domingo, 30 de abril de 2023

UNA VERGUENZA NACIONAL

 




                                        UNA VERGUENZA NACIONAL

(Artículo de 1914)
      
     Cosas verdaderamente coloradas están pasando en Colorado. De resulta de una huelga de mineros comenzada hace más de siete meses, en la mañana del día 20 de abril, informa un periódico, treinta y tres muertos, muchos de ellos mujeres y niños, se encontraban tendidos cerca de Ludlow, pequeño pueblo del sur de dicho Estado. La casa principal de los huelguistas apareció, también en dicho día, reducida a cenizas. Y dos mujeres y once niños aparecieron, además, carbonizados, en el sótano de la casa de uno de los de la huelga.
     Pero lo más extraordinario no ha sido sólo esta hecatombe, esta bárbara hecatombe  de niños y mujeres en plena paz. Lo más extraordinario, lo más abominable del caso es la clase de personas que perpetraron tan innoble hazaña. Estas personas fueron los milicianos, la fuerza militar del estado, llamada al campo de la huelga por las autoridades civiles, aparentemente para velar por el orden, y, en realidad, para echársele encima a la huelga, y acorralarla, y amordazarla, y vencerla de cualquier manera.
     A pesar de que Colorado es uno de los estados donde se ha progresado más políticamente, pues tiene ya referéndum, iniciativa y recall, como para demostrar que dónde y mientras manda Don Dinero no hay embelecos democráticos que valgan, la compañía explotadora de las minas, en la cual compañía  figura nada menos que ese saco de millones que se llama Mr. Rockefeller, era y es dueña y señora de la maquinaria administrativa y judicial de los dos condados donde opera. Y es claro: la milicia reclutada por el gobernador (y pagada por la compañía) se puso en marcha, y los pobres huelguistas, perseguidos como fieras, cazados como indios, han pedido socorro con gritos tan desesperados y tan persistentes que la nación, al fin, se ha conmovido, y el ejército regular ha tenido que llegar volando al teatro de los trágicos acontecimientos para desarmar a los feroces milicianos. Y conste que estos informes no los he tomado de periódicos socialistas, sino de muy respetables periódicos y magazines burgueses.
     Y ahora viene la consiguiente interrogación de boca de algún lector poco fuerte en geografía: este Colorado que tal espectáculo de barbarie está dando ¿en qué parte del Asia o de África se halla? Pues, este Colorado, señor mío, al que poco le ha faltado para poder brindarnos pintorescos cuadros de canibalismo, no está en Åfrica ni en Asia, sino casi en casa, en la respetable morada de nuestro tutor y maestro, el gran pueblo de los Estados Unidos, pueblo que ha contraído para con la humanidad y la historia la evangélica misión de irnos civilizando poco a poco.
     La prensa de este pueblo evangélico y civilizador está a la hora de ahora tronando en indignación y en horror ante las salvajadas de los milicianos de Colorado. Y mientras esa prensa grande del gran país que nos educa para la vida civilizada truena contra los asesinos de Colorado y llama vergüenza nacional lo sucedido, yo, ¡pobrecito de mí!, siento irresistible comezón de cometer la deliciosa villanía de reírme de las indignaciones de esa prensa y de encontrar bonito que hallan Colorados en el mundo que se conviertan de golpe y porrazo en cosa tan edificante como una vergüenza nacional.
     ¿No están todos los días dándonos matraca con lo de que no tenemos todavía capacidad para el gobierno propio?
     ¿No se nos ha dicho mil veces, al revés y al derecho, en palabras y en actos, que se nos considera inferiores?
     Y esta misma gran prensa del gran pueblo, ¿ha tenido alguna vez algún noble arranque de piedad para la queja de Puerto Rico? ¿No ha visto esa prensa siempre como la cosa más natural del mundo el desdén con que se nos ha tratado? Y este cargante, olímpico desdén ¿no es hijo de la necia idea de los americanos de su enorme superioridad sobre los demás hombres del planeta?
     Pues, cometamos sin miedo la deliciosa villanía de contraer nuestro rostro de muchachos de escuela con la más maligna de las muecas, ante la vergüenza que ha puesto colorada la cara nacional del señor y maestro al saber lo ocurrido en Colorado. Estas vergüenzas nacionales, como otras vergüenzas individuales, vienen muy bien para enseñar, a los que la necesitan, la gran lección de la tolerancia y la humildad con que todo hombre debe tratar y juzgar las palabras y los actos, y las vidas, de los otros hombres de las otras razas





VOCABULARIO    CONTEXTUAL





  1.Coloradas= Cosas deshonestas que se fundan en apariencias de razón o justicia.

  2.Colorado= Uno de los 50 estados de los Estados Unidos de América.

  3. De resultas= Por efecto o consecuencia de.

  4.Hecatombe= Matanza, carnicería.

  5.Milicianos= Individuos de un servicio militar.

  6.Referéndum= Acto de someter al voto popular directo las leyes aprobadas o las gestiones administrativas ejecutadas por los representantes del pueblo, para que éste las ratifique.

 7.Iniciativa= Derecho de los ciudadanos fuera de la legislatura para introducir o promulgar una nueva ley mediante votación popular.

 8.Recall= Derecho a la remoción de un oficial público mediante el voto popular.

  9.Embelecos= Embustes, engaños.

10.Saco de millones= Dícese de la persona muy acaudalada.

11.Dueña y señora= Que tiene el dominio absoluto de una cosa.

12.Teatro= Lugar en que ocurre una cosa muy notable.

13.Pintorescos= Dícese de aquello que presenta a la vista una imagen digna de ser pintada. Chocante.

14.Canibalismo= Ferocidad e inhumanidad propia de los salvajes antropófagos (que comen carne humana).

15.Tutor= Defensor, protector, director.

16.Tronando= Hablando, escribiendo impetuosamente contra alguna cosa.

17.Comezón= Desazón que ocasiona el deseo de alguna cosa.

18.De golpe y porrazo= Súbita o prontamente.

19.Dándonos matraca= Importunándonos con insistencia molesta sobre un tema.

20.Cargante= Que causa molestia.

21.Olímpico= Altanero, soberbio.











viernes, 21 de abril de 2023

EL DIVINO DERECHO A COMER

 



                                       EL DIVINO DERECHO A COMER

(Fragmento del artículo de 1916 Nuevos Rumbos)



     Pedimos y queremos, no sólo ocasión para el ejercicio de los grandes y fanfarrones derechos que se conocen con el nombre de libertad de palabra, de reunión, de imprenta, etc., sino también ocasión y ambiente para el ejercicio no interrumpido del grande, del eterno, del divino derecho a comer, base del eterno y divino derecho a vivir. Ahora sabemos demasiado que los tales derechos fanfarrones que declamaron arrogantemente nuestros antepasados, no significan nada, si antes no se ha atendido a lo más apremiante. ¿Qué sacan Pedro, Juan y Antonio con que haya libertades de palabra, de reunión, de imprenta, y demás chirimbolos democráticos, si ellos revientan de hambre o de fatiga, y tienen que salir a venderse diariamente por unos mafafos y unos granos de arroz para sus hijos? ¿qué sacamos los hombres, no embrutecidos y petrificados por la ruin codicia de alimañas en que vivimos, que haya habeas corpus y una regulación y distribución aparatosas de “derechos”, si la realidad nos pone día tras día ante los ojos el cuadro horrendo de Pedro y de Juan consumiendo menos, gastando menos en el banquete humano, que lo que gasta el perro o el caballo de don Pedro o de don Juan?
     Pues si esto es así, convengamos en que hay que ir quitando los ojos del monótono sube y baja de los partidos clásicos y fósiles, para ponerlos en el campo de la vida general y preocuparnos, no de que le falte este o aquel derecho a tal o cual puertorriqueño, sino de que no le falte comida. Lo primero, lo más urgente es que comamos: después vendrá lo otro.
     Ahora la injusticia, la desigualdad y el monopolio no son de casta a casta, de sangre a sangre, de nombre a nombre. Ahora son de barriga a barriga.





VOCABULARIO    CONTEXTUAL





  1.Fanfarrones= Que se precian y alardean de lo que no son.

  2.Declamaron= Que expresaron en público con mucho calor y vehemencia.
   
  3.Chirimbolos= Cosas inútiles o que sólo sirven de estorbo.

 4.Mafafos= Nombre despectivo que se le da en el campo a los plátanos (guineos).

  5.Alimañas= Animales dañinos.

 6.Habeas corpus= Derecho de todo ciudadano, detenido o preso, a comparecer inmediatamente ante un juez para que resuelva si su arresto fue o no legal, y si debe alzarse o mantenerse.

  7.Aparatosas= Que tienen gran pompa y ostentación.

  8.Fósiles= Viejos, anticuados.




domingo, 9 de abril de 2023

LA CRUELDAD DE LOS MEDICOS




                                              LA CRUELDAD DE LOS MEDICOS

(Artículo de 1914)
     
     No sé por qué me he puesto hoy a pensar en dos cosas igualmente espantables: enfermedades y médicos. Está uno tan acostumbrado a asociar los dos conceptos, el concepto enfermedad al concepto médico y viceversa, que llegan a parecer uno solo. Hay médicos que recuerdan indigestiones, otros que se parecen a una tifoidea, otros que dan la terrible sensación de un dolor de barriga. Pero el mismo respeto casi religioso que me inspiran las enfermedades, me lo inspiran sus aliados los médicos, y declaro que apenas me duele una uña corro a buscar al médico. Estos buenos señores tomadores de pulso y exploradores de la lengua ejercen sobre mí la fascinación aterradora que ejercen los abismos: me atraen y me espantan. Y es por eso, sin duda, porque me atraen y me espantan, que hoy, a pesar de que he querido poner el pensamiento en otras cosas, he venido a parar a no poder pensar sino en ellos.
     Pienso en ellos, y me digo que es llegado el tiempo ya de que estos venerables sacerdotes de la ciencia -de una ciencia oscura que casi es nigromancia- vayan poniendo un poco de menos ciencia y un poco más de humanidad en ciertas funciones de las que más frecuentemente desempeñan. Me refiero a los enfermos incurables, a los que han entrado ya en ese período sombrío en que el rítmico vaivén del corazón va cesando. Período Preagónico, creo que es el nombre bonito que el tecnicismo médico ha dado a este lento, horrible apagamiento de una vida.
     Yo he visto pocas agonías, pero las pocas que he visto me han dejado una impresión indeleble. Y he necesitado irme saturando más y más del tedio de la vida para atreverme a pensar serenamente, sin escalofríos de horror, en ese terrible espectáculo que ofrecen las lentas, las largas, las crueles, las intermitentes e interminables agonías. Los hombres, estos pobres que andamos por el mundo creyéndonos tan importantes y dándonos tantísimo tono, somos grotescos, irremediable y lamentablemente grotescos, tanto en el acto del nacer como en el acto de morir.
     Somos piadosos con los animales. A pesar de la crueldad que todavía se esconde en la mayor parte de nuestras costumbres, y, de un modo especial, en nuestras relaciones con los animales que nos sirven, es lo cierto que la mayoría de las gentes, cuando se les enferma el gato o el perro o el caballo y pierden toda esperanza de curación, se apresuran a matarle para evitarle a la pobre bestia enferma inútiles torturas. Esto prueba que nos damos cuenta de que sería una estéril y odiosa crueldad el prolongar neciamente la agonía de un ser vivo, aunque pertenezca a la humilde categoría de animal doméstico.
     En cambio, con los hombres, con nuestros amados semejantes observamos una conducta opuesta y no sólo nos abstenemos de colaborar activamente en el acto de su muerte para evitarle inútiles y horrendos sufrimientos, sino que, muy al contrario, dejamos que el médico, o los médicos, se echen sobre el enfermo y le pinchen con la inevitable y atroz jeringuilla de la inútil inyección hipodérmica, y le tomen el pulso y le miren la lengua, y de mil modos y con un millón de pretextos, lo zarandeen y atormenten inquisitorialmente hasta que más no pueden.
     Yo sé de enfermos cuya agonía ha durado de este modo, no ya horas sino días y hasta semanas. Y he tenido el inmenso disgusto de oir después al médico, a su médico, jactarse de haber prolongado artificialmente, por medio de oportunas inyecciones, el espectáculo horroroso de aquella agonía eterna del paciente, acompañada por la angustiosa expectación de la familia.
     O yo estoy loco, o esto que hacen los médicos, no se en virtud de qué precepto de su oscura ciencia, es la mayor de las crueldades, el más abominable de los crímenes. Ya sé que al hacerlo invocan el deber, que les impone un duro ministerio, de prolongar a todo trance la vida, pero ¿es la vida lo que ellos prolongan con tales prácticas, o es la agonía? ¿Y es lo mismo vida que agonía? Si fuera como ellos dicen, si dentro de sus rígidos principios estuviera el mandato ineludible de prolongar, estulta e inexorablemente la vida del paciente, aunque esta vida se haya empobrecido y roto de tal modo que sólo quede de ella un ronco y lúgubre estertor y alguna que otra mueca de dolor o de fatiga, o de idiotez grotesca en el lívido rostro, entonces no habría otra solución que declarar que estos principios son contrarios al progreso de los tiempos y deben desterrarse para siempre como un asqueante residuo de barbarie ancestral.
     ¿De qué nos vale progresar vertiginosamente en los diversos mecanismos de la locomoción y en otros órdenes groseros de la vida, si hemos de seguir rigiéndonos en lo sustancial, en lo que atañe a nosotros mismos, a nuestros dolores, a nuestras costumbres, a nuestras concepciones de las cosas, por prácticas salvajes que enjendró en tiempos lejanos y oscuros la ignorancia de nuestros abuelos?
     Todo evoluciona en torno nuestro. Todo cambia. Todo parece irse reformando lentamente  en un sentido de mayor bondad, de mayor calor de simpatía fraternal para todo aquello en que late una chispa de vida. Nuestra sensibilidad evoluciona también. Lo que a nuestro abuelo de hace setenta años le hacía reir o le dejaba indiferente, a los hombres de ahora nos conmueve a menudo dolorosamente.
     Y si esto es así, y si la sensibilidad de los señores médicos no se ha sustraído a esta perenne evolución en un sentido de mayor bondad, yo, en nombre del dolor, acudo a ellos para que me digan si es o no cierto que es una idiota crueldad prolongar tercamente la agonía de un enfermo para darle artificialmente, sacrílegamente, meras apariencias grotescas y lúgubres de una vida borrosa que es sólo una mueca en el lívido rostro, un ronco y lúgubre estertor en la garganta, y una baba viscosa en la boca...




                                                                                                        
VOCABULARIO   CONTEXTUAL





1.Sacerdotes= Hombres dedicados y consagrados al desempeño de una profesión o ministerio noble y elevado.

 2.Oscura= Confusa, poco inteligible, incomprensible.

 3.Nigromancia= Arte supersticioso de adivinar lo futuro evocando a los muertos y consultándolos.

 4.Humanidad= Sensibilidad, compasión, piedad.

 5.Sombrío= Lúgubre, tétrico, melancólico.

 6.Período preagónico= Estado previo a la muerte.

 7.Indeleble= Imborrable, durable, inolvidable..

 8.Tedio= Hastío que produce lo que no aporta ningún interés.

 9.Dándonos tantísimo tono= Concediéndonos u otorgándonos nosotros mismos muchísima importancia.

10.Grotescos=  Ridículos, chocantes, extravagantes.

11.Estéril= Improductivo, inútil, ineficaz.

12.Atroz= Cruel, inclemente, terrible.

13.Hipodérmica= Que se pone bajo la piel.

14.Zarandeen= Que lo muevan de un lado a otro.

15.Inquisitorialmente= De modo parecido a los procedimientos crueles del tribunal eclesiástico establecido antiguamente por la Iglesia Católica para  castigar los delitos contra la fe.

16.Abominable= Digno de ser condenado, aborrecido.

17.A todo trance= De manera resuelta y decidida.

18.Estulta= Necia, estúpida, tonta.

19.Inexorablemente= Ineludiblemente, inevitablemente, irremediablemente.

20.Empobrecido= Que ha venido a menos.

21.Roto= Que se ha deteriorado.

22.Lúgubre= Triste, funesto, melancólico.

23.Estertor= Respiración anhelosa que produce un sonido ronco y que suele presentarse en los moribundos.

 24.Lívido= Amoratado.
  
25.Barbarie ancestral= Crueldad propia de tiempos pasados.
 
  26.Rigiéndonos= Guiándonos, conduciéndonos.

  27.Salvajes= Sumamente necias, tercas, zafias o rudas.

  28.Calor=  Favor, afecto, buena acogida.

  29.Late= Palpita= Que está presente.





miércoles, 5 de abril de 2023

Los Gallos

 


                                              Los Gallos


Quiero darme el gustazo de declararlo de manera pública y solemne: me gustan, me enamoran los gallos y las riñas de gallos.


Me gustan los gallos porque son bellos: bellos por el matiz brillante de su pluma; bellos por el corte impecable de su cuerpo eurítmico; bellos por lo alegre y animoso de su canto; bellos por el bizarro empuje de sus bravas almas.

Entre uno de esos hombres incoloros, vulgares, gruñones, hombres de piel de cerdo que vienen a este mundo rellenos de pedantería para aburrir al lucero del alba, entre uno de esos hombres y un gallo... ¡me quedo con el gallo!

¡Ah, si muchos hombres tomasen por modelo de sus vidas insulsas al gallo, ese noble animal consagrado al amor y al combate; cuánta fealdad, cuánto aburrimiento, cuánta basura se echaría del mundo!

"Amor y lucha", la divisa del gallo, es la divisa excelsa de todo lo que vive: amor y lucha. Las dos fuerzas perennes y augustas que regulan el ritmo portentoso de la vida.

Por el amor, la reproducción, la conservación de las especies, la serie de generaciones que se eslabonan en el vértigo del tiempo; por el luchar sin tregua, la eterna selección, madre del progreso.

Y me gustan las riñas de gallo porque, además de distraer, educan, enseñan; porque cada una de ellas constituye una lección objetiva de admirables secretos biológicos, revelándonos cómo el instinto es ley de vida en los seres; cómo se transmiten, por herencia, los rasgos fisiológicos más nobles; cómo la naturaleza en eterno acecho dirige por sendas cada vez más tortuosas la marcha de su ejército de formas hacia ignotas, pero presentidas cumbres...

Y me gustan además las riñas de gallos porque vivo en Ponce, Puerto Rico, patria del bostezo, sucursal del limbo, y a una persona que vive en Ponce, en esta sombría morada del tedio, y que no bebe ni chismorrea, ni le gusta el "dominó" ni "la viuda", se le debe perdonar, no ya que guste de las peleas de gallos,sino que adore con loca adoración la cólera y la peste bubónica. Cada cosa tiene su sitio y su hora. Trasládenme a París con una buena renta y juraré que es un salvaje el aficionado a las riñas de gallos.

Ya sé que contra los gallos y sus riñas sabrosas y edificantes, algunos bizcos de entendimiento, almas forradas de piel de camello, trovadores del aburrimiento, esgrimen el manoseado y zángano argumento de la crueldad.

Yo me río, me río y me río,con risa inagotable, de ese argumento. Compárese la crueldad de las riñas de gallos, de dos animales que riñen por gusto, por saciar un instinto, sin haber sido obligados por la dignidad, ni alquilados, ni de otro modo introducidos para el caso; compárese, digo, esta crueldad con la crueldad ambiente, con los millones de crueldades que cometemos y presenciamos a diario, murmurando aquí, engañando allá, acometiendo y reventando siempre al prójimo en nombre del negocio, o del estómago, o del partido, o de la religión, o de la familia, o del honor, o de la patria; o del diablo y su hermano, y todo el mundo se reirá también con risa estrepitosa de los camellos del aburrimiento, trovadores de la polilla, almas bizcas que condenan la riña de gallos.

Pero, así somos; para las crueldades chiquitas tenemos un corazón de mantequilla que se asusta y se estremece por nada hasta el llanto; para las crueldades grandes que cometemos y sufrimos diariamente, en lugar de corazón, tenemos un ladrillo.

Que la casa tal se incendió anoche y la familia tal quedó en la calle; que quinientas personas fueron descalabradas por un accidente ferroviario; que el empleado tal quedó cesante con mujer y dos hijos; que don Fulano, arruinado por una hipoteca, se ha vuelto loco, arrojándose a la calle por una ventana..., por muy sensibles que seamos, ninguna de las noticias que preceden nos hacen perder el apetito.

En cambio, se habla de gallos que pelean por gusto y de hombres que se dan el gusto de presenciar esas riñas... y es preciso taparse los oídos ante el insulso vocear de los eternos pedantes de alma bizca, forrados de aburrimiento de camello que protestan.

En apariencia, lo que indigna y subleva a éstos es la crueldad del espectáculo; pero, en realidad, lo que les hace perder la chaveta, es que haya hombres que se diviertan, cuando ellos son enemigos mortales de todo lo que significa alegría y esparcimiento, y de buena gana harían del mundo un desierto espantable, habitado solamente por camellos bizcos, forrados de la piel aburrida de pedantes.




VOCABULARIO    CONTEXTUAL



1.Eurítmico= Armonioso. Que sus partes son armónicas.

2.Bizarro= Valiente, esforzado, gallardo.

3.Pedantería= Cualidad de las personas que presumen de sus conocimientos.

4.Insulsas= Insustanciales, insípidas, desabridas.

5.Ignotas= Desconocidas, ignoradas, inciertas.

6.Descalabradas= Que han salido mal o que han resultado perjudicadas en un asunto.

7.Perder la chaveta= Perder el juicio, volverse loco.