EL ASUNTO DE FIUME
(Artículo de 1919)
Los que tenemos el afán de que del mezquino principio nacionalista, engendrador de estúpidas rivalidades, odios y contiendas, se pase pronto al amplio principio universalista --que no ve en las divisiones geográficas más que accidentes de residencia y no mira en el hombre el punto donde nació por azar sino su valor como individuo-- no podemos simpatizar con arrebatos de patriotismo nacionalista de la índole del que indujo últimamente a D'Annunzio a proclamar la anexión de Fiume a Italia, a ciencia y paciencia del gobierno de Italia y de los cejijuntos espantajos del Consejo Supremo. Desde este punto de vista, la epopeya dannunziana en Fiume es sólo un episodio, más o menos pintoresco, del viejo concepto patrioteril de la vida que inflama la brillante imaginación del poeta y, por consiguiente, lo contemplaríamos con la misma indiferencia con que hemos visto las diarias trifulcas que el nacionalismo viene encendiendo en Europa.
Pero... somos humanos y confesamos que, basta que el incidente de Fiume represente, como parece representar, una mosca más en la venerable nariz del Consejo Supremo, para que nos alegremos de la calaverada bélica de D'Annunzio.
Juzgando de las cosas con el mismo criterio venterilmente nacionalista que puso en práctica el Gran Consejo, nos parece que ni siquiera en el reparto de despojos ha sabido proceder con equidad el dichoso triunvirato. Al paso que a Inglaterra se le han dado, o permitido, las mejores presas y se ha tratado a Francia con casi la misma liberalidad, a Italia se le ha regateado todo, olvidándose de los inmensos sacrificios que le cuesta la guerra. Mucha manga ancha para los unos y mucho puritanismo para los otros. Ya hemos visto las barrabasadas que se le vienen consintiendo a Rumanía, sólo por la cuenta y razón que les trae su amistad a los zorros del imperialismo francés. Pues bien, puesto que hasta la fecha sólo los actos de fuerza, los hechos consumados, por vandálicos que sean, son los que han reconocido los Faraones, creo que han hecho bien D'Annunzio y los suyos en no hacer caso de las pragmáticas del Consejo. Una vez en Fiume, el Consejo no tendrá más remedio que proceder con ellos con la misma indulgencia que ha mostrado hacia otros actos de fuerza de rumanos, polacos, checoslovacos y demás ahijados o disponerse, por primera vez, a volver por los fueros de su autoridad. Y en este caso, mientras menos políticos italianos influyentes queden del lado del imperialismo (con lentejuelas democráticas) del Consejo, más pronto tendremos al cálido y vibrante pueblo italiano en la acera de enfrente, esto es, en las filas de los pueblos resueltos a ensayar un nuevo tipo de democracia en Europa.
VOCABULARIO
1.Fiume= Ciudad de Croacia. En 1919, un ejército italiano, bajo las órdenes de Gabriele D'Annunzio ocupó la ciudad estableciéndola como Estado soberano.
2.D'Annunzio= Gabriele D'Annunzio (1863-1938)= Poeta, dramaturgo, novelista, militar y político italiano.
3.Consejo Supremo= Conocido también como el Consejo de los Tres. Sus miembros: Woodrow Wilson (EEUU), Lloyd George (Reino Unido) y Georges Clemenceau (Francia).
4.A ciencia y paciencia= Con el consentimiento o tolerancia de alguien.
5.Inflama= Que le enardece las pasiones.
6.Calaverada= Acción propia de persona de poco juicio.
7.Venterilmente= Se usa despectivamente para indicar los asuntos propios de un ventero.
8.Barrabasadas= Acciones disparatadas que provocan algún perjuicio.
9.Pragmáticas= Órdenes emanadas de competente autoridad.
10.Volver por los fueros= Retomar sus poderes.
11.En la acera de enfrente= En el bando, grupo o partido contrarios.
Muy buen artículo para los que somos universalistas. Excelente!!
ResponderBorrarSaludos compañera Lidia.
BorrarEl peligro de este principio nacionalista de que habla Nemesio es que los lindes entre éste y el chovinismo son muy difusos. El mejor ejemplo que tenemos de ello son los Estados Unidos de Norteamérica que con sus actitudes exaltantes de sus propios valores se creen con el derecho a tratar con desdén a los demás pueblos que comparten esta pequeña esfera y de imponerles, a sangre y fuego, sus propios modos de vida.