jueves, 29 de abril de 2021

LA META



                                                                         LA META

 (Fragmento del artículo de 1918 
Vislumbres del Enigma)

     La casa recia, de ladrillo, hecha como para burlarse del tiempo; dentro de la casa los muebles, fuertes, duros, tan eternos como la casa; y fuera de la casa el esfuerzo continuo, perseverante, para conquistarnos posiciones tan sólidas, tan altas, que duren siglos. Hemos trabajado hasta reventar por lo externo, por la casa, por los muebles, por la posición, pero nada hemos hecho por nosotros. Nuestra curiosidad, nuestra gran curiosidad ante el espectáculo del mundo se quedó insaciada, nuestros afectos durmieron, nuestras células cerebrales no vibraron... y el moho nos consumió y todo nuestro mecanismo quedó, por la inacción, atrofiado y perdido en sus órganos más nobles y esenciales, tales como el corazón y el cerebro. Es como si un pájaro, por obstinarse en hacerse de un seguro e indestructible asilo, se pasase la vida en la tarea de construirlo. Habría nido, quizás, algún día, pero el pájaro, por no haber volado, por no haber trinado, por no haber amado, por no haber respondido a sus instintos, estaría ya atrofiado e insensibilizado de tal modo que más que para el nido serviría para el reposo de la muerte.
     Librémonos del fardo pesadísimo de preocupaciones que arropan y sofocan nuestra verdadera alma; y ya hechos a mirarnos a nosotros mismos como a simples caminantes, marchemos sin miedo, sin cojernos pena, alegremente, con los ojos tan abiertos, tan llenos de curiosa simpatía hacia las cosas que contemplan, como los de una tropa de soldados jóvenes y sanos que, sabedora de que marcha al encuentro de una muerte cierta en las garras de un enemigo diez veces superior, pone en su mirada la cálida fulguración que es a la vez saludo y despedida.





VOCABULARIO   CONTEXTUAL





  1.Recia= Fuerte.
   
  2.Perseverante= Que se mantiene constante en continuar lo empezado.
 
  3.Reventar= Fatigarse mucho con exceso de trabajo.
 
  4.Curiosidad= Inquietud por saber o averiguar lo ignorado.

  5.Insaciada= Que no está satisfecha o complacida.
  
  6.Atrofiado= Empequeñecido, reducido, sin desarrollo.

  7.Fardo= Impedimento.

  8.Curiosa simpatía= Deseo de saber alguna cosa con inclinación de agrado.





domingo, 18 de abril de 2021

LA CRUELDAD DE LOS MEDICOS

 




LA CRUELDAD DE LOS MEDICOS
(Artículo de 1914)
     
     No sé por qué me he puesto hoy a pensar en dos cosas igualmente espantables: enfermedades y médicos. Está uno tan acostumbrado a asociar los dos conceptos, el concepto enfermedad al concepto médico y viceversa, que llegan a parecer uno solo. Hay médicos que recuerdan indigestiones, otros que se parecen a una tifoidea, otros que dan la terrible sensación de un dolor de barriga. Pero el mismo respeto casi religioso que me inspiran las enfermedades, me lo inspiran sus aliados los médicos, y declaro que apenas me duele una uña corro a buscar al médico. Estos buenos señores tomadores de pulso y exploradores de la lengua ejercen sobre mí la fascinación aterradora que ejercen los abismos: me atraen y me espantan. Y es por eso, sin duda, porque me atraen y me espantan, que hoy, a pesar de que he querido poner el pensamiento en otras cosas, he venido a parar a no poder pensar sino en ellos.
     Pienso en ellos, y me digo que es llegado el tiempo ya de que estos venerables sacerdotes de la ciencia -de una ciencia oscura que casi es nigromancia- vayan poniendo un poco de menos ciencia y un poco más de humanidad en ciertas funciones de las que más frecuentemente desempeñan. Me refiero a los enfermos incurables, a los que han entrado ya en ese período sombrío en que el rítmico vaivén del corazón va cesando. Período Preagónico, creo que es el nombre bonito que el tecnicismo médico ha dado a este lento, horrible apagamiento de una vida.
     Yo he visto pocas agonías, pero las pocas que he visto me han dejado una impresión indeleble. Y he necesitado irme saturando más y más del tedio de la vida para atreverme a pensar serenamente, sin escalofríos de horror, en ese terrible espectáculo que ofrecen las lentas, las largas, las crueles, las intermitentes e interminables agonías. Los hombres, estos pobres que andamos por el mundo creyéndonos tan importantes y dándonos tantísimo tono, somos grotescos, irremediable y lamentablemente grotescos, tanto en el acto del nacer como en el acto de morir.
     Somos piadosos con los animales. A pesar de la crueldad que todavía se esconde en la mayor parte de nuestras costumbres, y, de un modo especial, en nuestras relaciones con los animales que nos sirven, es lo cierto que la mayoría de las gentes, cuando se les enferma el gato o el perro o el caballo y pierden toda esperanza de curación, se apresuran a matarle para evitarle a la pobre bestia enferma inútiles torturas. Esto prueba que nos damos cuenta de que sería una estéril y odiosa crueldad el prolongar neciamente la agonía de un ser vivo, aunque pertenezca a la humilde categoría de animal doméstico.
     En cambio, con los hombres, con nuestros amados semejantes observamos una conducta opuesta y no sólo nos abstenemos de colaborar activamente en el acto de su muerte para evitarle inútiles y horrendos sufrimientos, sino que, muy al contrario, dejamos que el médico, o los médicos, se echen sobre el enfermo y le pinchen con la inevitable y atroz jeringuilla de la inútil inyección hipodérmica, y le tomen el pulso y le miren la lengua, y de mil modos y con un millón de pretextos, lo zarandeen y atormenten inquisitorialmente hasta que más no pueden.
     Yo sé de enfermos cuya agonía ha durado de este modo, no ya horas sino días y hasta semanas. Y he tenido el inmenso disgusto de oir después al médico, a su médico, jactarse de haber prolongado artificialmente, por medio de oportunas inyecciones, el espectáculo horroroso de aquella agonía eterna del paciente, acompañada por la angustiosa expectación de la familia.
     O yo estoy loco, o esto que hacen los médicos, no se en virtud de qué precepto de su oscura ciencia, es la mayor de las crueldades, el más abominable de los crímenes. Ya sé que al hacerlo invocan el deber, que les impone un duro ministerio, de prolongar a todo trance la vida, pero ¿es la vida lo que ellos prolongan con tales prácticas, o es la agonía? ¿Y es lo mismo vida que agonía? Si fuera como ellos dicen, si dentro de sus rígidos principios estuviera el mandato ineludible de prolongar, estulta e inexorablemente la vida del paciente, aunque esta vida se haya empobrecido y roto de tal modo que sólo quede de ella un ronco y lúgubre estertor y alguna que otra mueca de dolor o de fatiga, o de idiotez grotesca en el lívido rostro, entonces no habría otra solución que declarar que estos principios son contrarios al progreso de los tiempos y deben desterrarse para siempre como un asqueante residuo de barbarie ancestral.
     ¿De qué nos vale progresar vertiginosamente en los diversos mecanismos de la locomoción y en otros órdenes groseros de la vida, si hemos de seguir rigiéndonos en lo sustancial, en lo que atañe a nosotros mismos, a nuestros dolores, a nuestras costumbres, a nuestras concepciones de las cosas, por prácticas salvajes que enjendró en tiempos lejanos y oscuros la ignorancia de nuestros abuelos?
     Todo evoluciona en torno nuestro. Todo cambia. Todo parece irse reformando lentamente  en un sentido de mayor bondad, de mayor calor de simpatía fraternal para todo aquello en que late una chispa de vida. Nuestra sensibilidad evoluciona también. Lo que a nuestro abuelo de hace setenta años le hacía reir o le dejaba indiferente, a los hombres de ahora nos conmueve a menudo dolorosamente.
     Y si esto es así, y si la sensibilidad de los señores médicos no se ha sustraído a esta perenne evolución en un sentido de mayor bondad, yo, en nombre del dolor, acudo a ellos para que me digan si es o no cierto que es una idiota crueldad prolongar tercamente la agonía de un enfermo para darle artificialmente, sacrílegamente, meras apariencias grotescas y lúgubres de una vida borrosa que es sólo una mueca en el lívido rostro, un ronco y lúgubre estertor en la garganta, y una baba viscosa en la boca...




                                                                                                        
VOCABULARIO  CONTEXTUAL





1.Sacerdotes= Hombres dedicados y consagrados al desempeño de una profesión o ministerio noble y elevado.

 2.Oscura= Confusa, poco inteligible, incomprensible.

 3.Nigromancia= Arte supersticioso de adivinar lo futuro evocando a los muertos y consultándolos.

 4.Humanidad= Sensibilidad, compasión, piedad.

 5.Sombrío= Lúgubre, tétrico, melancólico.

 6.Período preagónico= Estado previo a la muerte.

 7.Indeleble= Imborrable, durable, inolvidable..

 8.Tedio= Hastío que produce lo que no aporta ningún interés.

 9.Dándonos tantísimo tono= Concediéndonos u otorgándonos nosotros mismos muchísima importancia.

10.Grotescos=  Ridículos, chocantes, extravagantes.

11.Estéril= Improductivo, inútil, ineficaz.

12.Atroz= Cruel, inclemente, terrible.

13.Hipodérmica= Que se pone bajo la piel.

14.Zarandeen= Que lo muevan de un lado a otro.

15.Inquisitorialmente= De modo parecido a los procedimientos crueles del tribunal eclesiástico establecido antiguamente por la Iglesia Católica para  castigar los delitos contra la fe.

16.Abominable= Digno de ser condenado, aborrecido.

17.A todo trance= De manera resuelta y decidida.

18.Estulta= Necia, estúpida, tonta.

19.Inexorablemente= Ineludiblemente, inevitablemente, irremediablemente.

20.Empobrecido= Que ha venido a menos.

21.Roto= Que se ha deteriorado.

22.Lúgubre= Triste, funesto, melancólico.

23.Estertor= Respiración anhelosa que produce un sonido ronco y que suele presentarse en los moribundos.

 24.Lívido= Amoratado.
  
25.Barbarie ancestral= Crueldad propia de tiempos pasados.
 
  26.Rigiéndonos= Guiándonos, conduciéndonos.

  27.Salvajes= Sumamente necias, tercas, zafias o rudas.

  28.Calor=  Favor, afecto, buena acogida.

  29.Late= Palpita= Que está presente.





jueves, 1 de abril de 2021

REMINISCENCIAS DOLOROSAS

 




REMINISCENCIAS DOLOROSAS
(Fragmento del artículo de 1917 En Jayuya

     

     Dos días en Jayuya. Me envuelve y me acaricia todavía la onda del aire fresco de mis montes y el mugido tan manso y tan profundo de mi río. Dos días de paz y de melancolía en que pude aliviar mi gran fatiga de luchador por fuerza, bañándome de olvido y de inocencia en el recuerdo de niñez que fluye para mí de cada casa, de cada fuga de vereda, de cada recoveco de los bosques, de cada línea y cada ensoñadora bruma del paisaje.
     ¿Por qué no permitió mi funesto destino que me quedase allí, sin haber salido jamás a esta estéril faena de hormiga extraviada, o rata perseguida, que me ha torturado en las calles de Ponce y de San Juan? Yo hubiera sido allí un manso mayordomo de finca de café, o un buen ventorrillero, o simplemente un cuidador de vacas y gallinas. Hubiera sido eso o cualquiera otra cosa, pero hubiera vivido en paz conmigo mismo y nadie me hubiera robado mi tiempo, mis horas, mis mañanas, mis tardes y mis noches, mis impresiones vírgenes y libres de este enigma alucinante de las cosas. ¿Quién hubiera osado allí obstruir mi mente y prostituir mi conciencia con las mil zarandajas fósiles y fofas de los libros horrendos, chorreantes de venerable idiotez, en que la audacia de las alas locas de mi hambre de verdad y de sol y de rayo de luna zozobró para siempre a cambio del vil pan de cada día?
     ¡Oh esta feria cochina de aldea en que ramplonamente y mercenariamente me he ido envejeciendo! Vengo con rabia, con ganas de morder y de patear a alguien, cuando me acuerdo de mi selva, de mi río y de mis montes, y me encuentro ya casi en camino de ser respetable, y pienso con angustia en el alegre y sano, madrugador y humano, pensativo y artista campesino libre que yo hubiera sido de ventorrillero o cuidador de vacas o músico de cuatro en la noble rusticidad jayuyana. Yo hubiera sido siempre, mañana, tarde y noche, YO, gran señor de mí mismo, principio y fin de un gusanito humano repleto de animalidad y de divinidad. ¡Cuántas horas de tarde y de noche, saturadas del cósmico enigma, torpemente perdidas en el lóbrego antro de una profesión! ¡Cuánto ensueño fecundo, cuánto hervor de misterio recóndito y celeste en el río, en la vereda, en la loma, en el risco, en el ave, en la copla, en la yerba, en la vaca, en el perro, en la fabla sencilla del jíbaro, y en el latir profundo y perenne del Todo en la Nada del llano y del monte, del hombre y del insecto!
     


           

VOCABULARIO  CONTEXTUAL


  

  1.Jayuya= Pequeño pueblo, cuna de Nemesio R. Canales, situado en la Cordillera Central de Puerto Rico en los 18°13′00″N 66°34′00″O.
  
  2.Mugido= Voz de algunos animales. Dicho del viento o del agua: producir ciertos sonidos.

  3.Manso= Apacible, suave, sosegado.

  4.Por fuerza= Contra la propia voluntad.

  5.Fuga= Visión instantánea y fugaz.

 6.Funesto= Aciago; que origina pesares. Triste y desgraciado.

 7.Mayordomo= Criado principal encargado del gobierno económico de una casa o hacienda.
  
 8.Ventorrillero= Dueño o encargado de un ventorrillo (pequeño establecimiento comercial generalmente en las afueras de una población).

  9.Vírgenes= Puras, primeras, inmaculadas.

10.Zarandajas= Cosas menudas, sin valor, o de poca importancia.

11.Fósiles= Viejas y anticuadas (que no están ya en uso).

12.Fofas= Dícese de las cosas vanas o triviales.

13.Chorreantes= Que tienen abundante salida de cosas iguales y de poca importancia.

14.Zozobró= Que estuvo en gran riesgo y muy cerca de no lograr alguna cosa.

15.Vil= Bajo, indigno, despreciable.

16.Feria= Lugar donde se vende muy barato por necesidad urgente de dinero.

17.Cochina= Grosera, chabacana, vulgar.

17.De aldea= De lugar inculto, ordinario.

18.Ramplonamente= De modo vulgar, chabacano.

19.Mercenariamente= Trabajando exclusivamente por dinero.

20.Cuatro= Instrumento por excelencia de la música campesina puertorriqueña de diez cuerdas metálicas y algo más pequeño que la guitarra.

21.Lóbrego= Sórdido, mísero, desgraciado.

22.Antro= Refugio, escondrijo, guarida.

23.Fecundo= Provechoso, fructuoso, productivo.

24.Hervor= Ardor, entusiasmo, inquietud.

25.Fabla= Fábula= Relatos ficticios frecuentemente usados por los campesinos puertorriqueños con intenciones didácticas.