jueves, 23 de abril de 2020

EL CASO DEL TITANIC

 
 
 
 
 
EL CASO DEL TITANIC
(LECCION DE HEROISMO MANSO Y ELEGANTE)
(Fragmento del artículo de 1912 El Caso del Titanic)

     
     Ciertamente que el caso merece un comentario. No precisamente por el número de vidas perdidas en el naufragio, ni por la índole especial de la desgracia. Es por el rasgo, por el rasgo nuevo, tan noble y tan bello, de los que sucumbieron en dicha tragedia.
     Naufragios, explosiones, incendios, ruinas y catástrofes de todo género hay millares por el mundo; pero, si los cables no mienten, el caso del Titanic nos ofrece una novedad ante la cual bien vale la pena detenerse un momento a pensar.
     Sólo las mujeres y los niños se salvaron. Esto dice el cable.
     Quiere decir que estos hombres del Titanic, en el momento horrible del choque, cuando ya la muerte se les venía encima, cuando no quedaba ya otro recurso que el de ganar a todo trance los botes salvavidas, cuando todo parecía dispuesto para que el instinto de conservación se manifestase en su forma más ruda y más cruel, en lugar de volverse fieras, y, enloquecidos por el peligro, abrirse paso de cualquier modo, hiriendo y matando si era preciso, hasta alcanzar el bote salvavidas, se hacen a un lado todos para que pasen las mujeres y los niños, y mientras éstos ganan los botes y se alejan consternados del barco perdido, ellos, los hombres, se cruzan de brazos con un supremo gesto heroico ante el peligro y aguardan serenamente la muerte.
     No parece realidad. Parece más bien un pasaje de Homero, o un cuadro fantástico trazado por el genio romántico de Hugo.
     Y los hombres que esto hacen no son Bayardos y Roldanes de la edad caballeresca. Son unos cuantos industriales, comerciantes, periodistas y banqueros pertenecientes a esta edad del dollar, y, los más de ellos, oriundos también de la tierra del dollar.
     Hombres de trabajo y de placer rellenos de prosa que estrenan un barco.
     ¿Quién había de pensar que tales hombres, prosaicos y burgueses hasta la raíz del alma, iban a embellecer sus postreros momentos a bordo del Titanic con la luz de un heroísmo nunca visto, heroísmo manso y elegante, infinitamente superior al heroísmo homicida de los poemas homéricos?
     ¿Quién había de sospechar que hombres de alma dura, basta y redonda como el dollar, sin refinamientos artísticos ni repliegues filosóficos, iban a adoptar ante la muerte ese gallardo gesto byroniano en que, desdeñosos del peligro de la propia vida y esclavos de la galantería, su instinto de conservación es sojuzgado en el momento crítico hasta quedar como una alfombra, tendido, suave y manso, a los pies de las mujeres y los niños?
     ¿Quién osará después de esto decir -como se ha venido diciendo siempre- que los hombres de la edad presente carecen de toda idealidad, de todo impulso bellamente heroico?
     ¿Qué paladín de las edades caballerescas, qué Héctor, qué Alejandro, qué César, qué Cid ha dado al mundo espectáculo semejante al de los hombres del Titanic?
     Y en el naufragio del Titanic, donde zozobran dólares, ambiciones, instintos egoístas y mil cosas prácticas de peso, sólo se salvan las mujeres y los niños, esto es, la parte débil, pero la más delicada y bella de la especie humana, ¡la poesía!
         Los niños y las mujeres. ¿Hay algo que mejor que ellos encarne la poesía de la vida? Pues ahí está ella, la poesía, esa divina cosa etérea que muchos desdeñan, flotando -sana y salva- sobre las ondas mismas que se tragaron tantas toneladas de cosas prácticas a bordo del Titanic. Ahí está ella -la inmensa y la eterna- brillando y triunfando, no en aladas estrofas de iluminados poetas, sino en las almas mismas de los millonarios, de los comerciantes, de los hombres de bolsa y de panza. Ahí está ella esparciendo, sobre la escena trágica del hundimiento de un barco, un delicado destello de idealidad que no encontramos en las hazañas de los Alejandros y los Césares. “Muramos nosotros y que se salven las mujeres y los niños”. Eso dijeron sencillamente aquellos hombres oscuros; eso decían, mientras el enorme barco herido se iba hundiendo en la mar y en la noche. Y mientras el agua y la muerte subían a arroparlos para siempre, allá lejos sonaban los adioses de las mujeres y los niños, ante cuya omnipotente debilidad, y ante cuya excelsa y misteriosa y fascinante idealidad, una muchedumbre de hombres sencillos, de faena y de rutina, sin pizca de sentimientos poéticos, acababa de inmolarse, sobreponiéndose a lo que hay de más fuerte y apremiante en todo hombre: el instinto de conservación.



VOCABULARIO CONTEXTUAL



1.Heroísmo= Realización de hechos extraordinarios y abnegados en servicio del prójimo.

2.Manso= Sereno, apacible, sosegado. Sin presunción. 
 
3.Elegante= Gallardo, caballeroso, deferente.


4.Ruda= Violenta, impetuosa, desconsiderada.

5.Tierra del dollar= Estados Unidos de Norteamérica.

 6.Prosa= Aspecto de las cosas que se oponen a lo ideal. Lo corriente, lo vulgar.

 7.Prosaicos= Faltos de idealidad o elevación; insulsos, vulgares.

  8.Burgueses= Pertenecientes a la clase media u opulenta.


  9.Basta= Grosera, tosca, sin pulimento.

10.Redonda= Se refiere en forma figurativa y familiar a las monedas.

11.Gallardo= Valiente, audaz, denodado.

12.Desdeñosos= Indiferentes, impasibles, imperturbables.

13.Galantería= Caballerosidad, hidalguía, altruismo.

14.Zozobran= Que se pierden o se van a pique (que se hunden). 

15.De faena y de rutina= Dedicados al trabajo ordinario y repetitivo.

16.Inmolarse= Dar la vida en beneficio de otros.







domingo, 19 de abril de 2020

DIME QUE LEES Y TE DIRE QUIEN ERES

 
 
 
 
 
DIME QUE LEES Y TE DIRE QUIEN ERES
(Artículo de 1922)



     Pero...¿es verdad que este pueblo, o mejor, aquella exigua minoría de este pueblo representativa de su cultura, no tiene otra suerte de curiosidades y preocupaciones de orden intelectual que las que atañen al comadreo político de todos los días y al monótono anecdotario policial y social que componen los chismes de vecindad?
     Yo mismo, que a fuer de realista paso por un monstruo de pesimismo ante los ojos de más de un amigo romántico, me resistía a creerlo; pero son tantos ya los que me dicen: "No escriba usted sobre tal cosa, no trate usted tal asunto", basándose en que aquí las gentes no gustan de leer sino lo de pura actualidad local, que ya empiezo a dudar de si tendrá razón, de si será o no será verdad que para casi todos nuestros conciudadanos el mundo entero, o todo lo que interesa del mundo, está contenido en el cuadrito borroso y anodino de nuestra minúscula vida insular.
     Pase que la masa, la pobre masa humana usufructuaria de toda miseria, ignorancia y dolor, no alcance a penetrar, en su oscura visión de las cosas, más allá de sus urgencias económicas y de sus informes e infantiles aficiones: hipódromo, cine, base-ball, trompadas, el último robo o asesinato, lo que dijo o no dijo el político tal o cual. etcétera. Pero que la legión de los que, por encima de la masa, con mejores oportunidades que ella, representan el coeficiente más alto de nuestra mentalidad sea también tan carente de sensibilidad para lo exterior que no se asome jamás por encima de nuestras menudas luchas y de nuestros escasos y pedestres deportes y amenidades, para atisbar la actualidad viva, dramática, profundamente universal y humana, tal como va desenvolviéndose en el vasto escenario mundial, francamente, es cosa ésta que, ni aún siendo como soy un concienzudo convencido de la frivolidad criolla, me resigno a creer.
     Porque, ¿qué pensar entonces de nosotros? ¿qué pensar de unas gentes leídas y escribidas que limitan voluntariamente su horizonte mental a las minúsculas proporciones de nuestro peñón nativo? ¿qué fibras tan     bastas entraron en nuestra conformación fisiológica que nos permiten vivir en tal apartamiento de la vida que miremos con indiferencia a la interpretación del problema humano que nos da el artista, el sabio, el político, el agitador, el hombre, en fin, que en otros puntos del globo se mueve en tal o cual dirección, afronta tal o cual peligro, enuncia tal o cual principio, propaga ésta o aquella doctrina, realiza ésta o aquella acción noble o innoble, y forma con sus pensamientos o sus obras ese vario, alucinante espectáculo de la vida universal...? ¡Oh, el perenne zumbar del río tumultuoso e inmenso que nos viene de Londres, de París, de Berlín, de Moscú, de New York, de toda grande conglomeración de voces --imprecaciones, amonestaciones, ayes, cánticos...--, en que detona el ansia de expresión de toda esencia humana! ¿Cómo ser hombre de este siglo y sustraerse a la atracción irresistible de ese gigantesco torbellino en cuyas ondas, en todas y cada una de cuyas ondas, hay algo nuestro --una idea, un sentimiento, un anhelo, una predilección, un rencor, o un amor-- que a cada instante puede sobrenadar o hundirse para siempre?
     Dime con quién andas y te diré quién eres, dice el viejo refrán. Pero yo diría mejor, porque se roza con un aspecto más íntimo y revelador de nuestra personalidad: Dime qué lees, dime qué asuntos atraen tu curiosidad, dime las proporciones del escenario que monopoliza tu atención, y yo te diré sin vacilar quién eres. Yo te diré si vives o si no vives, si eres un ser real, un verdadero hombre de hoy, de este siglo, o si simplemente eres una sombra con engañosas apariencias de realidad.
     ¿Vives, eres verdaderamente un ser real? Pues entonces todo tú estarás absorto en la contemplación del gran drama del esfuerzo y de la cultura humana en que persigues anheloso como una proyección, como una vislumbre, como un relámpago de lo que hay en tí de íntimo y personal, que vale tanto como decir de eterno y universal. Si vives, tu curiosidad te arrastrará cada vez más lejos de la plaza de tu pueblo. Ahora resbalarás en trineo por las estepas polares con el último explorador, y en seguida te sentirás sorprendido en un frágil aeroplano sobre los Alpes o sobre los Andes, y luego asistirás a la apertura solemne de unas conferencias, para ir después al estreno de un drama, o a un salón de arte donde se exhibe la última maravilla, o a un concierto, o a la cátedra donde un sabio (¡Einstein!) expone su revolucionaria teoría de la relatividad, o a un parlamento, o una fábrica, o una cárcel, o un mitin, o cualquiera, en fin, de los innumerables aspectos que reviste la actualidad humana.
     Pero...tuerces el gesto ante la página del periódico que te trae la repercución última del latido de tu propio espíritu (que son términos equivalentes espíritu y universalidad), y te niegas a abrir los ojos para otra cosa que no sea la ramplona e inexpresiva película del suceso o chismecito local, y ya te nos has dado a conocer, ¡picarón! No eres más que una sombra, un muerto, porque careces de toda lumbre espiritual, que es la que nos ilumina y nos enciende con el fuego misterioso de la vida. "Pero es que ¿no lo ves? ando, como, duermo, me agito en tal o cual sentido, por consiguiente"... Por consiguiente, estás muerto, no has vivido nunca. Porque esa vida de que hablas es vida animal: comer, andar, dormir, hablar, rumiar... Y no es esa la vida, no es esa la polarización de la esencia humana en una figura individual. Podrás convencernos de tu realidad si nos aseguras que eres un caballo, o un cangrejo, o un buey. Pero persona, lo que se dice una persona sensible y pensante, eso... ni lo has sido ni lo serás nunca.





VOCABULARIO CONTEXTUAL





  1.Exigua= Pequeña, escasa, reducida.

  2.Comadreo= Chismorreo.

  3.Anecdotario= Conjunto de sucesos irrelevantes o sin importancia.

  4.A fuer de= En razón de, en calidad de.

  5.Borroso= Confuso.

  6.Anodino= Insustancial, banal, insignificante.

  7.Insular= De una isla o relativo a ella.

  8.Usufructuaria= Dícese del que recibe el producto de cualquier cosa.

  9.Legión= Número indeterminado de personas.

10.Coefeciente= Factor o elemento sobresaliente de la inteligencia.

11.Pedestres= Vulgares, corrientes, incultos, ordinarios.

12.Frivolidad= Superficialidad, trivialidad, futilidad.

13.Leídas y escribidas= No es errata ni error. Es juego linguístico del autor para reforzar la expresión.

14.Bastas= Burdas, groseras, toscas, sin pulimento.

15.Se roza= Que tiene semejanza o conexión con otra.

16.Ramplona= Vulgar, chabacana, trivial.






viernes, 10 de abril de 2020

EL TIO SAM ESCLAVISTA






EL TIO SAM ESCLAVISTA
(Artículo de 1916)



     El mundo va despertando. Ya no es sólo en Europa donde se va saliendo del engañoso romanticismo que falseaba, de una manera tan perniciosa, la visión de la vida. Ya no son solamente los Ibsen, los France, los Tolstoy, los Gorky, los Bernard Shaw, los Brieux los que en el teatro y la novela descubren, denuncian y asaltan las iniquidades monstruosas que se esconden, desde tiempo inmemorial, bajo el hipócrita manto protector de la Ley, de la Religión, de la Propiedad. Ya ha llegado a América también la piqueta del pensador a iniciar su ciclópea labor destructora y renovadora.
     Todos los días, gracias a Dios, tenemos algún ejemplo de esto; y hoy, precisamente quiero enterar al puñado de personas que aquí sienten curiosidades de hombres de cultura, de un trabajo venido a mis manos recientemente en el que un escritor americano --William Leavitt Stoddard-- nos afirma y nos prueba de una manera irrefutable que el Tío Sam, el mismo gran gobierno de la gran república que actualmente sostiene una cruzada terrible contra la llamada "esclavitud blanca", o sea, contra cierto negocio que consiste en embaucar a las muchachas bonitas y pobres para lucrarse con ellas dedicándolas a la prostitución, el mismísimo gran gobierno, digo, cuyos agentes --fiscales, policías, jueces-- sostienen tan enconada campaña en pro de la virtud, es culpable también, pero en gran escala, del feísimo delito que persigue y castiga tan cruelmente en los infelices que lo cultivan en menor escala.
     Sí señores; este Leavitt Stoddard nos convence, con suma facilidad, de esta cosa inesperada y enorme: de que el mayor comerciante dedicado al lucrativo negocio de la esclavitud blanca en los Estados Unidos, es el mismo reverendísimo gobierno de los Estados Unidos.
     ¿Pero cómo?, dirán los pazguatos que todavía se alimentan de la bazofia romántica de tiempos pretéritos. Leed a William Leavitt Stoddard ("Pearson's Magazine", número de noviembre, 1916) y allí encontraréis la explicación. Yo sólo puedo dar aquí, para aquellos que no pueden leer dicho artículo en inglés, una síntesis muy condensada de las afirmaciones que hace Stoddard.
     En primer lugar, nos dice Stoddard que los Estados Unidos son grandes patronos, los mayores, del trabajo de los ciudadanos americanos. Desde Wilson, con sus 75,000 dólares de sueldo y sus 25,000 adicionales para gastos, con casa y automóvil también gratis, hasta el empleadillo de Servicio Civil con menos de 720 dólares al año, hay toda una escala interminable en la que miles y miles de seres humanos aparecen consagrando su vida, consumiendo su fuerza, en beneficio del gobierno federal.
     ¿No dijo el otro día el propio Mr. Wilson que todo lo que fuera una suma anual menor de 1,200 dólares era groseramente ineficaz para sostener una vida decente? Pues el mismo gobierno que preside Wilson tiene un ejército de alrededor de cien mil hombres y mujeres que no llegan ni con mucho al tipo de sueldo señalado por el presidente, y por todos los sociólogos modernos, como base única de una vida decente. El 20% de los empleados federales reciben menos de 720 dólares al año; el 10%, recibe de 720 a 840; un 5%, cobra de 840 a 900, y hay un 23% cuyo sueldo oscila entre 900 y 1,000. Tenemos, pues, que más de la mitad de los empleados de este grande, rico y progresista gobierno trabaja diariamente ocho horas por menos de mil dólares al año. De ésto resulta que muchos, legiones de estos infelices que le hipotecaron sus vidas al gobierno, en un país donde la subsistencia es tan cara, vegetan hasta la vejez sin tener ni siquiera con que proveer de zapatos a sus hijos. Tienen segura su comida, una mala comida de caballo o de perro, y nada más. Para ellos no hay nunca la posibilidad de un viaje, ni la de buscarle porvenir brillante a uno de los retoños, ni la de experimentar la sensación de bienestar que se experimenta en la suntuosidad magnífica de los grandes hoteles. Sedas, joyas, automóviles, días de amor, de sosiego o infantil regocijo en el campo, bajo dosel de árboles y al arrullo de cantos y rumores de arroyos y pájaros... todo lo que acaricia los sentidos y nos perfuma el alma en la naturaleza o en el arte, sólo como un mal sueño de algo inasequible viene a turbar de cuando en cuando la mente de estos esclavos blancos que le dan su vida al más rico de los gobiernos de la tierra.
     El autor americano que le ha regalado a mi triste ironía de comprensivo el inesperado manjar de estos datos, se limita a darlos, denunciando al Tío Sam como culpable de ser el mayor esclavista. Pero yo no puedo quedarme ahí. Me acuerdo de la persecución constante que, entre vocinglería de periódicos y de beatas y puritanos de todas suertes, se está llevando a cabo por agentes policíacos y judiciales del gran gobierno americano, contra los que especulan con la belleza de mujeres pobres y bonitas, y encuentro que de las dos esclavitudes me gusta más, me parece menos degradante ésta que aquélla. Porque ésta es fugaz, y se limita al sexo, y cubre a la esclava en perfumes y halagos por poco o mucho tiempo. Pero aquélla, la del Tío Sam, la que nadie persigue, la respetable, la virtuosa, la santa, esa lo arropa todo, lo arranca todo, lo pide todo. Esa exige el sacrificio diario de ocho horas de la vida, que  es lo mismo que decir toda la vida, para servirle a un amo que no sólo no se limita a exigir determinada función en que temporalmente alquilemos algo de lo nuestro, sino que nos exprime toda nuestra energía, toda la llama de nuestra mentalidad, y a cambio de todo eso sólo da lo suficiente para que puedan sus víctimas sentarse a la mesa diariamente ante una mísera ración de caballo o de perro...
     Y mientras estas cosas monstruosas suceden, los pazguatos de allá y de aquí siguen afligiéndonos, indignándonos, reventándonos, con el vil espectáculo de la baba romántica que les cae de la boca, en discursos y versos y crónicas...



VOCABULARIO CONTEXTUAL



  1.Romanticismo= Movimiento cultural y político originado en Europa a finales del siglo XVIII en el que prevalece lo sentimental sobre la razón y el examen crítico.

  2.Perniciosa= Muy dañina o perjudicial.

  3.Ibsen= Henrik Johan Ibsen (1828-1906)= Dramaturgo noruego en cuyas obras cuestionaba el modelo de familia y de sociedad de su época.

  4.France= Anatole Francois Thibault (1844-1924)= Escritor francés que adoptó el sobrenombre de Anatole France. Premio Nobel de Literatura de 1921.

  5.Tolstoy= Liev Nicoláievich Tolstoy (1828-1910)= Escritor ruso también conocido com León Tolstoy. Es considerado uno de los más grandes escritores de la literatura mundial.

  6.Gorky= Gorki= Máximo Gorki = Seudónimo utilizado por Alekséi Maximovich Péshkov (1868-1936)= Escritor y político ruso.

  7.Bernard Shaw= George Bernard Shaw (1856-1950)= Escritor irlandés ganador del Premio Nobel de Literatura de 1925.

  8.Brieux= Eugene Brieux (1858-1932)= Dramaturgo francés en cuyas obras se destaca la injusticia del sistema social.

  9.Ley... Religión... Propiedad= Tres áreas primarias de la sociedad --sistema jurídico, moral y económico-- sintetizadas en estos términos.

10.Piqueta= Pico= Herramienta con dos puntas opuestas que se usa para desbastar la piedra.

11.Ciclópea= Enorme, gigantesca.

12.Tío Sam= Personificación y símbolo nacional de los Estados Unidos.

13.Pazguatos= Personas simples que se pasman o admiran de lo que ven u oyen.

14.Bazofia= Cosa soez y despreciable.

15.Wilson= Thomas Woodrow Wilson (1856-1924)= Vigésimo octavo Presidente de los Estados Unidos.

16.Vegetan= Que viven una vida comparable a la de las plantas.

17.Vocinglería= Ruido de voces hablando mucho y vanamente.




viernes, 3 de abril de 2020

¿Qué Buscar, qué Hacer, qué Orientación Imprimirle a la Vida?



 ¿Qué Buscar, qué Hacer, qué Orientación Imprimirle a la Vida?
(Fragmento del artículo de 1918 Vislumbres del Enigma)


     

   Empiezo por opinar que lo primero que debemos tratar de eliminar totalmente de nuestras costumbres es ese sentido de permanencia, de estabilidad, de duración, que la mayor parte de las gentes le dan a la vida. "En la playa, pronto a zarpar, y desnudo, como los hijos de la mar". Así dice un gran poeta español, Antonio Machado. La frase vale, ella sola, por muchos tomos de sabia y enmarañada filosofía.
     En efecto, puesto que la vida es inestable, fugaz, casi tan imprecisa y tornátil como el humo, ¿a qué conduce ese absurdo empeño de instalarnos dentro de ella, no como quién está de paso y sin fecha de salida, sino como quién está muy seguro de quedarse para siempre?
     La casa recia, de ladrillo, hecha como para burlarse del tiempo; dentro de la casa los muebles, fuertes, duros, tan eternos como la casa; y fuera de la casa, el esfuerzo continuo, perseverante, para conquistarnos posiciones tan sólidas, tan altas, que duren siglos. Resultando de todo ello, que, a fuerza de labrar la jaula y de buscarle el más sólido y encumbrado acomodo, no tenemos tiempo para nada más: para mirarnos, para sentirnos y hallarnos y cultivarnos nosotros mismos.
     De ahí viene que, a medida que hemos ido acumulando más cosas, más éxitos fuera de nosotros, nos hemos ido empobreciendo y empequeñeciendo más y más nosotros mismos, como personas, como tipos humanos. Hemos trabajado hasta reventar por lo externo, por la casa, por los muebles, por la posición, pero nada hemos hecho por nosotros. Nuestra curiosidad, nuestra gran curiosidad ante el espectáculo del mundo se quedó insaciada, nuestros afectos durmieron, nuestras células cerebrales no vibraron... y el moho nos consumió y todo nuestro mecanismo quedó, por la inacción, atrofiado y perdido en sus órganos más nobles y esenciales, tales como el corazón y el cerebro. Es como si un pájaro, por obstinarse en hacerse de un seguro e indestructible asilo, se pasase la vida en la tarea de construirlo. Habría nido, quizás, algún día, pero el pájaro, por no haber volado, por no haber trinado, por no haber amado, por no haber respondido a sus instintos, estaría ya atrofiado e insensibilizado de tal modo que más que para el nido serviría para el reposo de la muerte. ¡Amigos! puesto que no nos podemos pasar sin ésto y sin aquello, cosas necesarias pero secundarias, laboremos por ésto y por aquello; pero, puesto que nos vamos, labremos de prisa y corriendo estructuras ligeras, sencillas y efímeras como nosotros mismos, y adelante, que el tiempo es corto y las cosas por pensar y por sentir y por probar muchísimas.
     Ya libres del fardo pesadísimo de preocupaciones que arropan y sofocan nuestra verdadera alma; ya hechos a mirarnos a nosotros mismos como a simples caminantes, marchemos sin miedo, sin cogernos pena, alegremente, con los ojos tan abiertos, tan llenos de curiosa simpatía hacia las cosas que contemplan, como los de una tropa de soldados jóvenes y sanos que, sabedora de que marcha al encuentro de una muerte cierta en las garras de un enemigo diez veces superior, pone en su mirada la cálida fulguración que es a la vez saludo y despedida.




VOCABULARIO CONTEXTUAL


  1.Recia= Fuerte.
   
  2.Perseverante= Que se mantiene constante en continuar lo empezado.
  
3.Reventar= Fatigarse mucho con exceso de trabajo.
  
4.Curiosidad= Inquietud por saber o averiguar lo ignorado.

  5.Insaciada= Que no está satisfecha o complacida.
  
  6.Atrofiado= Empequeñecido, reducido, sin desarrollo.

  7.Fardo= Impedimento.

  8.Curiosa simpatía= Deseo de saber alguna cosa con inclinación de agrado.









miércoles, 1 de abril de 2020

¿PODEMOS SER FELICES?






¿PODEMOS SER FELICES?
(Fragmento del artículo de 1917 ¿Podemos ser Felices?)



     No hay nadie, por muy indiferente que sea a las ideas, que no tenga su mucho o su poco por decir sobre este grande y universal problema humano: y yo, aunque he de guardarme bien de contestar a lo catedrático, a lo sabihondo, no voy, por un pueril alarde de modestia convencional, a privarme ahora del gusto de dar, de la manera más sencilla y clara posible, más bien que una opinión, mi impresión personal sobre el asunto.
     No; no creo que sea asequible la felicidad, ni en este mundo ni en ningún otro mundo. es más, creo que cometemos una barbaridad cuando damos a nuestros hijos, en la escuela, en la casa, en el teatro, en el libro, esa visión de felicidad personal tan reñida, tan incompatible con nuestra propia naturaleza y con la naturaleza de la realidad que nos rodea.
     Felicidad, felicidad...... ¿Dónde demonios se esconde ese divino tesoro, que nadie le encuentra ni le encontró jamás? Topa uno con un viejo y le pregunta, y de cada cien viejos, noventa y nueve viejos suspirarán profundamente primero, y nos contestarán en seguida una de estas dos cosas: o que la perdieron para siempre y se les quedó atrás, muy atrás, en alguna curva remota del camino andado, o que no la tuvieron nunca y la van a buscar en el reposo eterno, o en el edén eterno que les prometió tal o cual religión. Topamos con un joven... y nos dirá que, o la dejó también atrás, allá en la lejanía de la niñez, o que va corriendo, corriendo sin cesar en pos de ella, con o sin esperanzas de darle alcance. Y si interrumpe Ud. los juegos de un niño cualquiera y logra que le entienda la pregunta, seguramente que, o no saca nada en claro de la inconsciencia del niño, o le ve pronto señalar hacia el futuro con las clásicas palabras que todos hemos pronunciado: "Cuando yo sea hombre..."
     Quiere decir que está atrás, o está delante, o está arriba o está abajo: en todas partes, menos en el punto en que nos encontramos. Y es que tiene que ser así; es que sería absurdo que no fuese así. ¿Cómo concebir la evolución, o sea, el movimiento, esencia misma de la vida, sin la inquietud, sin el perpetuo temer y el perpetuo aspirar y el constante cambiar de aquí para allá y de allá para acá? ¿Y cómo, si fuéramos felices, podríamos mantener este vaivén, este anhelar engendrador de toda evolución y por consiguiente de la vida?
     Somos limitados, somos frágiles como el vidrio, nos rodea por todas partes lo inestable, lo sombrío, lo sucio, lo duro, lo trágico. ¿Cómo, pues, dentro de nuestra limitación y fragilidad irremediables, concebir ese estado ideal de íntima y perfecta satisfacción en que nos sintamos libres de temores y pesares y deseos?
     No quiere esto decir que yo sea pesimista a lo Shopenhauer, que sólo ve dolor y oscuridad por todas partes. Al contrario, creo fácil comprobar que la cantidad de dolor que hay en el mundo, con ser muy grande, es infinitamente inferior a la cantidad de alegría, de igual  modo que la cantidad de salud es superior a la cantidad de enfermedad y la cantidad de juventud a la cantidad de ancianidad. Pero ¿es la alegría la felicidad? No; la alegría es orgánica, es subconsciente, nace precisamente de no sentirnos, de cierta armonía rara y fugaz entre las distintas piezas que componen la maravilla de nuestra máquina. En cambio, la felicidad es, o debe ser, esencialmente consciente, naciendo o debiendo nacer de los deseos satisfechos, de pensarnos y sentirnos bien. Tan no tienen nada que ver las dos cosas, la alegría y la felicidad, que se puede ser muy infeliz y estar al mismo tiempo muy alegre. De ello nos da ejemplos constantes la diaria realidad.
     La alegría es dinámica. esto es, movimiento, vibración, aleteo fugitivo del espíritu, agua que corre, rama que ondula, ave que vuela, cuerda tensa que suena. En tanto que la felicidad es, o la concebimos, cosa permanente y estática, de la cual fluye la alegría como de una flor el aroma, como de un manantial el agua y de un astro la luz. La alegría es la manifestación, el síntoma, el accidente; la felicidad es la causa, la fuente, la sustancia inmutable. La alegría no puede buscarse deliberadamente, porque es caprichosa, tornátil, inconsciente, oscilante; va y viene, nos asalta y nos deja, aparece y desaparece caprichosamente, sin que nada baste a retenerla. Es como la risa, como el buen apetito, como el golpe de azar. Nadie puede salir a buscarla, porque mientras más se la busca menos se la encuentra, como no se puede buscar la risa, ni el buen apetito, ni el golpe de azar. Precisamente está más lejos de nosotros a medida que la sabemos buscar mejor, con mayor pericia y deliberación: y así vemos que el viejo es menos alegre que el joven y el joven menos que el niño. Es casi animal, casi mecánica, genuinamente fisiológica, en tanto que la felicidad es, o tendría que ser, genuinamente psicológica.
     Y por eso, porque la vida es y no puede ser otra cosa que movimiento, vibración, esfuerzo, tendencia constante a cambiar y a mejorar, es por lo que decía antes que está reñida irremediablemente con toda noción de felicidad, bien sea esa felicidad rolliza, pesada, mofletuda, de gorro y chinela, con que sueña el burgués: bien de la otra quintaesenciada y etérea del místico, o bien de la remojada en mieles empalagosas de amor y de música y poesía que seduce por regla general al artista. De cualquiera de esos tipos convencionales de felicidad debemos aprender a reirnos: en primer lugar, porque son inasequibles por ser incompatibles con nuestra propia naturaleza, y en segundo lugar, porque... vaya, seamos sinceros: no valen la pena. Así como suena: no valen la pena. La primera, la burguesa, la de gorro y chinela, buena alfombra y casa grande y cómoda, es grotesca y odiosa. ¿Hay nada más aburrido que comer bien y vestir bien y arrellanarse bien en un butacón sobre una gran alfombra y ser siempre y a todas horas un cerdo limpio y bien comido, y no tener preocupaciones, y volverse una bola de plebeyo egoísmo, extraño a toda solidaridad con el mundo, y no vivir sino para el largo bostezo del casino, del automóvil, de la charla insustancial, y para estar a todas horas y en todas partes condenado a sentirse la digestión? Dadle esa clase de felicidad a un hombre de pensamiento o de nervios, y se volverá loco o se pegará un tiro antes de un mes. Dadle esa clase de felicidad espesa a cualquiera hombre de tipo corriente que no sea un idiota, y no se volverá loco ni se exasperará hasta el suicidio, pero irá poco a poco trocándola en el sport tal o en el sport cual, que es como trocarla en trabajo, en trabajo disfrazado y estéril, pero trabajo al fin.
     La segunda, la mística, es todavía más incompatible con el hombre y con las cosas. Vivir con la mirada fija en otro mundo es sencillamente como no vivir, como una forma de estar muerto con apariencias de vida.
     Y en cuanto a la tercera, la de los adolescentes y las niñas románticas y los poetas ingenuos: la que navega en mieles de erotismo y melodía, la que nos sirven en la escuela, en el teatro y en todas partes, es la más idiota de todas. Se puede ser un cerdo limpio y bien comido y halagado durante algunos días y no volverse loco de asco de sí mismo hasta después de cierto tiempo: pero yo desafío a los paladares más golosos y más fuertes a que se refocilen, no ya durante muchos días, sino durante un solo día, con las melosas y aromadas golosinas de la estética, de la melodía y del dúo tremulante de romántico amor: el empalago sería tal, que la víctima pediría a gritos la cárcel o la horca para escapar del tremendo suplicio.
     "Pero entonces ¿qué buscar? ¿qué hacer?", se me dirá.
     ¿Qué hacer? Pues una cosa muy sencilla: vivir. Pero vivir ¿para qué? Vivir para lo que es esencia misma, aspiración recóndita y suprema finalidad de toda vida.





VOCABULARIO CONTEXTUAL





  1.A lo sabihondo= Presumiendo de sabio sin serlo.

  2.Pueril= Fútil, vano, trivial.

  3.Shopenhauer= Arthur Shopenhauer (1788-1860)= Filósofo alemán.

  4.Quintaesenciada= Refinada, primorosa.

  5.Arrellanarse= Extenderse en el asiento con toda comodidad.

  6.El largo bostezo= El gran aburrimiento.



  7.Refocilen= Que se regocijen, se deleiten, se regodeen.

  8.Felicidad= Estado ideal de íntima y perfecta satisfacción en que nos sentimos libres de temores y pesares y deseos.