cosa sucedida en estos tiempos, ni en el seno de un pueblo civilizado. Esto parece cosa de otros tiempos, brote de crueldad en el alma de roca de gentes primitivas, no iniciadas aún en las prácticas mansas de Buda o de Cristo. Se concibe que en torno del infeliz que, en un momento de extravío amoroso, dio muerte a una mujer, se aglomeren los deudos de la víctima pidiendo justicia, esto es, venganza. Se concibe que este furor homicida de los deudos se transmita por contagio en los primeros momentos a los habitantes del pueblo o ciudad de la víctima. Pero no se concibe que se llame a los niños, a todos los niños de todas las escuelas, y se les haga partícipes de esta espeluznante orgía de odio. Y esas iglesias, esas innumerables iglesias que en las ciudades americanas propagan día y noche la doctrina de Cristo, toda amor, caridad, tolerancia y perdón, ¿qué hacen? ¿para qué sirven si no sirven ni siquiera para impedir que se escape de la garganta de los niños de Albany el sacrílego grito de venganza y muerte que acabamos de oír? ¡Y pensar que estas mismas iglesias, junto a las cuales acaba de darse el horrible espectáculo de tan innecesaria crueldad, envían constantemente misioneros a otros pueblos, y entre ellos a Puerto Rico, a predicar mansedumbre y caridad evangélicas! ¡Dónde mejor podrían actuar estos misioneros es allí donde el frenesí del odio puede tanto que hace salir de las escuelas a sesenta mil niños para que vayan en procesión solemne hasta la casa de un gobernador, y le conminen a ser inexorable, a matar fríamente al que mató en un vértigo, a obsequiar a unos infelices viejos --los padres del reo-- con el lúgubre regalo de Christmas de la muerte del ausente hijo que nunca ha de volver!
     Nosotros no sabemos leer ni sabemos correr tras el Dólar hasta reventar o hacernos millonarios. No sabemos unas cuantas cosas que para afear y entristecer la vida saben y practican nuestros señores los americanos. Sabemos muy poco, es verdad. Pero podemos afirmar rotundamente que en el seno de nuestra pobre y humilde comunidad jamás daremos el tremendo espectáculo de hacer colaborar a nuestros hijos en la obra de fría y estéril crueldad en que han colaborado los niños de Albany.
     Sabemos muy poquita cosa, muy poquita cosa. Ni siquiera hemos inventado el automóvil Ford, tan indispensable a la felicidad humana. Sabemos, sin embargo, perdonar. Y como el perdón necesita de la compasión, y la compasión necesita de la comprensión, y esta facultad de comprender necesita a su vez de la lenta y laboriosa decantación espiritual de una cultura que contribuyeron a formar siglos y más siglos, ¿qué podemos hacer, así pobres y humildes como somos, sino pedir a los dioses, con un poco de orgullo, que se apiaden de nuestros señores los americanos, y que, a cambio de hacerles olvidar muchas de las innumerables cosas que han aprendido para complicar y ensombrecer inútilmente la vida, les madure, depure y refine el espíritu de tal modo que, sin necesidad de ir a la escuela ni a la iglesia, sepan esa cosa sencilla y profunda que saben nuestros analfabetos: perdonar, esto es, compadecer, esto es, comprender. Cuando sepan esta sencilla, pero profunda y formidable cosa que se llama comprender, ya quizás no tendrán la extraordinaria agilidad juvenil con que persiguen hoy millones e inventan aparatos de mecánica; ya quizás no harán progresar tan velozmente sus industrias, sus casas, sus ciudades, sus muebles, sus zapatos, sus ropas; pero habrán progresado ellos mismos, esto es, tendrán una sensibilidad más aguda, una cerebración más intensa, y una visión más certera, más amplia y más profunda de la vida... Y al orgullo infantil de haber inventado el automóvil Ford y otras zarandajas de ferretería, sucederá un nuevo sentimiento de humanidad a la luz del cual la sombría procesión de los niños de Albany pidiendo ferozmente la muerte de un hombre, les parecerá una cosa tan cruel, tan tosca, tan primitiva, tan fea, que la creerán inverosímil y temblarán ante ella de verguenza y de horror.





VOCABULARIO       CONTEXTUAL





  1.Gorjeantes= Se dice de los niños cuando empiezan a hablar y formar la voz en la garganta.

  2.Feroz= Brutal, agresivo, cruel, despiadado.

  3.Orgía= Satisfacción de pasiones desenfrenadas.

  4.Sacrílego= Impío, envilecido, abominable.

  5.Vértigo= Arrebato, impulso, rapto.

  6.Lúgubre= Triste, funesto, melancólico.

  7.Fría= Falto de afecto o de sensibilidad.

  8.Estéril= Inútil, vana, infructuosa.

  9.Decantación= Inclinarse, tomar partido o decidirse por una opción entre varias.

10.Zarandajas= Baratijas, bagatelas, chucherías.

11.Tosca= Inculta, grosera, vulgar.





jueves, 25 de abril de 2024

LOS TRES ENEMIGOS DEL ALMA MODERNA [2]




                                   LOS TRES ENEMIGOS DEL ALMA MODERNA [2]

CINES Y TEATROS
(Artículo de 1921)



     Y ahora, conforme a lo anunciado en el número anterior, vamos con el cine y teatro. En primer lugar, existe el viejo pleito de si el cine matará al teatro o el teatro al cine. Yo creo que ninguno matará a ninguno. Al que están matando los dos, en competencia criminal, es al público, al pobre público que paga siempre mejor lo que más le idiotiza y envenena o aniquila (el alcohol, las drogas, el modisto, el cirujano, el charlatán profesional o político, etc.).
     Ambos, teatro y cine, pero más el último que el primero, por la sola razón de que alcanza al mayor número, son dos cosas enormes: son algo así como templos para comulgar con cuanto tiene de grandeza y misterio la vida. Son el dolor, la alegría, el niño, la mujer, el viejo, el torbellino, el remanso, el odio, el amor, la barcarola, el naufragio, la estrofa, el rugido: son esta miserable y excelsa cosa, en latido y en marcha perenne: ¡la vida!
     Son sí, dos cosas enormes; pero sólo en potencia. Sólo en potencia, porque lo que dan de sí hoy es una mescolanza informe de una vileza de expresión y de intención que supera hasta a la del asnal periodismo. Dos elementos entran siempre en la composición del horrible bodrio del teatro y del cine. Id al primer cine o al primer teatro que encontréis en Buenos Aires, y veréis cómo en el insulso plato que os sirven, nunca falta uno de estos dos ingredientes: o el sentimentalismo baboso, el romance barato, enemigo de la verdadera poesía, o el pornografismo más tonto y soez. Las dos cosas --sentimentalismo y pornografía-- son malas, pero puesto a escoger, yo escogería lo último, que, digan lo que digan las almas ingenuas, es menos degradante y corruptor que lo primero.
     En el cine es donde encontramos a toneladas la baba sentimental infecciosa de que hablo. Allí es donde crece y florece a sus anchas todo ese lodo humano --amor exaltado y enfermizo, y unilateral, y primitivo, de él a ella y de ella a él; celos estúpidos de asesino; hombría de bien negativa y ruin, consistente en devolverle el reloj al principal (millonario) o salvarle la hija de un fuego (para casarse con ella al final); héroes que han de ser siempre buenos mozos y excelentes boxeadores; truhanería cicatera e hipócrita en los buenos y maldad torpe y ciega en los malos; recompensa bien jugosa para aquéllos y palos, golpes y presidio de una crueldad feroz para éstos--, todo ese lodo humano, digo, que nos empuerca el corazón. Ese mundo que vemos allí, en el cine, no es, como dicen muchos, irreal, fantástico. No; es real. Es, por desgracia, el mismo mundo mezquino, hipócrita y helado, de todos los días. Su mal no está en ser una mala copia, sino en ser sólo una copia. Su mal está en que es convencional, convencional como la vida que hacemos, la vida que nos permite vivir el vientre de ballena éste que llamamos civilización. Es esta misma vida nuestra sin luz, sin espontaneidad, sin bondad, sin verdad, sin pan y sin amor..., pero idealizada, retocada y adobada hasta parecer buena y hacernos conformes --y hasta contentos y orgullosos-- con ella. Y ahí está el mal precisamente; ahí está el veneno. Cuando toda la esperanza del mundo radica en que nos hagamos mejores, en que cambiemos, en que ascendamos hacia un plano más alto de pensamiento y sentimiento, cambio imposible mientras sigamos con la moral mercenaria y roñosa (él, ella, tuyo y mío, golpe por golpe) en que estamos encharcados desde hace siglos, la labor del cine, que pone ante la gran masa social donde están los niños junto a los viejos, como bellos modelos a imitar, los ejemplares más típicos de la psicología de muñecos engendrada por la tosca moral consuetudinaria, no puede menos que resultar tan perniciosa como la más contagiosa y fulminante de las plagas.
     Y si del cine vamos al teatro, peor. Peor, porque en el cine, al menos, se ve y no se oye. El cine nos da figuras; el teatro nos da figuras y palabras. ¡Y qué palabras! Id al teatro argentino, al teatro popular por excelencia, y veréis, Veréis los instintos más bajos y plebeyos de la bestia sometidos a un halago sistemático que da náudeas. Veréis la matonería hecha norma, el caló hecho elegancia, la hembra de arrabal, que sólo tiene sexo, hecha heroína, y, sobre todo, veréis... ¡veréis, horror, el chiste mal sonante y mal oliente, ruin y maligno y tonto, convertido en la suprema finalidad artística del laureado, del aplaudido y enriquecido autor!
     Pero, --diréis-- ¿y qué van a hacer los pobrecitos autores, sino servirle el plato único que es del gusto del público? Y yo os replico enseguida que no estoy ahora haciendo la crítica de los autores, sino exponiendo un hecho: el hecho de la horrorosa deformidad artística y moral del teatro popular argentino. ¿Que los autores hacen bien de optar, entre ser ricos pronto y morirse de hambre lentamente, por ser ricos, y confeccionar el asqueroso bodrio al gusto popular, y mandar el arte y todo lo demás a paseo? Claro que sí. ¿Hay delito mayor que el de ser pobres dentro de este sistema social? Pero... ¿Y si no fuera éste el caso? Y si en lugar de ser el vulgo necio lo que hace a la obra necia fuese la obra necia la que hace al vulgo necio? El vulgo no es nunca tan espeso como parece. Prueba de que no lo es, la tenemos en que cuando, en lugar de la fábrica de chistes pedestres del género chico en España (y aquí, como dondequiera que se hable español, estamos en España) surgió la fina gracia, arrebolada de bondad y de poesía de los Quintero, el vulgo se salió inmediatamente del muladar de la chistografía barata y acudió, atropellándose, a deleitarse con la producción de los Quintero. Y si de este plano de gracia epidérmica se le hubiera querido elevar hasta el humorismo hondo y certero de los France y los Shaw, hasta allá, hasta ese altísimo nivel habría subido la misteriosa sed de sol que hace del mero vulgo el consagrador primero y eterno de los grandes, de los renovadores, hostilizados siempre por los sabihondos de la técnica y la crítica.
     Lo que pasa es que es más fácil dar toneladas de basura, de fétido estiércol mental del que hoy se nos sirve, que un solo relámpago de virginal y genuina espiritualidad. 
     Y si salimos del teatro populachero y nos vamos al grande, al serio... Alto ahí, señora (hablo con mi pluma), ¡alto ahí! que ya para sermón es bastante. Despídase sin chistar enseguida, y que queden así las cosas hasta el próximo número.



VOCABULARIO    CONTEXTUAL



  1.Barcarola= Canción popular de Italia, y especialmente de los gondoleros de Venecia.

  2.Bodrio= Cosa mal hecha o de mala calidad.

  3.Insulso= Falto de viveza, gracia o interés.

  4.Soez= Chabacano, ofensivo, grosero.

  5.Truhanería= Canallada, granujada, bribonería.

  6.Convencional= Usual, habitual, acostumbrado.

  7.Roñosa= Mezquina, egoista, cicatera.

  8.Se ve y no se oye= Es el año 1921, todavía de cine mudo.

  9.Caló= Especie de jerga de los gitanos españoles.

10.Espeso= Que no destaca, mediocre.

11.Quintero= Serafín Álvarez Quintero (1871-1938) y Joaquín Álvarez Quintero (1873-1944)= Comediógrafos españoles.

12.France= Anatole François Thibault (1844-1924)= Escritor francés, ganador del Premio Nobel de literatura de 1921.

13.Shaw= George Bernard Shaw (1856-1950)= Escritor irlandés, ganador del Premio Nobel de literatura de 1925.

14.Relámpago= Se dice de las cosas agudas, ingeniosas.






sábado, 13 de abril de 2024




                                                  EL CASO DEL TITANIC

(LECCION DE HEROISMO MANSO Y ELEGANTE)
(Fragmento del artículo de 1912 El Caso del Titanic)

     
     Ciertamente que el caso merece un comentario. No precisamente por el número de vidas perdidas en el naufragio, ni por la índole especial de la desgracia. Es por el rasgo, por el rasgo nuevo, tan noble y tan bello, de los que sucumbieron en dicha tragedia.
     Naufragios, explosiones, incendios, ruinas y catástrofes de todo género hay millares por el mundo; pero, si los cables no mienten, el caso del Titanic nos ofrece una novedad ante la cual bien vale la pena detenerse un momento a pensar.
     Sólo las mujeres y los niños se salvaron. Esto dice el cable.
     Quiere decir que estos hombres del Titanic, en el momento horrible del choque, cuando ya la muerte se les venía encima, cuando no quedaba ya otro recurso que el de ganar a todo trance los botes salvavidas, cuando todo parecía dispuesto para que el instinto de conservación se manifestase en su forma más ruda y más cruel, en lugar de volverse fieras, y, enloquecidos por el peligro, abrirse paso de cualquier modo, hiriendo y matando si era preciso, hasta alcanzar el bote salvavidas, se hacen a un lado todos para que pasen las mujeres y los niños, y mientras éstos ganan los botes y se alejan consternados del barco perdido, ellos, los hombres, se cruzan de brazos con un supremo gesto heroico ante el peligro y aguardan serenamente la muerte.
     No parece realidad. Parece más bien un pasaje de Homero, o un cuadro fantástico trazado por el genio romántico de Hugo.
     Y los hombres que esto hacen no son Bayardos y Roldanes de la edad caballeresca. Son unos cuantos industriales, comerciantes, periodistas y banqueros pertenecientes a esta edad del dollar, y, los más de ellos, oriundos también de la tierra del dollar.
     Hombres de trabajo y de placer rellenos de prosa que estrenan un barco.
     ¿Quién había de pensar que tales hombres, prosaicos y burgueses hasta la raíz del alma, iban a embellecer sus postreros momentos a bordo del Titanic con la luz de un heroísmo nunca visto, heroísmo manso y elegante, infinitamente superior al heroísmo homicida de los poemas homéricos?
     ¿Quién había de sospechar que hombres de alma dura, basta y redonda como el dollar, sin refinamientos artísticos ni repliegues filosóficos, iban a adoptar ante la muerte ese gallardo gesto byroniano en que, desdeñosos del peligro de la propia vida y esclavos de la galantería, su instinto de conservación es sojuzgado en el momento crítico hasta quedar como una alfombra, tendido, suave y manso, a los pies de las mujeres y los niños?
     ¿Quién osará después de esto decir -como se ha venido diciendo siempre- que los hombres de la edad presente carecen de toda idealidad, de todo impulso bellamente heroico?
     ¿Qué paladín de las edades caballerescas, qué Héctor, qué Alejandro, qué César, qué Cid ha dado al mundo espectáculo semejante al de los hombres del Titanic?
     Y en el naufragio del Titanic, donde zozobran dólares, ambiciones, instintos egoístas y mil cosas prácticas de peso, sólo se salvan las mujeres y los niños, esto es, la parte débil, pero la más delicada y bella de la especie humana, ¡la poesía!
         Los niños y las mujeres. ¿Hay algo que mejor que ellos encarne la poesía de la vida? Pues ahí está ella, la poesía, esa divina cosa etérea que muchos desdeñan, flotando -sana y salva- sobre las ondas mismas que se tragaron tantas toneladas de cosas prácticas a bordo del Titanic. Ahí está ella -la inmensa y la eterna- brillando y triunfando, no en aladas estrofas de iluminados poetas, sino en las almas mismas de los millonarios, de los comerciantes, de los hombres de bolsa y de panza. Ahí está ella esparciendo, sobre la escena trágica del hundimiento de un barco, un delicado destello de idealidad que no encontramos en las hazañas de los Alejandros y los Césares. “Muramos nosotros y que se salven las mujeres y los niños”. Eso dijeron sencillamente aquellos hombres oscuros; eso decían, mientras el enorme barco herido se iba hundiendo en la mar y en la noche. Y mientras el agua y la muerte subían a arroparlos para siempre, allá lejos sonaban los adioses de las mujeres y los niños, ante cuya omnipotente debilidad, y ante cuya excelsa y misteriosa y fascinante idealidad, una muchedumbre de hombres sencillos, de faena y de rutina, sin pizca de sentimientos poéticos, acababa de inmolarse, sobreponiéndose a lo que hay de más fuerte y apremiante en todo hombre: el instinto de conservación.



VOCABULARIO CONTEXTUAL



1.Heroísmo= Realización de hechos extraordinarios y abnegados en servicio del prójimo.

2.Manso= Sereno, apacible, sosegado. Sin presunción. 
 
3.Elegante= Gallardo, caballeroso, deferente.


4.Ruda= Violenta, impetuosa, desconsiderada.

5.Tierra del dollar= Estados Unidos de Norteamérica.

 6.Prosa= Aspecto de las cosas que se oponen a lo ideal. Lo corriente, lo vulgar.

 7.Prosaicos= Faltos de idealidad o elevación; insulsos, vulgares.

  8.Burgueses= Pertenecientes a la clase media u opulenta.


  9.Basta= Grosera, tosca, sin pulimento.

10.Redonda= Se refiere en forma figurativa y familiar a las monedas.

11.Gallardo= Valiente, audaz, denodado.

12.Desdeñosos= Indiferentes, impasibles, imperturbables.

13.Galantería= Caballerosidad, hidalguía, altruismo.

14.Zozobran= Que se pierden o se van a pique (que se hunden). 

15.De faena y de rutina= Dedicados al trabajo ordinario y repetitivo.

16.Inmolarse= Dar la vida en beneficio de otros.




viernes, 12 de abril de 2024

¡TANTA GALANTERIA!

 


                                                        ¡TANTA GALANTERIA!

(Fragmento del artículo de 1916 Nuestras Mujeres)

     Nuestras mujeres... Sería bueno decir alguna vez alguna cosa de ellas que no sea bobona y babosa galantería. ¡Tanta galantería, santo Dios, como tienen que oir las pobresitas desde que les amanece hasta que les anochece! Que si los ojos, que si la boca, que si el pelo, que si el talle, que si tal, que si cual. Nunca se les menciona nada que no sea su cuerpo, cara, carne, superficie exterior. Nunca se las alaba por ningún rasgo peculiar del carácter, por ninguna condición elevada del espíritu, por ningún chispazo o fulgor de muy adentro, de más allá de los traídos y llevados ojos verdes o azules o negros: por nada, en fin, de lo que anuncia una fuerte, original o selecta personalidad. Siempre los ojos, el pelo, los dientes, la boca, los pies y las manos. Tal parece que son o que las tomamos, por simples muñecas, por juguetes de puro artificio donde sólo hay exterioridad. Realmente tienen mucha paciencia y extraordinaria humildad las pobres mujeres para no rebelarse, empalagadas y hasta exasperadas, contra tanto y tanto galanteo insustancial y machacón.





VOCABULARIO      CONTEXTUAL





  1.Galantería= Acción de tratar de captarse el amor de una mujer con expresiones obsequiosas.
  
  2.Bobona= Necia, tonta, mentecata.
  
  3.Babosa= Exageradamente rendida, obsequiosa, galante, aduladora, cortés.
  
  4.Rasgo= Acción o cualidad notable.

 5.Chispazo= Dícese de las señales que preceden a algo de mayor importancia. Ingenio, viveza.
  
 6.Fulgor= Esplendor. Cualidad de la persona que ha alcanzado su máximo desarrollo o su máxima perfección.

  7.Anuncia= Que da indicios de algo. 

  8.Muñecas de artificio= Figurillas de mujer, que sirven de juguete.

  9.Empalagadas= Cansadas, fastidiadas, hastiadas.

10.Machacón= Dícese de lo que se repite con terquedad e impertinencia.




lunes, 1 de abril de 2024

LA PALANCA ESTOMACAL

 



                                           LA PALANCA ESTOMACAL

(Artículo de 1920)




     Hace ya días, muchos días, que leí una crónica de mi inteligente amigo Lino Tipo, y tomé la resolución de escribir algo acerca de ella. Pero la falta de tiempo, la pereza, vaya usted a saber, me han tenido hasta hoy sin realizar mi propósito, y no es cosa de que se me quede inédito lo que me sugirió la jugosa charla linotipesca.
    Decía en síntesis el querido amigo --cuánto siento no tener a mano LA ESTRELLA que traía dicha crónica-- que todo cuanto se hace, se ha hecho y se ha de hacer en el mundo obedece fatalmente a los tiránicos dictados del estómago, víscera en que coloca él algo así como el máximo resorte de todos los actos humanos, desde los más groseramente egoístas hasta los más aparatosamente altruistas.
     Estoy de acuerdo con Lino Tipo en muchas cosas, pero no puedo estar de acuerdo con él en esto de hacer del estómago el centro ordenador e inspirador de las acciones humanas. No, no y no, amigo mío. Yo carezco ahora de tiempo y de cachaza y de espacio en el periódico para una maciza disertación acerca del interesante punto que usted plantea en la forma sencilla y atrayente que caracteriza su estilo. Pero, quiero al menos manifestar mi inconformidad con su afirmación.
     ¡Qué ha de ser el estómago el tirano ese todopoderoso que usted dice! Somos interesados, eso sí y nos peleamos como alimañas feroces un mendrugo cualquiera. Hemos echado a perder el mundo con el abominable estruendo de nuestras trifulcas y amenazas comerciales e industriales, pero lo cierto es que a pesar de vivir encajonados dentro de un sistema social tan estúpido que nos obliga a disputarnos el pan, que pone a la propiedad antes que a la vida y a la moneda antes que al hombre, pueden tanto en nosotros el corazón y la inteligencia, o sea, lo que está más alto que el estómago, que todas o la mayor parte de las pobres sabandijas humanas somos unos fracasados económicamente, estomacalmente, y lo somos por no otra razón que porque somos muy malos, muy rebeldes, muy ineptos y desleales sirvientes del estómago.
     Y somos tan pobres servidores del estómago, porque, por mucho que hagamos para no desviarnos de la ruta clara que conduce a la conquista del pan, hay una fuerza, la vocación, que tira de nosotros sin cesar, y nos lleva y nos trae y nos sacude a su antojo colocándonos muchas veces, muchísimas veces, en abierta y sufrida contradicción con los más claros dictados del estómago. No hay que remontarse a Jesús, ni a Buda, ni a Sócrates para buscar ejemplos de esto que digo. Basta quedarnos en los hombres de hoy, en los hombres de todos los días.
     Es más, para mayor comodidad, ni siquiera tenemos que acudir fuera de nosotros mismos en busca de comprobaciones. Ahí está usted y aquí estoy yo para ilustrar hasta la evidencia mi aserto de lo poco que puede el estómago cuando lucha con la vocación. Revise y aquilate bien su propia vida, la cadena de episodios que le ha traído a usted hasta aquí, y verá cómo no tiene más remedio que bajar la cabeza y confesarme que, de cada cien pasos que usted ha dado, noventa por lo menos los ha dado en abierta y suicida contradicción con los más categóricos y apremiantes dictados de su víscera estomacal. ¿Sería usted periodista, amigo mío, habría usted cogido siquiera una pluma en sus manos para hilvanar jamás una crónica, si el diablo de la vocación no le hubiera cegado hasta el punto de preferir el duro y mal pagado oficio de la pluma a cualquiera otro de los innumerables y fáciles y cómodos que conducen a uno, si no a la opulencia, a una relativa holgura económica de índole burguesa? ¿Sería yo lo que soy si no hubiera comprometido y sacrificado mil ochocientas veces prebendas y granjerías bien redondas, que no le faltan a nadie que de veras se preocupe exclusivamente de lo que atañe a la salvación de su vientre, sólo por haber seguido los impulsos imperiosos e irresistibles de esa fuerza interior formidable que llamamos vocación y que, a unos más, a otros menos, nos hace a todos marchar a latigazo limpio por donde ella quiere, o cerca de donde ella quiere, y no por donde quiere Nuestro Señor el Estómago? 
     Y ya que hablo de mí, quiero decirle que yo represento, sin duda y sin modestia, un progreso considerable en el orden intelectual sobre mi padre, y tuve además, para triunfar económicamente, facilidades y oportunidades que él nunca tuvo. Pues bien, mi señor padre es rico, y sería rico fatalmente aunque lo hubieran echado al mar metido en un saco, ya que el primer principio de su filosofía es el ahorro, madre de la riqueza, y ya que en él, en mi querido padre, filosofía y vocación marchan en el mejor de los acuerdos. Y en cambio yo, aquí me tiene usted haciendo crónicas, que es lo mismo que decir haciéndome cada día más pobre que una rata.
     Y lo que nos pasa a nosotros, les pasa a tres cuartas partes de nuestros semejantes, ninguno de los cuales se acuerda de Santa Bárbara sino cuando ha tronado muy recio. Esto sin hablar de los héroes, de los iluminados, de los grandes faros mentales de la humanidad: Buda, Jesús, Platón, Napoleón --también redentor aunque parezca paradoja--, Tolstoy, Nietzche, Whitman, Ibsen, etc. ¿No le choca a usted, amigo mío, el que, a medida de un hombre se eleva en la escala de los valores intelectuales, se aparta más y más de su conveniencia individual para solidarizarse más y más con la conveniencia universal? De todo lo cual se desprende que el estómago está donde debe estar, en los cimientos de la fábrica humana.
     Es necesario, es respetable en su papel, pero encima de él está lo que impera, lo que se impone, todo cuanto hace de la casa, o un soberbio palacio o un sombrío calabozo. Es un tornillo imprescindible de la máquina, pero no es el eje de la máquina. Precisamente, si por algo es absurdo el presente sistema social, es porque no tolera otros estímulos para el hombre que los meramente estomacales. Y éstos, créame, ya no mandan más que en el hombre primitivo, el animal, tipo de hombre que una incesante evolución de la afectividad y de la inteligencia ha vuelto muy escaso, y más que escaso flojo, sin ningún influjo espiritual sobre los demás.
     Por eso es por lo que yo le convido a usted a que, para consolarnos de nuestras quiebras, fracasos, tropiezos y catástrofes estomacales o económicos, murmuremos como un rezo amable aquello tan genial y tan lindo de Rubén Darío, cuando lloró su perdida juventud: "Pero es mía, nuestra, el alba de oro".




VOCABULARIO    CONTEXTUAL




  1.Palanca= Interseción poderosa o influencia que se emplea para lograr algún fin.

  2.Lino Tipo= Pseudónimo de algún periodista amigo de Nemesio.

  3.Fatalmente= Inevitablemente, forzosamente, ineludiblemente.

  4.Aparatosamente= Excesivamente, exageradamente.

  5.Cachaza= Tranquilidad, calma, sosiego.

  6.Maciza= Bien fundada, con base sólida.

  7.Prebendas= Ventajas o beneficios que recibe una persona con poco trabajo.

  8,Granjerías= Beneficios, ganancias, provechos.

  9.Redondas= Muy provechosas.

10.Influjo= Influencia, ascendiente.

11."Pero es mía, nuestra, el alba de oro"= Trasposición del verso final de la Canción de otoño en primavera de Rubén Darío. El verso exacto dice así: : "Mas es mía el alba de oro".





jueves, 21 de marzo de 2024

CERDOS O TIGRES

 



                                                    CERDOS O TIGRES

(Fragmento del artículo de 1915 Cerdos o Tigres)

      Muchos hombres inteligentes se lamentan de la sangre, de las lágrimas, del dolor, en fin, que produce la guerra, pero yo les pregunto: ¿es que este estado de sangre, de lágrimas y dolores de todas clases es peculiar sólo de la guerra? ¿es que el mundo estaba tan bien organizado que era un paraíso antes de la guerra?
     No; no era un paraíso, ni siquiera un purgatorio. Por la estupidez secular de los hombres, lo que pudo ser un paraíso lo hemos vuelto un corral o pesebre mucho más odioso que un infierno. Restricción aquí y restricción allá, para lograr relativo bienestar, las más de las veces puramente físico, necesitamos dejar de ser hombres, abdicando de cuanto de noble y generoso tenemos en el alma, para volvernos raquíticos, sórdidos, viles, ramplones, mercenarios, solapados, traicioneros; sucias y despreciables alimañas reventando de baja codicia.
     Una de dos: o es uno tan mediocre, tan poquita cosa, que no le hace sombra a nadie, y consiente de buen grado en seguir la rutina, el camino trillado por donde han ido los muchos burros inconscientes y satisfechos que en el mundo han sido, o es uno de esos hipocritones cejijuntos y apestosos a respetabilidad que están dispuestos a cualquier infamia, siempre que esta infamia la puedan realizar impunemente, sin choque con la ley y sin escándalo de nadie. Y como este último camino de la hipocresía es incompatible en todas partes con toda fuerte organización de hombre superior, de ahí que sólo los listos, los hábiles, los astutos, las felices medianías flexibles de espinazo, los hombres de tipo medio, en fin, cuya mentalidad está tan lejos de la del hombre superior como de la del mediocre, sean los que tienen la vía ancha y expedita desde que nacen para llegar a todas las cumbres políticas y sociales.
     Y ahora déjeseme volver a preguntar: ¿un mundo así, donde para aspirar a un poco de bienestar es preciso ser nulo o bribón, vale la pena de poner empeño en mantenerlo en paz? No. Lo dije otra vez y lo repetiré machaconamente un millón de veces: puesto que la paz de que gozamos es una ficción burda ya que lo cierto es que vivimos como perros hambrientos disputándonos ferozmente los pocos mendrugos que nos caen de la mesa de los tres o cuatros potentados de cada país, bien está que a la pelea solapada, mañosa y rastrera que sosteníamos, suceda la pelea franca y noble de los campos de batalla donde va el hombre a engrandecerse con la grandeza trágica del minuto supremo en que siente que su vida es de vidrio y va a romperse. De esa gran convulsión social y política, es indudable que algún cambio ha de sobrevenir. Y como peor de lo que estamos no podremos estar --porque ninguna evolución humana, como ésta del capitalismo a que hemos llegado, puede hacer del hombre un esclavo más abyecto y torturado de lo que es hoy-- es evidente que debemos dar gracias a los dioses, y hasta caer en la cursi majadería de cantar himnos, por el advenimiento de esta santa y bella explosión de ira que llena de cadáveres los campos europeos.
     Sí; que siga la zambra y que corra a torrentes la sangre de los hombres, si es que de esa sangre derramada ha de surgir un cambio. Y si no ha de surgir un cambio y hemos de escoger entre seguir viviendo como cerdos o matarnos como fieras, que siga de todos modos la zambra y que corra a torrentes la sangre de los hombres y que sea la matanza nuestro único ideal. Que mejor es matar de un zarpazo o morir de un zarpazo, que ir echando barriga y volviéndose respetable, a fuerza de negación u ocultación de sí mismo, en esta necia vida gazmoña y cochina que vamos viviendo...


VOCABULARIO      CONTEXTUAL



  1.Cerdos= Hombres indecentes, deshonestos, desvergonzados.

  2.Tigres= Hombres crueles, inhumanos, sanguinarios.

  3.Cejijuntos= Ceñudos= Con gesto de concentración, seriedad o preocupación.

  4. Expedita= Libre de estorbos u obstáculos.

  5.Nulo= Incapaz, inepto.

  6.Machaconamente= De forma reiterada.

  7.Abyecto= Vil, despreciable.

  8.Cursi= Que con apariencia de elegancia es ridículo y de mal gusto.

  9.Majadería= Bobería, simpleza, necedad.
    
10.Zambra= Fiesta con bulla y regocijo.

11.Gazmoña= Mojigata, santurrona, hipócrita.





domingo, 10 de marzo de 2024

EL PORVENIR

 


                                      EL PORVENIR

(Fragmento del artículo de 1922 Al Borde de la Guerra)

     Con países armados hasta los dientes en el seno de pueblos en bancarrota, con los tremendos odios nacionalistas entre estos pueblos recrudecidos en vez de aminorados por sus hombres directores, con pulpos industriales y bancarios en constantes maquinaciones para llegar primero a esta presa, o a la de más allá... imaginaos si es posible que pase mucho tiempo sin que volvamos a vivir bajo el fatídico imperio de las bayonetas, los cañones, las ametralladoras, los torpedos, las bombas, y las mil y quinientas abominaciones que la inmensa imbecilidad de los hombres ha creado para su propia destrucción.
     Por no llevar a la dirección suprema de los asuntos mundiales un criterio que se diferencie en algo del que sirve para las diarias y pedestres riñas que engendra la competencia mercantil en sus aspectos más sórdidos y brutales, estamos otra vez al borde de una catástrofe mundial cuyas colosales perspectivas de exterminio nadie puede prever.
     Nueve civilizaciones tan arrogantes, tan florecientes como ésta que vivimos, han perecido en la historia del mundo. La nuestra es una más que corre al abismo empujada por los siniestros hombresitos de media cuchara que la pobre e insensata bestia humana a puesto al frente de sus asuntos capitales de vida y muerte. O viene la guerra y con ella el exterminio total del mundo civilizado, o la revolución se anticipa a la guerra y sobre los escombros de lo viejo se empieza de veras la edificación de una nueva estructura social de donde quede eliminado para siempre el monstruo de la competencia engendrador del monstruo del militarismo. ¡Maldito monstruo en cuyas sanguinarias entrañas se agazapa la muerte!




VOCABULARIO     CONTEXTUAL



  1.Seno= Parte interna de una cosa.

  2.Bancarrota= Quiebra.
  
  3.Nacionalistas= Relativo al apego de los naturales de una nación a ella propia por encima de las demás.
  
  4.Fatídico imperio= Funesto y desgraciado ascendiente o dominio. 

  5.Abominaciones= Refiérese a las cosas muy malas o perjudiciales.

  6.Imbecilidad= Dícese de las acciones que se consideran improcedentes o sin sentido.

  7.Criterio= Juicio o discernimiento.

  8.Pedestres= Vulgares,

  9.Engendra= Que causa, ocasiona.

10.Mercantil= Perteneciente al mercader, a la mercancía o al comercio.

11.Sórdidos= Mezquinos.

12.Brutales= Violentos e irracionales.

13.Siniestros= Malintencionados, funestos. 

14.Media cuchara= Expresión coloquial para designar a personas de mediano entendimiento o habilidad en cualquier arte u oficio.

15.Agazapa= Que se oculta o está al acecho.