lunes, 27 de marzo de 2023

MI VARA DE MAJAGUA

 



                                    MI VARA DE MAJAGUA


Tenía en cartera un asunto de actualidad, para tratarlo ahora; pero llueve, está lloviendo, estoy siendo arrullado por la lluvia, y esto quiere decir que no me siento con ganas ni en condiciones de tratar de nada. Soy inútil cuando oigo llover, para todo lo que exija el más débil esfuerzo mental. La lluvia me marea, me atonta, me aletarga, me limpia el cerebro de toda idea, me hace caer en una especie de modorra dulce, durante la cual me alejo más y más de toda realidad y me voy hundiendo como en una sombría gruta propicia al ensueño.


Sí; no tratemos de ningún asunto. Mejor es divagar, mejor es soñar, mejor es dejar el corazón libre para que salga a mojarse, a sentir la caricia húmeda del aguacero, a dejarse envolver lentamente en la misma gasa flotante de niebla en que está envuelto todo. ¡Son tan dulces esas cosas melancólicas que nos dice en su divina música la lluvia!...

Recuerdo que cuando yo era niño, allá por el año de gracia de no sé cuántos, nada me gustaba tanto como irme a corretear por los campos cada vez que caía un buen aguacero. Nunca me he sentido, como entonces, tan pariente, tan amigo de las plantas. Mientras más llovía, mientras más furiosamente me azotaba el aguacero, más alegre, más verde, más lozano de cuerpo y de espíritu me iba sintiendo yo.

Recuerdo que en esas correrías yo iba montado en un brioso corcel de majagua, que daba siempre unos botes terribles al salir, y que cuando echaba a correr cuesta abajo era tanta su fogosidad, que nada le detenía hasta lograr dar en tierra con el gentil jinete. No hay que decir que a cada caída las narices del jinete salían descalabradas, y que después de esta desdicha siempre venía la desdicha mayor de una paliza.

¡Qué lejos, qué lejos se ha ido quedando en las lejanías del tiempo el buen caballito aquel de color amarillo, cuyo delgado lomo yo oprimía con la misma bizarra y heroica actitud de un Hernán Cortés al lanzarse al galope a través de la tierra americana!

¡Cuántas Américas he salido yo a conquistar montado en mi pegaso de majagua! ¡Cuántas veces la briosa varita me llevó a remotas, tenebrosas e inexploradas regiones dentro del patio de mi casa, y cuántas veces me pareció escuchar la débil y lastimera voz de una princesa encantada que para salir de las garras de algún desaforado gigante, reclamaba el esfuerzo de mi brazo!

Mi pícara suerte -que ya desde entonces me empezaba a tratar con malos modos- no me permitió nunca encontrar el escondrijo de aquel gigante que de no, no me cabe la menor duda que yo hubiera partido por la misma mitad al tal gigante, y hubiera desencantado a la princesa, y a la grupa del brioso corcel de majagua la habría llevado lejos, muy lejos, a los dominios del rey su padre, que nos recibiría a los dos con los brazos abiertos y lágrimas en los ojos, y acababa por cederme su corona en prueba de gratitud, para bien de mis vasallos y honra de mi familia.

Pero, ¡ay!, por mucho que corría y corría, y me rompía y me volvía a romper mis pobres narices, nunca quiso mi perra suerte que yo diera con la bella princesa encantada que esperaba el esfuerzo de mi brazo. Nunca la hallé, nunca encontré ni rastro de mi adorada princesa... Y como nunca la he podido hallar por más que la he buscado y la busco, cada vez que tropiezo en mi camino con alguna mujer bella y dulce, me parece que es ella la princesa, mi princesa, la que yo buscaba en mi vara de majagua, y siento el impuldo vehemente de postrarme ante ella, y de decirle que la adoro, y de preguntarle dónde está el gigante que la ultraja para hundirle en el vientre la hoja de mi espada, y de pedirle después que me enseñe el camino para volar con ella hacia el lejano confín azul donde se haya su palacio.

Ya no soy niño. Ya el fogoso corcel de majagua no me conduce en pos de la quimera. Mi niñez se fue; perdí mi caballo.

Pero no importa; todavía sé soñar; todavía sé soltar el corazón para que vaya a aletear y a solazarse en la lluvia; todavía el monótono cantar del aguacero me saca de la adusta realidad... Todavía vive no sé si en mi alma o fuera de mi alma la bella princesa, y he de seguir buscándola sin cansarme nunca mientras le quede un latido a mi sangre.

He de seguir buscándola, buscándola, hasta caer exánime en medio del camino... ¡o hasta que la rosa divina de sus labios se abra para brindarme el trono augusto de su alma en el palacio de mármol de su cuerpo!



         VOCABULARIO    CONTEXTUAL



1.Modorra= Somnolencia, adormecimiento, sopor.

2.Gasa= Velo; que impide ver con claridad.

3.Bizarra=  Valiente, intrépido, osado.

4.Pegaso= Caballo alado de la mitología griega.

5.Solazarse= Recrearse, entretenerse, divertirse.

6.Adusta= Seca, severa, desabrida.

7.Exánime= Desmayado, desfallecido, extenuado.




domingo, 19 de marzo de 2023

LOS HEROES DEL CAMINO

 



                                          LOS HEROES DEL CAMINO

(Artículo de comienzos del siglo XX)


    
     Cada día me siento más satisfecho de ser uno de los hombres más cobardes que hay en Puerto Rico para todo lo referente a vehículos, llámense coches, lanchas o automóviles. Cada vez que he tenido que lanzarme a la peligrosa aventura de un viaje o paseo, en uno de tales vehículos, me he vuelto tan gallina que he hecho reir a todo el mundo, y creo que difícilmente encontraré quien haya adquirido en menos tiempo, fama tan sólida de viajero asustado como la que yo me tengo ganada en Ponce y en San Juan. Y lo peor es que,  mientras más viejo me voy poniendo, más asustado, más cobarde, más gallina me siento cuando entro en un coche, en una lancha, en un automóvil. He explicado mil veces la causa de mi miedo, y, en lugar de convencer a nadie, sólo he conseguido que de tanto reir les dolieran las tripas a los que han tenido la suerte de oirme. A menudo me he preguntado, casi con angustia, si sería yo el único cobarde en un mundo de héroes, lo cual me daría la clave de las risas y aspavientos provocados una y otra vez entre mis semejantes; pero pronto la reflexión me ha hecho volver en mí y me he dado cuenta de que si de algo padece el mundo, no es ciertamente de sobra de valor sino de todo lo contrario. Entonces, ¿por qué resulto yo tan pusilánime en cosas que los demás realizan diariamente sin revelar temor ni siquiera nerviosa inquietud?
     Pues no puede ser por otra cosa (lo digo aunque me parta un rayo) que por falta de imaginación para verse rodando por una pendiente como una caja lamentable de huesos y de vísceras, o cogido y agarrotado y quemado a fuego lento bajo la insensible mole de una máquina, o lanzado como un proyectil contra un talud y tendido luego en un camino con los huesos rotos y convertidos en una informe y sanguinolenta masa de carne humana, taladrada por agrios y atroces dolores, con la cruel perspectiva de un hospital, primero, y de unas muletas, después, para arrastrarse por el mundo, si se tuvo la desgracia de salvar la vida. Si tuvieran imaginación verían todo esto, y si lo vieran se tendrían que espantar como me espanto yo, cada vez que tengo que volverme bulto y poner la integridad de mi cuerpo en manos de un cochero o de un chofer. No es, no, la perspectiva de la muerte, una muerte inesperada y rápida como el relámpago, lo que a mi me arredra cuando emprendo un viaje; es algo más o algo menos, según se considere; es la amenaza de perder un brazo o una pierna y de sufrir la tortura inquisitorial de una o varias operaciones quirúrgicas, para quedar luego lisiado para siempre: he ahí lo que me hace provocar la hilaridad de los pasajeros cuando pregunto, al entrar en un auto, si hay cadena, si los frenos funcionan bien, etcétera, etcétera.
     Y lo chocante es que si al pasajero risueño a quien le hace cosquillas mi inquietud de rata le pusieran conmigo frente a un revólver, la risita idiota se helaría en sus labios y quizá sí entonces los papeles se trocaban y él se volvía gallina y yo león... He puesto un quizá y lo quito; lo quito para asegurar rotundamente ahora que el pasajero de las cosquillas a quien la falta de imaginación le hace parecer un héroe de las Termópilas cuando le pide al chofer que vuele para llegar media hora antes, o pasarle al carro que encontró en su camino, no tiene, sería muy extraordinario que lo tuviese, el instinto de conservación tan amortiguado como lo tengo yo, por la reflexión y la filosofía, para afrontar serenamente la pérdida total de la vida. De cada mil hombres que he conocido, novecientos noventa y nueve son cobardes de solemnidad ante el menor peligro de muerte; novecientos noventa y nueve son, pues, inferiores a mí, en sereno y reflexivo valor, puesto que para este sereno y reflexivo valor es necesario algo que ellos no tienen, esto es, la facultad de saberse abismar cuando se quiera en la honda sima tenebrosa del problema enorme del ser y del no ser.
     Pero es que lejos de avergonzarme de tomar precauciones y pedir cadenas para las gomas patinadoras de un carro automóvil, me complazco más y más en exhibir mi miedo como quien exhibe un diploma. Un diploma de imaginación, un diploma de hombre reflexivo que desprecia la vida, pero que no desprecia el peligro de sentirla torturada, magullada y mutilada para siempre, porque a un chaufer bárbaro y a un pasajero necio, se les ocurrió la idiota hazaña gedeónica, de no dejarse que otro vehículo les echara polvo, o de ganar media hora o una hora para anticipar su llegada a casa, a una casa en que quizás son su perro y sus chinelas los únicos entes que no ven con cierto mal humor el rápido regreso del viajero impaciente y audaz que parece un héroe... y es simplemente un bruto.





VOCABULARIO CONTEXTUAL




  1.Gallina= Persona cobarde, pusilánime.

  2.Sólida= Establecida con razones fundamentales.

  3.Ponce= Ciudad situada en la zona sur de Puerto Rico. Es la segunda en extensión territorial y segunda de mayor población de la isla.  Coordenadas: 18°00′N 66°37′W.

  4.San JuanCiudad capital de la isla de Puerto Rico. Coordenadas:18°27′00″N 66°04′00″W

  5.Aspavientos= Demostraciones excesivas de espanto, admiración, etc.

  6.Pusilánime= Falto de ánimo, cobarde, apocado.

  7.Agarrotado= Paralizado, inmovilizado.

  8.Mole= Masa, bulto, cuerpo.

  9.Informe= Que no tiene la forma que le corresponde.

10.Agrios= Dícese de lo que produce amargura, sinsabor.

11.Arredra= Que intimida, atemoriza, amedrenta.

12.Inquisitorial= Relativo a los procedimientos del tribunal eclesiástico que en la Edad Media castigaba cruelmente los delitos contra la fe.

13.Hilaridad= Risotada, carcajada.

14.León= Hombre audaz y valiente.

15.Termópilas= Lugar de Grecia que se hizo célebre a raíz de la heroica resistencia que allí opuso el rey Leonidas en 480 A.C. al gran ejército de Jerjes.

16.Amortiguado= Que está como muerto.

17.Abismar= Entregarse o meterse uno por completo en algo.

18.Honda sima= Dícese de las cosas intensas, extremadas y muy profundas.

19.Hazaña gedeónica= Refiérese a los hechos heroicos y temerarios del juez y guerrero del antiguo Israel llamado Gedeón.

20.Bruto= Ignorante, torpe, necio.




martes, 14 de marzo de 2023

EL NEGRO

 


                                                         EL NEGRO

(Artículo de 1916 El Negro)

     
     Sólo por ignorancia, por una limitación espiritual lamentable, es que muchos continúan viendo en el negro algo así como un espantajo para meterle miedo al nene, o como una bestia sudorosa y paciente venida al mundo para ahorrarle al blanco la molestia humillante de cortar la caña, de lavar la ropa y el piso, de hacer la comida, y otros menesteres todavía más bajos y penosos.
     Y, sin embargo, basta asomarse con un poco de cultura y simpatía al espectáculo del mundo, para uno echar de ver que casi siempre es más interesante, un ejemplar humano más noble y valioso, el humilde negro que suda el quilo en la vega de caña, que el señor gordiflón por quien trabaja. Generalmente, este señor gordiflón tiene una leontina, y en esta gruesa leontina, si es de oro, es que radica todo lo que, de valor positivo, podemos encontrar en la persona del hombresito gordiflón monarca de las cañas. Generalmente ¡ay! en la persona del hombresito gordiflón para quien suda el negro sólo encontramos, si lo miramos bien, los tres o cuatro o los diez o doce elementos integrantes de una grosera máquina de deglución y de acumulación de intereses simples y compuestos. Ni un solo soplo de bondad, ni un destello de comprensión, ni el aleteo más leve de una pura, de una noble emoción. Este hombresito gordiflón sólo recuerda haberse estremecido sincera y desinteresadamente un día que asistió de mala gana a la representación de un drama de Echegaray o de Jorge Ohnet, y en que el primer actor declamó no sé qué frases por no sé qué aparatosa tontería que le habían hecho. Pero aquel nudito en la garganta fue en el teatro, ante un actor famoso que le impuso un respeto casi religioso, entre el silencio y la expectación de todo el mundo, y escuchando un torrente de expresiones nuevas, resonantes y temblequeantes, que le taladraron la grasa y le encontraron los escondidos y adormidos nervios, y se los sacudieron. Pero fuérale a él, en la vida real, sin tramoya ni aparato escénico y sin largas y estrepitosas tiradas grandilocuentes; fuérale a él con cuentos y clamores el mismísimo gallo que cantó en Belén, y ya verían, ya verían la patada o el eructo que él le soltaba al gallo de Belén y al lucero del alba, si no era cosa que le dejase algún provecho o utilidad práctica bien redonda y sonante.
     Pues bien; por estos raros caprichos del destino, este hombresito gordiflón era antes de la abolición de la esclavitud (y dicen que todavía lo sigue siendo), el amo del negrito sudoroso y paciente, y no hay que ser un lince en materia de atisbos psicológicos para quedar convencido de una sola ojeada de que, por poco que valiera el negrito, valía más, mucho más que su amo. El amo era una máquina, el negrito era un hombre. Un hombre sin pulir, pero robusto, pero sano, pero bueno. Bueno porque vino de Åfrica; porque evocaba la imponente, la religiosa grandeza de la selva; porque era el fruto virgen de una tierra inmensa y opulenta; porque en el terso ébano de su cuerpo ágil estaba vivo el músculo, y cálida la sangre, y brava la mirada, y alegre y franco el corazón. Era negro y el otro era blanco, ¿pero y qué? ¿De cuando acá ha sido privilegio de tal o cual color expresar la belleza? ¿No hay más fulgor de misterio y belleza en el diamante o en la perla negra que en el diamente o en la perla blanca? ¿Y qué me decís, so rutinarios, de la noche? ¿Hay esplendor del día que pueda compararse con la magia exquisita de un solo minuto de la noche? ¡Oh la naturaleza, la naturaleza, augusta madre multiforme que no le dió su soplo de belleza ni al blanco, ni al amarillo, ni al verde, ni al rojo, ni al negro; sino que en cada uno se esconde y en cada uno se deja vislumbrar y adorar! El único pecado es separarse de ella, y ella es y será eternamente la norma única, el único criterio de valoración. De ella al hombresito gordiflón dueño del negro y de la leontina, una distancia enorme, puesto que este hombresito a quien sólo le queda vivo un recóndito instinto alevoso y rapaz de roedor, no sólo no la busca, sino que reniega de ella y ya no la recuerda ni casi la conoce. En cambio, de ella, de la naturaleza, al humilde negro que el sol tuesta y devora en la vega, no hay distancia apreciable: son una misma cosa pura y bella en que resuena el latido profundo de la vida. Y siendo así, ¿qué absurda subversión, qué horrible escamoteo del orden natural, qué monstruosa corrupción es ésta que al negro sano, fuerte, ágil, alegre y bello lo convierte en esclavo del monigote vil y abotagado y flatulento de cuerpo y de espíritu?
     ¡Oh mi buen hombresito gordiflón que, sin saberlo él resume y compendia en su manteca y leontina, nada menos que toda una época, y sin saberlo él, trajo la magna guerra que ahora ensangrienta los campos de Europa, y, siempre sin saberlo él, en la convulsa hoguera que él mismo incendió y en la que se achicharran y perecen tantas cosas nobles, se achicharra y perece él también!...
     ¡Oh mudo y manso negro que, humildemente y solitariamente, vas sudando tu vida gota a gota sobre el terrón pesado que deshace tu azada en la paz de los campos: en esta hora solemne en que la grasa del hombresito gordiflón que fue tu amo está chisporroteando en la hoguera de Europa, llegue hasta tí, con mi saludo, la onda de mi emoción!





VOCABULARIO CONTEXTUAL





  1.Espantajo= Lo que se pone en un paraje para espantar, asustar.

  2. Que suda el quilo= Que trabaja con gran fatiga y desvelo.

  3.Gordiflón= Uso popular en Puerto Rico del adjetivo gordinflón= Muy gordo y rechoncho y de carnes abundantes y flojas.

  4.Deglución= Acto de tragar, devorar, consumir.

  5.Adormidos= Adormecidos= Disminuida su sensibilidad.

  6.Tramoya ni aparato escénico= Se refiere a los cambios de decoración y a los efectos escénicos empleados en el teatro.

  7.Redonda y sonante= Ganancia evidente, palpable.

  8.Lince= Persona aguda y sagaz. Perspicaz.

  9.Atisbos psicológicos= Observaciones cuidadosas de la conducta humana.

10.Ébano= Årbol de madera maciza, lisa y negra en el centro. Por antonomasia, negruzco.

11.Fulgor= Esplendor, destello, resplandor.

12.Rutinarios= Dicho de las personas que hacen las cosas sin pensarlas.

13.Alevoso= Perverso, pérfido, traidor, 

14.Abotagado= Hinchado, inflado.

15.Flatulento= Que padece gases en el tubo digestivo.

16.Chisporroteando= Despidiendo chispas reiteradamente.

17.Hoguera de Europa= Primera Guerrra Mundial.  






jueves, 2 de marzo de 2023

LA CIUDADANIA AMERICANA

 



LA CIUDADANIA AMERICANA*
 
(Fragmento del artículo  La Ciudadanía y Root de 1912)

    
     Ya cansa tanto y tanto machacarle a uno los oídos con la cantata de la dichosa ciudadanía, que, después de todo, maldita la falta que nos hace.
     Sin la facultad de gobernarnos nosotros mismos, ¿qué sacamos con llamarnos ciudadanos?
     Ni a ellos ni a nosotros nos conviene una ciudadanía común habiendo como hay en el medio tantas incompatibilidades de raza, de idioma y de cultura. Estamos más altos o más bajos -yo no quiero discutir eso ahora-; pero es indudable que no estamos ni estaremos nunca al mismo nivel de los ciudadanos americanos.
     No queremos ser ciudadanos americanos. Por muy digna que sea vuestra ciudadanía, preferimos la nuestra a todas las ciudadanías del mundo. Si no sintiéramos así, seríamos indignos de nuestra raza hispana, e indignos de vuestra amistad que estimamos porque sabemos que conquistasteis vuestra independencia y que estáis destinados a amparar a la de los demás pueblos de América, salvándonos de tutelas extrañas.
     ¿Por qué no principiáis con nosotros a cumplir ese vuestro alto destino, amparándonos y salvándonos de vosotros mismos?

                             -------------------------------                              

* El día 2 de marzo de 1917 fue firmada por el Presidente Woodrow Wilson la Ley Jones, ley orgánica que le imponía la ciudadanía americana colectivamente a los puertorriqueños.




VOCABULARIO  CONTEXTUAL




  1.Machacarle= Insistir inoportuna y pesadamente sobre una 

cosa.

  2.Cantata= Repetición de una cosa hasta causar fastidio.

  3.Dichosa= Enfadosa, molesta.
 
 4.Incompatibilidades= Contradicciones que tiene una cosa 

para unirse con otra.

  5.Amparar= Favorecer, proteger, defender.

 6.Tutelas= Autoridad que, en defecto de la propia, se 

confiere a un país para cuidar de otro que por cualquier 

causa carece de autoridad.