domingo, 26 de febrero de 2023

GUAPERIAS

 


                                         


                                                     GUAPERIAS

(Artículo de 1920)



     Batlle Ordóñez se ha cubierto de gloria en estos días dándonos una prueba más de que es hombre de muchos pantalones. El cable nos cuenta, con lujo de sibaríticos pormenores (estas epopeyas gustan todavía de un modo atroz), cómo Ordóñez le partió el corazón de un balazo a su colega el diputado Beltrán, y cómo éste es, desde enero para acá, el segundo enemigo que despacha en el terreno de los caballeros. ¡Es mucho hombre este truculento y tremebundo Batlle Ordóñez! Le dan a uno ganas, ante hombres así, de darse unos porrazos en el pecho y salir cantando como gallo. ¿Quién iba a creer que allá en Montevideo, ciudad de cuya refinada cultura moderna se nos ha dicho tanto, perdura aún, fresquecito, el guapetonismo caballeresco medioeval? ¡Bendito sea Dios! Pensar que después de tanto herrerareisigmo y rodoísmo estamos todavía tan poco desbastados que no sepamos discutir ningún asunto sin caer en la grosería plebeya de los desahogos y denuestos personales y de estos desahogos y denuestos, en las bofetadas, patadas, palos, pedradas, cuchilladas o balazos...
     “Al campo don Nuño voy, -donde probaros espero...” He aquí compendiada toda nuestra psicología de relación en materia de controversias. En este particular estamos tan adelantaditos como en los felices tiempos del Cid Campeador y Diego García de Paredes.
     Pero no vayan a creer ustedes que milito entre los adversarios del duelo a la manera norteamericana. Para ellos, para los norteamericanos, el duelo es costumbre ridícula y propia sólo de latinos cabecicalientes. Lo cual no significa que entre ellos estén eliminadas las riñas cuerpo a cuerpo en que culminan, allá como aquí, los desahogos y denuestos. Lo único que ellos han hecho es suprimir el ceremonial caballeresco, pero están tan dispuestos a entrarse a trompadas o balazos con un adversario deslenguado como nuestros hermanos latinos que cultivan aún el deporte de ventilar sus diferencias en el campo de idiotez de don Nuño. Es cuestión de forma, pero tan bárbaro es el que trompea o acuchilla a su enemigo sin ceremonial, como el que lo hace a la clásica usanza caballeresca. Y puesto a escoger, por lo que a mí me toca, entre dejarme romper quijada o costilla por un bruto, y dejarme perforar el cuerpo con florete o bala en el campo del honor, prefiero lo último, forma de barbarie más atenuada, al fin y al cabo, que la plebeya riña sin ceremonial al crudo estilo americano.
     La enfermedad no está en la sábana. El mal no está en la forma, sino mucho más adentro: en la manía grotesca de asociar el honor con el daño personal inferido al adversario. Tantas bofetadas, o puñaladas, o balas, dadas o recibidas, otros tantos quintales o toneladas de honor que quedan reinvindicados. Me llamó usted necio, o pelagatos, o estafermo, o canalla, o bandido, o cualquiera de las bajas expresiones coléricas que aún quedan en nuestro poco evolucionado léxico, pues ya tengo el deber de honor de romper o dejarme romper la nariz, la quijada, una o varias costillas y, si a mano viene, el corazón. Mientras más averías físicas resulten del encuentro, más limpio y resplandeciente queda el honor y más resoplante de orgullo el vencedor. ¡Ni más ni menos que si en lugar de hombres se tratara de mulos o jabalíes! En este punto, cualquiera ve que el carrero y el mozo de cuerda coinciden, en su psicología, con el más cultivado intelecto. Mucho orgullo, muchos humos de superioridad sobre los que carecen de nuestro mismo grado de educación... y sin embargo, en las normas fundamentales de nuestra vida, en la manera de entender cosa tan alta y delicada como el honor, tan toscos, tan primitivos, tan desaforadamente mulos los unos como los otros.
     Se me objetará que hay ofensas serias y que el no tomarlas en cuenta nos presentaría como unos cobardes. Pero yo replico que el llamarme canalla, o bandido, o perro, no es tal ofensa más que en la cabeza de un tonto. Un epíteto, mientras más grosero y más sucio sea, menos me puede herir. Al que hiere en realidad, al que pone en evidencia como un ser inferior e infeliz, menos digno del odio que de la conmiseración, es al procaz adversario que me lo echa al rostro por no tener cosa mejor en su intelecto con qué defenderse. Un epíteto, como no prueba nada, como no contiene pensamiento alguno, es menos que un estornudo, sólo puede soliviantar a los que, por haber venido al mundo con la psicología de los gallos, temen perder algo si no responden materialmente, con golpes o balas, a la provocación de un imbécil.
     Pero, y si a usted, señor --se me ha dicho varias veces-- le nombran la familia o le imputan alguna acción bochornosa, ¿se va a quedar tranquilo? Y yo repondo: Sí; me quedaré tan tranquilo y tan impasible como un ladrillo. Si es verdad, mi mayor orgullo, si soy hombre que valga dos cuartos, debe ser el no rehuir las verdades, ni las agradables ni las desagradables, ni las mías ni las ajenas, por nada del mundo. Y si es mentira... vive Dios, que si yo no supiera despreciar la mentira, si yo descendiese jamás hasta el extremo de ruindad de temblarle a un embuste, ¡me ahorcaría en el acto de asco de mí mismo!
     Pero es más. Es que si verdaderamente fuésemos tan educaditos y refinaditos como alardeamos de ser desde que aprendemos cuatro paparruchas en un colegio, y tuviéramos sobre el palurdo algo más que la calidad de la ropa y el pulimento de las maneras superficiales (maneras que se le pueden enseñar a un mono en menos de un trimestre), en lugar de complacernos en el daño corporal producido al adversario, sentiríamos horror ante la sola idea de ese daño. Yo, Juan, salto al campo con Pedro y le pego o me pega. Pues bien; si yo, Juan, soy algo superior al pobre palurdo de la calle en mi sensibilidad y en mi entendimiento, es evidente que saldré siempre perdiendo. Si me pegan, por el dolor y las consecuencias de los golpes. Y si yo pego, porque me avergonzará y me dolerá como un feroz reproche el espectáculo de los golpes o heridas que le dí a mi adversario.
     ¿Quién que así piense no encuentra en sí mismo reservas de valor (el verdadero, el espiritual, el único) suficientes para no convertir jamás --aunque pase ante el vulgo por cobarde-- un conflicto de ideas, una controversia cualquiera, en un motivo de boxeo o de duelo?
     Ese mismo pendenciero Batlle Ordóñez, que en lo que va del año a despachado en el campo de don Nuño a dos de sus adversarios, ante este alto y genuino concepto del valor --del gran valor, floración del espíritu, que llevó a Tolstoy a reñir con su casta, y a San Francisco de Asís a hermanarse con el lobo y la pantera y a Cristo a llevar su mensaje de renovación social lo mismo a la casa del bueno que a la casa del malo-- se queda chiquitito. Porque ¿cuánto apuestan ustedes a que éste señor, este Pepe el Tranquilo de Montevideo que mató a Beltrán de un pistoletazo, no es en el fondo más que un cobardón infeliz que se muere de miedo al solo anuncio de que se va a decir o a creer de él tal o cual cosa?






VOCABULARIO    CONTEXTUAL



  1.Batlle Ordóñez= José Pablo Torcuato Batlle Ordóñez (1856-1929)= Sirvió como Presidente de la República de Uruguay en tres períodos distintos; primero interinamente del 5 de febrero de 1899 al 1 de marzo del mismo año, luego como el 19° presidente constitucional de 1 de marzo de 1903 al 1 de marzo de 1907 y más tarde como el 21° presidente constitucional del 1 de marzo de 1911 al 1 de marzo de 1915.

2.Sibaríticos= Se dice de las cosas que se hacen con placer o deleite.

3.Beltrán= Washington Beltrán Barbat (1885-1920)= Escritor, periodista, abogado y político uruguayo.

4.Truculento= Que asusta por su exagerada crueldad.

5.Tremebundo= Horrendo, que hace temblar.

6.Herrerareisigmo y rodoísmo= Refiérese a la influencia cultural de estos dos grandes de la literatura uruguaya y mundial: Julio Herrera y Reissig (1875-1910) y José Enrique Rodó (1871-1917).

7.Desbastados= Educados, sin rusticidad. Civilizados.

8.Grosería= Descortesía, falta de urbanidad, rusticidad, ignorancia.

9.Plebeya= Perteneciente al vulgo, al populacho.

10.Desahogos= Dar rienda suelta a un sentimiento o queja para aliviarse de ellos.

11.Denuestos= Injurias, afrentas o ultrajes graves.

12. "Al campo don Nuño voy"= Verso de La Venganza de Don Mendo, de Pedro Muñoz Seca, donde se satiriza el honor tradicional.

13.Cabecicalientes= Cabeciduros= Testarudos.

14.Trompadas= Golpe dado con la trompa (prolongación de la nariz de algunos animales). Usada para cargar la acción del mayor sabor posible a animalidad.

15.Deslenguado= Malhablado, insolente, lenguaraz.

16.Florete= Espada.

17.Pelagatos= Hombre pobre y desvalido y a veces despreciable.

18.Estafermo=Simplón, pelele, mequetrefe.

19.Resoplante= Envanecido, presumido, engreído.

20.Carrero= Carretero = El que guía las caballerías o los bueyes que tiran de las carretas.

21.Mozo de cuerda= Persona que se ponía antiguamente en los parajes públicos para llevar cosas de carga o para hacer algún otro mandado.

22.Procaz= Desvergonzado, atrevido.

23.Soliviantar= Mover el ánimo de alguien para inducirle a adoptar una actitud hostil.


24.Paparruchas=Tonterías, estupideces, necedades.

25.Palurdo= Se refiere despectivamente al cuerpo como algo tosco, ordinario. Persona tosca, ignorante, patán.

26.Pulimento= Mejoramiento, afinamiento, 
perfeccionamiento.


27.Pepe el Tranquilo= Figura folklórica del toreo español. Es 
el "valiente" que se para frente al toro sin moverse, como si 
no le importase nada.





miércoles, 22 de febrero de 2023

BRONCE ARECIBEÑO

 



                                              BRONCE ARECIBEÑO

 (Artículo de 1916 Bronce Arecibeño)

     Bravo mar. Furibundo, ululante, desgreñado, epiléptico; loco y trágico mar de Arecibo. Y frente a él, muchas calles, muchas casas, muchas vidas humanas que comían, que dormían, que morían: actores inconscientes de la lenta, larga, fatigosa tragedia del vivir. Y del fondo gris de este cuerdo, mudo, laborioso hormiguero humano -trágico sin saberlo y sin quererlo- se destacó un día él, Víctor Rojas, hombre humilde, hombre pobre, hombre negro, pero hombre de tan fina sensibilidad, de tan espléndida contextura física y moral que, sintiéndose asfixiar dentro del marco de la vida lenta y hacendosa de sus prójimos, ahitos de una cordura equivocada y trágica, saltó una tarde, retozando, sobre el lomo nervioso del mar; y la emoción de peligro y de liberación que el monstruo le brindó fue de un sabor tan raro, tan intenso, tan grato para su alma selecta, que perdió para siempre toda su discreción de buen hombre (de buen hombre amarrado con garfios a su pan, a su casa, a su azada o su hacienda, a su prole, a su nombre, cosas todas de sombra en un mundo de bruma), y, desde entonces se volvió poeta. Poeta de bronce, poeta de la acción que, hambriento de belleza y ebrio de eternidad, se peleaba con el mar y le adoraba. Diariamente él y el mar se embestían, se arañaban, se insultaban, se escupían, se maltrataban, se robaban. Pero a cada aletazo y a cada bramido y a cada escupitajo del mar, la sangre del poeta se sentía aliviada, casi alborozada por el vago instinto muy recóndito de saberse dándole a su vida una actuación y orientación más alta, más humana, más noble y más cuerda que las que marcaron el ritmo de las otras vidas discretas y lentas que en el hormiguero pusieron su afán en la empresa sórdida, pero loca y trágica, de amarrarse con garfios a una tierra que se come el garfio y a la mano también que lo ha clavado.
     Pues bien... Ya en la vejez, cuando al héroe no le quedaba más savia que dar, porque toda la había derrochado en su poema de robarle náufragos y más náufragos a su novia la mar, del hormiguero humano salió una voz glacial de un honrado buen hombre que denunciaba al héroe, poeta y santo de una infracción legal; y a esta voz de buen hombre respondió otra voz más glacial todavía, pues salía de la toga de un correcto juez, y esta voz de este juez condenó al cíclope a la tortura horrenda de multa y de cárcel. Y el santo héroe y poeta que salió siempre ileso del abrazo epiléptico del mar, se volvió loco de dolor cuando sintió que resbalaba, por las líricas cuerdas de sus nervios, la viscosa sensación repugnante de una secreción de cerebro curial. Y pasó a un manicomio; y de allí al cementerio... Y un poquito después, cuando el héroe dormía, las humanas hormigas hacendosas le levantaron una estatua, en torno de la cual continúa aún la espantosa tragedia del comer, del roncar, del medrar, del juzgar, del morir...





VOCABULARIO   CONTEXTUAL




1.Bronce= De color más o menos moreno. Ser robusto e infatigable.

2.Arecibeño= Gentilicio de los originales de la ciudad de Arecibo, Puerto Rico.
  
3.Bravo= Alborotado y enfurecido. Impetuoso.
  
4.Furibundo= Airado, colérico, iracundo; muy propenso a enfurecerse.
  
5.Ululante= Que brama, que da gritos o alaridos.
  
6.Desgreñado= Enmarañado, revuelto, embrollado, desordenado.
  
7.Epiléptico= Convulso, crispado, perturbado.
  
8.Loco= Disparatado e imprudente. Que excede en mucho lo presumible u ordinario.
  
  9.Victor Rojas=  Héroe popular de origen humilde, nacido en el siglo XIX. Marino de profesión; según la historia salvó a varios náufragos, por lo cual fue condecorado por España e Inglaterra. Murió loco, en la cárcel.

10.Ahitos= Repletos, hartos, muy llenos.

11.Garfios= Dícese de las cosas que tienen la capacidad para asir, aferrar o adherir a otras.

12.Sombra= Figuración, conjetura, apariencia.

13.Bruma= Confusión, ofuscación, espejismo.

14.Ebrio= Vivamente poseído de una pasión.

15.Embestían= Que se acometían con ánimo hostil.

16.Savia= Energía, elemento vivificador.

17.Derrochado= Dado con generosidad, desprendimiento, liberalidad.

18.Poema= Dícese de las acciones que por su encanto indefinible halagan y suspenden el ánimo.

19.Glacial= Fría, desafecta, indiferente.

20.Cíclope= Gigante, coloso, titán.

21.Líricas= Aplícase a lo que tiene inspiración en donde  predominan los sentimientos y emociones. 

22.Viscosa= Babosa.

23.Repugnante= Desagradable, repulsiva, detestable.

24.Curial= Perteneciente a los que trabajan en la administración de justicia.

25.Medrar= Mejorar uno de fortuna aumentando sus bienes. 




domingo, 5 de febrero de 2023

CARTA ABIERTA DEL SEÑOR CANALES AL SEÑOR MÉNDEZ PEREIRA

 




CARTA ABIERTA DEL SEÑOR CANALES 
AL SEÑOR MÉNDEZ PEREIRA
(Artículo de 1919)

Querido amigo Méndez Pereira:
     Esta es para felicitarle muy sinceramente por los palos que usted me sale a dar a propósito de mis críticas a Benavente --persona muy apreciable, por cierto, a quien nunca he tratado y de quien no he podido recibir jamás favor ni desfavor.
     Como yo no critico por lucir el ingenio, sino por un honrado y ferviente afán de abrir camino a las ideas nuevas, favorables a la expansión de la vida, quitando de en medio las que, por el desgaste del tiempo, han quedado tan desprovistas de jugo vital como una alpargata --y así son (¡perdóneme!) las de Benavente--, de ahí que considere una verdadera dicha que personas tan preparadas como usted me dé el "quién vive" y ponga a prueba la fragilidad o fortaleza de las armas que estoy usando contra el celebrado autor. Y tan regocijado me siento de esta desaforada batalla a que me invita usted --por la luz que ella tiene que arrojar sobre la cuestión que defiendo-- y tan refrenado quiero tener siempre mi amor propio que, a fin de que los mismos que han leído mis críticas contra Benavente tengan la oportunidad de leer las suyas contra mí, y de ese modo puedan aquilatar mejor, he resuelto insertar su artículo en este número de "Cuasimodo", quedándome yo entre tanto callado como un muerto hasta el número siguiente. Y como no me gusta quemar pólvora en salvas, dejo al curioso lector engolfado en la lectura de los furibundos denuestos con que usted me obsequia (unilateral, apasionado, empeñado en deprimir a otros para elevarse él, envidioso, etcétera, etcétera)y paso a otro particular de su artículo que me interesa muchísimo más que el que me concierne personalmente.
     Se trata de aquellas atrocidades que, apoyándose en la autoridad de Gustavo Le Bon, fulmina usted contra el socialismo.
     Usted, amigo mío, y ese señor Le Bon, de quien no he leído ni leeré una letra en todos los días de mi vida (porque al hablar de las mujeres habla como un ganso, y para muestra basta un botón) hacen un alegato piramidal para demostrar... lo que no hay persona en el mundo por chiflada que esté, que haya negado jamás: la desigualdad intelectual, física y moral entre los hombres. ¿Quién ha puesto eso jamás en tela de juicio? ¿A qué venir, pues, a demostrar lo obvio? ¿Cuándo ni dónde ha dicho ningún socialista de nota que sea necesario para socializar la vida de relación el condenarla a ese absurdo igualitarismo de cuartel que usted innecesariamente combate?
     Socializar no quiere decir igualar, nivelar, enmendarle la plana a la naturaleza en lo tocante a la maravillosa riqueza de tonalidades que ella ha establecido de especie a especie y de individuo a individuo. Al contrario, quiere decir liberalización, emancipación del hombre de las cadenas económicas que hoy lo atan, para que pueda llevar al máximum la expansión natural de su personalidad. Y es claro que, a mayor expansión de la personalidad, mayor diversidad, mayor riqueza de tono y matices.
     Las únicas diferencias que aspira el socialismo a borrar, no son en modo alguno las naturales, las que afirman y defienden la individualidad, sino las artificiales, las que deprimen y rebajan la individualidad. Por ejemplo, entre el hijo de usted y el hijo de su cocinera existe hoy una diferencia artificial, que si, hasta cierto punto beneficia artificialmente, con un privilegio injusto, al hijo suyo, dándole medios y oportunidades que carece el hijo de la cocinera, deprime y rebaja artificialmente, la personalidad del último, impidiendo así que las diferencias naturales entre ambos tengan medios de manifestarse. Por respeto, pues, a la obra divina que ambos representan, el socialismo haría de los dos niñitos seres igualizados en los medios, en las oportunidades, para que ambas existencias pudieran realizar su máximum de potencialidad; en tanto que el régimen feudal de hoy estrangula al uno inexorablemente, sin beneficio apreciable para el otro, como habrá de estrangular mañana al suyo si Dios no hace un milagro en su favor. ¡Y así se establece la horrible serie de estériles estrangulamientos inmisericordes!
     Con el socialismo, amigo mío, en lo único que se nos iguala es en aquello en que somos iguales por ley natural, en las necesidades orgánicas esenciales. Usted podrá comer más o menos que yo, pero usted tanto como yo y el otro y el otro, no tiene más remedio que comer todos los días, dos veces por lo menos, para estar en estado normal de vitalidad.
     Pues bien, esas necesidades orgánicas esenciales, que son iguales en todos los hombres de todos los climas, y que hoy se dejan estúpidamente al ciego azar de la posición económica de cada uno, el socialismo las eleva a la categoría de una augusta función social pública --la primera y más importante de todas-- a fin de que por vez primera sea una verdad y no una mera ficción, el que a cada ciudadano se le reconoce y garantiza el derecho inalienable a la vida. 
      Hoy ese derecho inalienable es pura retórica, porque ¿de qué vale declararme libre y garantizarme en mi derecho a vivir, si no se me aseguran los medios esenciales para la vida? ¿De qué vale la hipócrita ficción jurídica que declara al hijo de mi cocinera tan libre y garantizado en su vida como al hijo mío, si, en cambio, los medios de vida del hijito de mi cocinera (de quien todavía no se puede ni sospechar que sea naturalmente inferior al mío) no sólo son cruelmente, tiránicamente, sacrílegamente, artificialmente inferiores a los medios del hijo mío, sino que depende de mí --o de otro de mi condición-- que en un día dado se quede sin comer, o sin médico que le cure un dolor, el infeliz hijito de mi cocinera? ¿No es monstruoso, amigo mío, un mundo que consiente tales abominaciones?
     Para terminar, pues veo que esto se alarga más de la cuenta, hago el siguiente resumen de lo anterior: dos son las características esenciales que distinguen al socialismo del feudalismo económico de hoy: una, el aseguramiento, por la comunidad, a cada individuo de las cosas esenciales a su vida; otra, consecuencia forzosa de la anterior, el aseguramiento por cada individuo, a la comunidad, de la porción de trabajo esencial para la vida y fines de la comunidad. O sea, uno para todos, todos para uno. Fórmula genuinamente cristiana que, gracias al socialismo, vendrá a reemplazar a la anti-cristiana y satánica de hoy, que no es otra que ésta: uno contra todos, todos contra uno.
     Le saluda fraternalmente su leal amigo.
                                                                      Nemesio Canales.




VOCABULARIO    CONTEXTUAL




  1.Méndez Pereira= Octavio Méndez Pereira (1887-1954), pedagogo, novelista y periodista panameño.
  
  2.Alpargata= Es un tipo de calzado de fibras naturales como pelo, algodón, pieles de animal, etc. Su suela puede ser de esparto (España) o cáñamo.

  3.Benavente= Jacinto Benavente (1866-1954) dramaturgo español.


  4.Desaforada= Gigantesca, desmedida, grande.   


 5.Refrenado= Contenido, reprimido, cohibido.


6. Cuasimodo= Nombre de la revista mensual que publicaba Canales, para ese entonces, en Panamá.


7.Quemar pólvora en salvas= Poner medios inútiles y fuera de tiempo para un fin.


  8.Engolfado= Inmerso, embebido.


9.Furibundos= Iracundos, furiosos.


10.Denuestos= Agravios, afrentas, insultos.


11.Gustavo Le Bon= Gustave Le Bon (1841-1931), psicólogo social francés.

12.Ganso= Memo, necio, mentecato.

13.Fulmina= Que despotrica contra alguien o algo.


14.Piramidal= Del inglés pyramidal= Tremendo, mayúsculo.


15.Chiflada= Trastornada, confundida, desorientada.


16.De nota= Relevante, importante, sobresaliente.


17.Enmendarle la plana= Corregirle, arreglarle, hacerle enmiendas.


18.Deprime= Sojuzga, rebaja, apoca.

19.Régimen feudal= Sistema de gobierno de organización política y social propio de la Edad Media (del siglo IX al siglo XV), basado en el feudo o contrato por el que un soberano o gran señor cedía en usufructo a sus siervos una parcela de tierra a cambio de su fidelidad.

20.Inexorablemente= Inevitablemente.

21.Reconoce y garantiza= Estos verbos en tiempo "indicativo" en vez del "subjuntivo" exigido sintácticamente dan un giro más real al contraste entre el hecho y el derecho que luego se ejemplifican.

22.Inalienable= Irrenunciable, intransferible.