jueves, 9 de marzo de 2017

LOS ALTOS PRECIOS






LOS ALTOS PRECIOS
(Artículo de 1919)

     ¡Ah, los altos precios! El juego que están dando en Inglaterra, Francia, Estados Unidos, donde quiera que existe ese incómodo huésped que se llama obrero organizado. (Allí donde no existe éste, el hambre no chilla, no existen protestas, y a falta de protestas, falta de alarmas en los círculos ante "el costo de la vida.")
     ¡Las cosas que se dicen, y las medidas que se toman, muy en serio, "contra los agiotistas", para bajar los dichosos precios! Y bajan, cuando bajan, un momento, y en seguida sube que te sube otra vez hasta las nubes.
     Aunque se trata de una cosa seria --demasiado seria-- hay que reir sin remedio viendo que aquí Mr. Wilson y allá Lloyd George y más allá Clemenceau reparten a más y mejor palos de ciego, dando todos el mismo monótono espectáculo de monstruosa insinceridad o de monstruosa incapacidad.
     Porque ¿qué economista que valga dos pesetas no sabe que tales golpes de tambor oratorios y palos de ciego contra el agiotaje no remedian nada?
     Aparte de que el agiotista suele ser muy gordo, demasiado gordo para caber por la puerta de la cárcel, ¿quién que haya pensado dos minutos en serio sobre el asunto no descubre en seguida que el agiotista no es más que un síntoma, una inevitable manifestación exterior de la grande y vieja enfermedad interna que viene minando desde hace siglos el organismo social?
     ¿Cómo se llama esta enfermedad y cómo se cura? Se llama, en primer término... estupidez. La inmensa, cavernaria estupidez social que permite que cosas tan necesarias a la vida como el aire y la luz -pan, leche, carbón, ropa, etc.- sean cosas cuyo suministro a cada individuo del núcleo social, en lugar de constituir una función pública -la más esencial, la más sagrada de las funciones públicas, puesto que de ella depende la salud y la vida de todos y de cada uno-, sea, como es, una función exclusivamente privada, a virtud de la cual la salud y la vida de todos y de cada uno se deja enteramente a merced de la mayor o menor codicia de unos cuantos individuos. Tan absurdo es esto como permitir que se haga del aire un artículo de comercio, una mercancía de la cual unos pudieran tener demasiado y otros nada. Imaginaos lo horrible del cuadro.
     Y conocida la enfermedad, el remedio es bien fácil. Lo están gritando los espíritus guías de la humanidad desde hace más de un siglo. Convertir lo que es hoy función privada, realizada para fines de lucro personal, sin inspección ni sanción de nadie, en función pública, realizada públicamente para fines públicos, para garantía de la salud y la vida de todos y cada uno de los miembros de la comunidad. 




VOCABULARIO



  1.El juego que están dando= Dar juego= Tener muchas posibilidades, o mejor resultado del que se esperaba.

 2.Agiotistas= Personas que se ocupan en la especulación abusiva y sin riesgo para obtener ganancias inmoderadas.

  3.Mr. Wilson= Thomas Woodrow Wilson (1856-1924) fue el vigésimo octavo presidente de los Estados Unidos.

  4.Lloyd George= David Lloyd George (1863-1945) fue primer ministro del Reino Unido entre 1916 y 1922.

 5.Clemenceau= Georges Benjamin Clemenceau (1841-1929) fue primer ministro de Francia entre 1917 y 1920.

  6.Golpes de tambor oratorios= Sirviéndose de las palabras.

  7.Agiotaje= Ver núm. 2.
                    
   8.Minando= Socavando, debilitando, destruyendo lentamente.
   
  9.Cavernaria= Propio de los cavernícolas. Dícese de las cosas retrógadas (propias de tiempos pasados).

10..A virtud de= A consecuencia o por resultado de.
  
11.Sanción= Autorización, aprobación. 








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