domingo, 27 de enero de 2019

EL NEGRO






EL NEGRO
(Artículo de 1916 El Negro)

     
     Sólo por ignorancia, por una limitación espiritual lamentable, es que muchos continúan viendo en el negro algo así como un espantajo para meterle miedo al nene, o como una bestia sudorosa y paciente venida al mundo para ahorrarle al blanco la molestia humillante de cortar la caña, de lavar la ropa y el piso, de hacer la comida, y otros menesteres todavía más bajos y penosos.
     Y, sin embargo, basta asomarse con un poco de cultura y simpatía al espectáculo del mundo, para uno echar de ver que casi siempre es más interesante, un ejemplar humano más noble y valioso, el humilde negro que suda el quilo en la vega de caña, que el señor gordiflón por quien trabaja. Generalmente, este señor gordiflón tiene una leontina, y en esta gruesa leontina, si es de oro, es que radica todo lo que, de valor positivo, podemos encontrar en la persona del hombresito gordiflón monarca de las cañas. Generalmente ¡ay! en la persona del hombresito gordiflón para quien suda el negro sólo encontramos, si lo miramos bien, los tres o cuatro o los diez o doce elementos integrantes de una grosera máquina de deglución y de acumulación de intereses simples y compuestos. Ni un solo soplo de bondad, ni un destello de comprensión, ni el aleteo más leve de una pura, de una noble emoción. Este hombresito gordiflón sólo recuerda haberse estremecido sincera y desinteresadamente un día que asistió de mala gana a la representación de un drama de Echegaray o de Jorge Ohnet, y en que el primer actor declamó no sé qué frases por no sé qué aparatosa tontería que le habían hecho. Pero aquel nudito en la garganta fue en el teatro, ante un actor famoso que le impuso un respeto casi religioso, entre el silencio y la expectación de todo el mundo, y escuchando un torrente de expresiones nuevas, resonantes y temblequeantes, que le taladraron la grasa y le encontraron los escondidos y adormidos nervios, y se los sacudieron. Pero fuérale a él, en la vida real, sin tramoya ni aparato escénico y sin largas y estrepitosas tiradas grandilocuentes; fuérale a él con cuentos y clamores el mismísimo gallo que cantó en Belén, y ya verían, ya verían la patada o el eructo que él le soltaba al gallo de Belén y al lucero del alba, si no era cosa que le dejase algún provecho o utilidad práctica bien redonda y sonante.
     Pues bien; por estos raros caprichos del destino, este hombresito gordiflón era antes de la abolición de la esclavitud (y dicen que todavía lo sigue siendo), el amo del negrito sudoroso y paciente, y no hay que ser un lince en materia de atisbos psicológicos para quedar convencido de una sola ojeada de que, por poco que valiera el negrito, valía más, mucho más que su amo. El amo era una máquina, el negrito era un hombre. Un hombre sin pulir, pero robusto, pero sano, pero bueno. Bueno porque vino de Åfrica; porque evocaba la imponente, la religiosa grandeza de la selva; porque era el fruto virgen de una tierra inmensa y opulenta; porque en el terso ébano de su cuerpo ágil estaba vivo el músculo, y cálida la sangre, y brava la mirada, y alegre y franco el corazón. Era negro y el otro era blanco, ¿pero y qué? ¿De cuando acá ha sido privilegio de tal o cual color expresar la belleza? ¿No hay más fulgor de misterio y belleza en el diamante o en la perla negra que en el diamente o en la perla blanca? ¿Y qué me decís, so rutinarios, de la noche? ¿Hay esplendor del día que pueda compararse con la magia exquisita de un solo minuto de la noche? ¡Oh la naturaleza, la naturaleza, augusta madre multiforme que no le dió su soplo de belleza ni al blanco, ni al amarillo, ni al verde, ni al rojo, ni al negro; sino que en cada uno se esconde y en cada uno se deja vislumbrar y adorar! El único pecado es separarse de ella, y ella es y será eternamente la norma única, el único criterio de valoración. De ella al hombresito gordiflón dueño del negro y de la leontina, una distancia enorme, puesto que este hombresito a quien sólo le queda vivo un recóndito instinto alevoso y rapaz de roedor, no sólo no la busca, sino que reniega de ella y ya no la recuerda ni casi la conoce. En cambio, de ella, de la naturaleza, al humilde negro que el sol tuesta y devora en la vega, no hay distancia apreciable: son una misma cosa pura y bella en que resuena el latido profundo de la vida. Y siendo así, ¿qué absurda subversión, qué horrible escamoteo del orden natural, qué monstruosa corrupción es ésta que al negro sano, fuerte, ágil, alegre y bello lo convierte en esclavo del monigote vil y abotagado y flatulento de cuerpo y de espíritu?
     ¡Oh mi buen hombresito gordiflón que, sin saberlo él resume y compendia en su manteca y leontina, nada menos que toda una época, y sin saberlo él, trajo la magna guerra que ahora ensangrienta los campos de Europa, y, siempre sin saberlo él, en la convulsa hoguera que él mismo incendió y en la que se achicharran y perecen tantas cosas nobles, se achicharra y perece él también!...
     ¡Oh mudo y manso negro que, humildemente y solitariamente, vas sudando tu vida gota a gota sobre el terrón pesado que deshace tu azada en la paz de los campos: en esta hora solemne en que la grasa del hombresito gordiflón que fue tu amo está chisporroteando en la hoguera de Europa, llegue hasta tí, con mi saludo, la onda de mi emoción!





VOCABULARIO CONTEXTUAL





  1.Espantajo= Lo que se pone en un paraje para espantar, asustar.

  2. Que suda el quilo= Que trabaja con gran fatiga y desvelo.

  3.Gordiflón= Uso popular en Puerto Rico del adjetivo gordinflón= Muy gordo y rechoncho y de carnes abundantes y flojas.

  4.Deglución= Acto de tragar, devorar, consumir.

  5.Adormidos= Adormecidos= Disminuida su sensibilidad.

  6.Tramoya ni aparato escénico= Se refiere a los cambios de decoración y a los efectos escénicos empleados en el teatro.

  7.Redonda y sonante= Ganancia evidente, palpable.

  8.Lince= Persona aguda y sagaz. Perspicaz.

  9.Atisbos psicológicos= Observaciones cuidadosas de la conducta humana.

10.Ébano= Årbol de madera maciza, lisa y negra en el centro. Por antonomasia, negruzco.

11.Fulgor= Esplendor, destello, resplandor.

12.Rutinarios= Dicho de las personas que hacen las cosas sin pensarlas.

13.Alevoso= Perverso, pérfido, traidor, 

14.Abotagado= Hinchado, inflado.

15.Flatulento= Que padece gases en el tubo digestivo.

16.Chisporroteando= Despidiendo chispas reiteradamente.

17.Hoguera de Europa= Primera Guerrra Mundial.





martes, 8 de enero de 2019

NUESTROS INSTINTOS Y LAS MAXIMAS DE LAS RELIGIONES




NUESTROS INSTINTOS
Y
LAS MAXIMAS DE LAS RELIGIONES
 (Fragmento del artículo de 1914 Alrededor de un Cable)

     Acabo de leer la noticia cablegráfica de las crueldades que los cristianos del Epiro, Grecia, han cometido con los mahometanos. Dice el cable:
     “Durazzo, Albania, mayo 7. -Se reciben informes en esta ciudad de que los epiros han cometido actos de verdadera barbarie”.
     “En uno de los últimos combates que han tenido con los mahometanos prendieron 150 soldados de estos últimos y los crucificaron en la iglesia, quemando los cadáveres de los cuales salió una densa humareda que invadió la ciudad llenándola de acres olores de carne quemada”.
     Aunque las pruebas de que los cristianos no son ningunos corderitos han sido abundantes durante la reciente guerra balkánica, no está de más que venga otra prueba fresquecita a acabarnos de quitar la venda, en cuanto a la mansedumbre evangélica de esas palomitas de Cristo que allá en el Epiro se entretienen en la piadosa tarea de crucificar y quemar vivos a los turcos.
     Recuérdese que no son sólo los lejanos epirotas los cristianos que conservan todavía el hábito de quemar vivo al prójimo. Aquí, muy cerca de casa, tenemos también cristianísimas personas que, en menos de lo que canta un gallo, despachan un negro por el mismo procedimiento ese, tan expeditivo y tan clásico, de la quema.
     Casi no necesito decir que hablo de los linchamientos que tienen lugar, un día si y otro no, en los Estados Unidos.
     De todo lo cual no es posible inferir otra cosa sino que las máximas de las religiones tienen muy poca o ninguna influencia sobre las acciones de los hombres. Precisamente cuando pesaba más sobre la humanidad el sentimiento religioso, en los ya distantes tiempos medievales, era, ¡ay!, cuando con más sandunga se mataban y se achicharraban las gentes.
     Y ahora mismo entre nosotros, el mismo hombre que por la mañana entra en la Casa del Señor y se arrodilla y reza con verdadera unción veinte padrenuestros, más de un caso se ha dado de que por la tarde, en un negocio de usura cualquiera, se le haya visto devorar de un bocado el patrimonio de toda una familia.
     ¿Cómo pueden caber en un solo hombre dos sentimientos tan opuestos como el sentimiento, dulce y blanco, emanado de la evangélica frase ama a tu prójimo como a ti mismo; y el otro sentimiento rojo que se traduce en horrendas usuras y en quema de negros o de turcos? No se puede dudar de que caben, ya que nos lo dice la experiencia diaria. Sólo nos resta, pues, buscarle una explicación al extraño e interesante fenómeno; y la que, después de mucho leer y cavilar, me parece más lógica, más sensata, es la de que por debajo de lo que creemos está lo que sentimos, y más abajo aún, en la capa subterránea de lo subconsciente, está la falange misteriosa de nuestros instintos; y esta falange, que no es cristiana, ni mahometana, ni espiritista, ni budista, ni siquiera deísta, porque hasta ella no baja nunca la luz del pensamiento, esta falange indómita y terrible es la que nos gobierna siempre, recemos o no recemos padre-nuestros.
     ¿Queréis hombres mansos que no maten o quemen ferozmente al prójimo? Pues debilitad sus instintos de manera que no se salgan siempre con la suya. Y esto, ¿cómo se logra, cuando hemos visto, que la gran fuerza de la religión nada o casi nada puede? La experiencia, la diaria y sapientísima experiencia contesta por mí, diciéndonos, con innumerables e irrebatibles pruebas, que, a medida que van naciendo en el hombre, por el bienestar y la cultura, instintos conservadores y mansos de confort, de pulimento, de arte, de sociabilidad, de curiosidad intelectual, y otros de la misma índole de éstos, la falange indómita y brutal de sus instintos subterráneos de bestia, va afinándose, debilitándose, muriéndose; hasta que llega un día en que, naturalmente, sin oraciones a Mahoma ni a Jesús, nuestro hombre se desmaya ante la sola idea de una familia despojada o de un negro o un turco quemado.





VOCABULARIO CONTEXTUAL





1.Corderitos= Personas apacibles, clementes, compasivas.

1.Palomitas= Personas de genio pacífico y bondadoso.

2.Despachan= Que matan, quitan la vida.

3.Expeditivo= Dícese de lo que facilita la salida en un asunto.

4.Máximas= Doctrinas de contenido moral o educativo. Normas de conducta.

5.Sandunga= Se usa para indicar que se hace por diversión.

6.Unción= Devoción, recogimiento y fervor.

7.Dulce= Afable, complaciente, dócil.

8.Blanco= Inmaculado, purísimo.

9.Rojo= Intolerante, intransigente.

10.Falange= Número indeterminado y abundante de cosas.

11.Cristiana= Peteneciente a la religión de Cristo y arreglada a ella.

12.Mahometana= Que profesa la religión de Mahoma.

13.Espiritista= Que profesa la doctrina de los que suponen que pueden ser evocados los espíritus de los muertos para conversar con ellos.

14.Budistas= Que profesan la religión de Buda.

15.Deísta= Que profesa la doctrina que reconoce un Dios creador, pero sin admitir revelación o culto externo.

16.Mansos= Apacibles, sosegados, benignos y suaves en la condición.