miércoles, 27 de abril de 2022

NUESTRA FUERZA

 



                                              NUESTRA FUERZA

 (Fragmento del artículo de 1922 (¡Dios y Hormiga!)



     ¿Le parece a usted que por el hecho que el Presidente representa “al gobierno más poderoso del mundo” no nos toca sino sufrir y callar, no importa cuál sea el desaguisado que se le ocurra cometer contra nosotros? Está bien que seamos prudentes y que no busquemos camorra por motivos baladíes y que, como chiquitos y humildes que somos, agotemos nuestra capacidad de resistencia antes de proceder a mayores.
     Pero, no tratándose de ninguna clase de lucha armada, ¿qué nos importa que el adversario mida un pie o mida una milla de estatura?
     Toda su fuerza física es impotente contra nosotros, como es impotente un elefante contra una hormiga. Nuestra lucha no se desenvuelve en el plano físico de las bayonetas y los cañones, sino en un plano superior donde nuestra misma pequeñez bien explotada se convierte en un tremendo factor de pujanza.
     Me dirá usted quizá, con socarrona sonrisa escéptica, que el pez grande se come siempre al chiquito grite o no grite, y ahí están para probarlo Nicaragua, Cuba, Santo Domingo, etc. Muy bien, pero fíjese en que nosotros hemos sido tragados ya, desde el punto de vista internacional. Estamos ya dentro del monstruo, formamos parte de su masa y organización, y ya se sabe que no hay coloso alguno en el mundo que no salte y ruja de dolor cuando una sola célula de su cuerpo se encalabrina y se pone a chillar.
     Y esa es la cuestión para nosotros: saber chillar, saber chillar a tiempo y bien.
     ¡Callarse y sobrellevar con paciencia las flaquezas del prójimo cuando el prójimo tenga un garrote en una mano y un machete en la otra! No y no. Con esa moral se convertiría esto en una letrina y sería abominable.





 VOCABULARIO CONTEXTUAL





1-El Presidente= Se refiere al presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.

2.Desaguisado= Agravio, denuesto, acción descomedida.

3.Camorra= Riña o pendencia.
  
4.Baladíes= De poca importancia y aprecio.

5.Impotente= Que carece de poder y fuerza para ejecutar una cosa.

6.Pujanza= Fuerza grande para ejecutar una acción.

7.Socarrona= Astuta, disimulada y con burla encubierta.

8.Escéptica= Que no cree o finge no creer en determinadas cosas.

9.Nicaragua= Invadida por los Estados Unidos en 1911.

10.Cuba = Intervenida militarmente por los Estados Unidos en 1899.

11.Santo Domingo= República Dominicana= Invadida por los Estados Unidos en 1905.

12.Coloso= Persona o cosa que, por sus cualidades, sobresale en gran manera entre los demás.

13.Ruja= Que se manifieste con gritos y protestas.

14.Encalabrina= Que se excita e irrita y causa turbación.

15.Letrina= Dícese de los lugares sucios y asquerosos.

16.Abominable= Digno de ser aborrecido.






viernes, 22 de abril de 2022

BRONCE ARECIBEÑO

 



                                                 BRONCE  ARECIBEÑO

                                    (Artículo de 1916 Bronce Arecibeño)


     Bravo mar. Furibundo, ululante, desgreñado, epiléptico; loco y trágico mar de Arecibo. Y frente a él, muchas calles, muchas casas, muchas vidas humanas que comían, que dormían, que morían: actores inconscientes de la lenta, larga, fatigosa tragedia del vivir. Y del fondo gris de este cuerdo, mudo, laborioso hormiguero humano -trágico sin saberlo y sin quererlo- se destacó un día él, Víctor Rojas, hombre humilde, hombre pobre, hombre negro, pero hombre de tan fina sensibilidad, de tan espléndida contextura física y moral que, sintiéndose asfixiar dentro del marco de la vida lenta y hacendosa de sus prójimos, ahitos de una cordura equivocada y trágica, saltó una tarde, retozando, sobre el lomo nervioso del mar; y la emoción de peligro y de liberación que el monstruo le brindó fue de un sabor tan raro, tan intenso, tan grato para su alma selecta, que perdió para siempre toda su discreción de buen hombre (de buen hombre amarrado con garfios a su pan, a su casa, a su azada o su hacienda, a su prole, a su nombre, cosas todas de sombra en un mundo de bruma), y, desde entonces se volvió poeta. Poeta de bronce, poeta de la acción que, hambriento de belleza y ebrio de eternidad, se peleaba con el mar y le adoraba. Diariamente él y el mar se embestían, se arañaban, se insultaban, se escupían, se maltrataban, se robaban. Pero a cada aletazo y a cada bramido y a cada escupitajo del mar, la sangre del poeta se sentía aliviada, casi alborozada por el vago instinto muy recóndito de saberse dándole a su vida una actuación y orientación más alta, más humana, más noble y más cuerda que las que marcaron el ritmo de las otras vidas discretas y lentas que en el hormiguero pusieron su afán en la empresa sórdida, pero loca y trágica, de amarrarse con garfios a una tierra que se come el garfio y a la mano también que lo ha clavado.
     Pues bien... Ya en la vejez, cuando al héroe no le quedaba más savia que dar, porque toda la había derrochado en su poema de robarle náufragos y más náufragos a su novia la mar, del hormiguero humano salió una voz glacial de un honrado buen hombre que denunciaba al héroe, poeta y santo de una infracción legal; y a esta voz de buen hombre respondió otra voz más glacial todavía, pues salía de la toga de un correcto juez, y esta voz de este juez condenó al cíclope a la tortura horrenda de multa y de cárcel. Y el santo héroe y poeta que salió siempre ileso del abrazo epiléptico del mar, se volvió loco de dolor cuando sintió que resbalaba, por las líricas cuerdas de sus nervios, la viscosa sensación repugnante de una secreción de cerebro curial. Y pasó a un manicomio; y de allí al cementerio... Y un poquito después, cuando el héroe dormía, las humanas hormigas hacendosas le levantaron una estatua, en torno de la cual continúa aún la espantosa tragedia del comer, del roncar, del medrar, del juzgar, del morir...





VOCABULARIO    CONTEXTUAL




  
1.Bronce= De color más o menos moreno. Ser robusto e infatigable.

 2.Arecibeño= Gentilicio de los originales de la ciudad de Arecibo, Puerto Rico.
  
3.Bravo= Alborotado y enfurecido. Impetuoso.
  
4.Furibundo= Airado, colérico, iracundo; muy propenso a enfurecerse.
  
5.Ululante= Que brama, que da gritos o alaridos.
  
6.Desgreñado= Enmarañado, revuelto, embrollado, desordenado.
  
7.Epiléptico= Convulso, crispado, perturbado.
  
8.Loco= Disparatado e imprudente. Que excede en mucho lo presumible u ordinario.
  
9.Victor Rojas=  Héroe popular de origen humilde, nacido en el siglo XIX. Marino de profesión; según la historia salvó a varios náufragos, por lo cual fue condecorado por España e Inglaterra. Murió loco, en la cárcel.

10.Ahitos= Repletos, hartos, muy llenos.

11.Garfios= Dícese de las cosas que tienen la capacidad para asir, aferrar o adherir a otras.

12.Sombra= Figuración, conjetura, apariencia.

13.Bruma= Confusión, ofuscación, espejismo.

14.Ebrio= Vivamente poseído de una pasión.

15.Embestían= Que se acometían con ánimo hostil.

16.Savia= Energía, elemento vivificador.

17.Derrochado= Dado con generosidad, desprendimiento, liberalidad.

18.Poema= Dícese de las acciones que por su encanto indefinible halagan y suspenden el ánimo.

19.Glacial= Fría, desafecta, indiferente.

20.Cíclope= Gigante, coloso, titán.

21.Líricas= Aplícase a lo que tiene inspiración en donde  predominan los sentimientos y emociones. 

22.Viscosa= Babosa.

23.Repugnante= Desagradable, repulsiva, detestable.

24.Curial= Perteneciente a los que trabajan en la administración de justicia.

25.Medrar= Mejorar uno de fortuna aumentando sus bienes. 




martes, 19 de abril de 2022

LOS HEROES DEL CAMINO

   



                             LOS HEROES DEL CAMINO

(Artículo de comienzos del siglo XX)


    
     Cada día me siento más satisfecho de ser uno de los hombres más cobardes que hay en Puerto Rico para todo lo referente a vehículos, llámense coches, lanchas o automóviles. Cada vez que he tenido que lanzarme a la peligrosa aventura de un viaje o paseo, en uno de tales vehículos, me he vuelto tan gallina que he hecho reir a todo el mundo, y creo que difícilmente encontraré quien haya adquirido en menos tiempo, fama tan sólida de viajero asustado como la que yo me tengo ganada en Ponce y en San Juan. Y lo peor es que,  mientras más viejo me voy poniendo, más asustado, más cobarde, más gallina me siento cuando entro en un coche, en una lancha, en un automóvil. He explicado mil veces la causa de mi miedo, y, en lugar de convencer a nadie, sólo he conseguido que de tanto reir les dolieran las tripas a los que han tenido la suerte de oirme. A menudo me he preguntado, casi con angustia, si sería yo el único cobarde en un mundo de héroes, lo cual me daría la clave de las risas y aspavientos provocados una y otra vez entre mis semejantes; pero pronto la reflexión me ha hecho volver en mí y me he dado cuenta de que si de algo padece el mundo, no es ciertamente de sobra de valor sino de todo lo contrario. Entonces, ¿por qué resulto yo tan pusilánime en cosas que los demás realizan diariamente sin revelar temor ni siquiera nerviosa inquietud?
     Pues no puede ser por otra cosa (lo digo aunque me parta un rayo) que por falta de imaginación para verse rodando por una pendiente como una caja lamentable de huesos y de vísceras, o cogido y agarrotado y quemado a fuego lento bajo la insensible mole de una máquina, o lanzado como un proyectil contra un talud y tendido luego en un camino con los huesos rotos y convertidos en una informe y sanguinolenta masa de carne humana, taladrada por agrios y atroces dolores, con la cruel perspectiva de un hospital, primero, y de unas muletas, después, para arrastrarse por el mundo, si se tuvo la desgracia de salvar la vida. Si tuvieran imaginación verían todo esto, y si lo vieran se tendrían que espantar como me espanto yo, cada vez que tengo que volverme bulto y poner la integridad de mi cuerpo en manos de un cochero o de un chofer. No es, no, la perspectiva de la muerte, una muerte inesperada y rápida como el relámpago, lo que a mi me arredra cuando emprendo un viaje; es algo más o algo menos, según se considere; es la amenaza de perder un brazo o una pierna y de sufrir la tortura inquisitorial de una o varias operaciones quirúrgicas, para quedar luego lisiado para siempre: he ahí lo que me hace provocar la hilaridad de los pasajeros cuando pregunto, al entrar en un auto, si hay cadena, si los frenos funcionan bien, etcétera, etcétera.
     Y lo chocante es que si al pasajero risueño a quien le hace cosquillas mi inquietud de rata le pusieran conmigo frente a un revólver, la risita idiota se helaría en sus labios y quizá sí entonces los papeles se trocaban y él se volvía gallina y yo león... He puesto un quizá y lo quito; lo quito para asegurar rotundamente ahora que el pasajero de las cosquillas a quien la falta de imaginación le hace parecer un héroe de las Termópilas cuando le pide al chofer que vuele para llegar media hora antes, o pasarle al carro que encontró en su camino, no tiene, sería muy extraordinario que lo tuviese, el instinto de conservación tan amortiguado como lo tengo yo, por la reflexión y la filosofía, para afrontar serenamente la pérdida total de la vida. De cada mil hombres que he conocido, novecientos noventa y nueve son cobardes de solemnidad ante el menor peligro de muerte; novecientos noventa y nueve son, pues, inferiores a mí, en sereno y reflexivo valor, puesto que para este sereno y reflexivo valor es necesario algo que ellos no tienen, esto es, la facultad de saberse abismar cuando se quiera en la honda sima tenebrosa del problema enorme del ser y del no ser.
     Pero es que lejos de avergonzarme de tomar precauciones y pedir cadenas para las gomas patinadoras de un carro automóvil, me complazco más y más en exhibir mi miedo como quien exhibe un diploma. Un diploma de imaginación, un diploma de hombre reflexivo que desprecia la vida, pero que no desprecia el peligro de sentirla torturada, magullada y mutilada para siempre, porque a un chaufer bárbaro y a un pasajero necio, se les ocurrió la idiota hazaña gedeónica, de no dejarse que otro vehículo les echara polvo, o de ganar media hora o una hora para anticipar su llegada a casa, a una casa en que quizás son su perro y sus chinelas los únicos entes que no ven con cierto mal humor el rápido regreso del viajero impaciente y audaz que parece un héroe... y es simplemente un bruto.





VOCABULARIO CONTEXTUAL




  1.Gallina= Persona cobarde, pusilánime.

  2.Sólida= Establecida con razones fundamentales.

  3.Ponce= Ciudad situada en la zona sur de Puerto Rico. Es la segunda en extensión territorial y segunda de mayor población de la isla.  Coordenadas: 18°00′N 66°37′W.

  4.San JuanCiudad capital de la isla de Puerto Rico. Coordenadas:18°27′00″N 66°04′00″W

  5.Aspavientos= Demostraciones excesivas de espanto, admiración, etc.

  6.Pusilánime= Falto de ánimo, cobarde, apocado.

  7.Agarrotado= Paralizado, inmovilizado.

  8.Mole= Masa, bulto, cuerpo.

  9.Informe= Que no tiene la forma que le corresponde.

10.Agrios= Dícese de lo que produce amargura, sinsabor.

11.Arredra= Que intimida, atemoriza, amedrenta.

12.Inquisitorial= Relativo a los procedimientos del tribunal eclesiástico que en la Edad Media castigaba cruelmente los delitos contra la fe.

13.Hilaridad= Risotada, carcajada.

14.León= Hombre audaz y valiente.

15.Termópilas= Lugar de Grecia que se hizo célebre a raíz de la heroica resistencia que allí opuso el rey Leonidas en 480 A.C. al gran ejército de Jerjes.

16.Amortiguado= Que está como muerto.

17.Abismar= Entregarse o meterse uno por completo en algo.

18.Honda sima= Dícese de las cosas intensas, extremadas y muy profundas.



19.Hazaña gedeónica= Refiérese a los hechos heroicos y temerarios del juez y guerrero del antiguo Israel llamado Gedeón.


20.Bruto= Ignorante, torpe, necio.







viernes, 15 de abril de 2022

EL CASO DEL TITANIC

 


                                               EL CASO DEL TITANIC

(LECCION DE HEROISMO MANSO Y ELEGANTE)
(Fragmento del artículo de 1912 El Caso del Titanic)

     
     Ciertamente que el caso merece un comentario. No precisamente por el número de vidas perdidas en el naufragio, ni por la índole especial de la desgracia. Es por el rasgo, por el rasgo nuevo, tan noble y tan bello, de los que sucumbieron en dicha tragedia.
     Naufragios, explosiones, incendios, ruinas y catástrofes de todo género hay millares por el mundo; pero, si los cables no mienten, el caso del Titanic nos ofrece una novedad ante la cual bien vale la pena detenerse un momento a pensar.
     Sólo las mujeres y los niños se salvaron. Esto dice el cable.
     Quiere decir que estos hombres del Titanic, en el momento horrible del choque, cuando ya la muerte se les venía encima, cuando no quedaba ya otro recurso que el de ganar a todo trance los botes salvavidas, cuando todo parecía dispuesto para que el instinto de conservación se manifestase en su forma más ruda y más cruel, en lugar de volverse fieras, y, enloquecidos por el peligro, abrirse paso de cualquier modo, hiriendo y matando si era preciso, hasta alcanzar el bote salvavidas, se hacen a un lado todos para que pasen las mujeres y los niños, y mientras éstos ganan los botes y se alejan consternados del barco perdido, ellos, los hombres, se cruzan de brazos con un supremo gesto heroico ante el peligro y aguardan serenamente la muerte.
     No parece realidad. Parece más bien un pasaje de Homero, o un cuadro fantástico trazado por el genio romántico de Hugo.
     Y los hombres que esto hacen no son Bayardos y Roldanes de la edad caballeresca. Son unos cuantos industriales, comerciantes, periodistas y banqueros pertenecientes a esta edad del dollar, y, los más de ellos, oriundos también de la tierra del dollar.
     Hombres de trabajo y de placer rellenos de prosa que estrenan un barco.
     ¿Quién había de pensar que tales hombres, prosaicos y burgueses hasta la raíz del alma, iban a embellecer sus postreros momentos a bordo del Titanic con la luz de un heroísmo nunca visto, heroísmo manso y elegante, infinitamente superior al heroísmo homicida de los poemas homéricos?
     ¿Quién había de sospechar que hombres de alma dura, basta y redonda como el dollar, sin refinamientos artísticos ni repliegues filosóficos, iban a adoptar ante la muerte ese gallardo gesto byroniano en que, desdeñosos del peligro de la propia vida y esclavos de la galantería, su instinto de conservación es sojuzgado en el momento crítico hasta quedar como una alfombra, tendido, suave y manso, a los pies de las mujeres y los niños?
     ¿Quién osará después de esto decir -como se ha venido diciendo siempre- que los hombres de la edad presente carecen de toda idealidad, de todo impulso bellamente heroico?
     ¿Qué paladín de las edades caballerescas, qué Héctor, qué Alejandro, qué César, qué Cid ha dado al mundo espectáculo semejante al de los hombres del Titanic?
     Y en el naufragio del Titanic, donde zozobran dólares, ambiciones, instintos egoístas y mil cosas prácticas de peso, sólo se salvan las mujeres y los niños, esto es, la parte débil, pero la más delicada y bella de la especie humana, ¡la poesía!
         Los niños y las mujeres. ¿Hay algo que mejor que ellos encarne la poesía de la vida? Pues ahí está ella, la poesía, esa divina cosa etérea que muchos desdeñan, flotando -sana y salva- sobre las ondas mismas que se tragaron tantas toneladas de cosas prácticas a bordo del Titanic. Ahí está ella -la inmensa y la eterna- brillando y triunfando, no en aladas estrofas de iluminados poetas, sino en las almas mismas de los millonarios, de los comerciantes, de los hombres de bolsa y de panza. Ahí está ella esparciendo, sobre la escena trágica del hundimiento de un barco, un delicado destello de idealidad que no encontramos en las hazañas de los Alejandros y los Césares. “Muramos nosotros y que se salven las mujeres y los niños”. Eso dijeron sencillamente aquellos hombres oscuros; eso decían, mientras el enorme barco herido se iba hundiendo en la mar y en la noche. Y mientras el agua y la muerte subían a arroparlos para siempre, allá lejos sonaban los adioses de las mujeres y los niños, ante cuya omnipotente debilidad, y ante cuya excelsa y misteriosa y fascinante idealidad, una muchedumbre de hombres sencillos, de faena y de rutina, sin pizca de sentimientos poéticos, acababa de inmolarse, sobreponiéndose a lo que hay de más fuerte y apremiante en todo hombre: el instinto de conservación.



VOCABULARIO CONTEXTUAL



1.Heroísmo= Realización de hechos extraordinarios y abnegados en servicio del prójimo.

2.Manso= Sereno, apacible, sosegado. Sin presunción. 
 
3.Elegante= Gallardo, caballeroso, deferente.


4.Ruda= Violenta, impetuosa, desconsiderada.

5.Tierra del dollar= Estados Unidos de Norteamérica.

 6.Prosa= Aspecto de las cosas que se oponen a lo ideal. Lo corriente, lo vulgar.

 7.Prosaicos= Faltos de idealidad o elevación; insulsos, vulgares.

  8.Burgueses= Pertenecientes a la clase media u opulenta.


  9.Basta= Grosera, tosca, sin pulimento.

10.Redonda= Se refiere en forma figurativa y familiar a las monedas.

11.Gallardo= Valiente, audaz, denodado.

12.Desdeñosos= Indiferentes, impasibles, imperturbables.

13.Galantería= Caballerosidad, hidalguía, altruismo.

14.Zozobran= Que se pierden o se van a pique (que se hunden). 

15.De faena y de rutina= Dedicados al trabajo ordinario y repetitivo.

16.Inmolarse= Dar la vida en beneficio de otros.