martes, 24 de diciembre de 2013

EL YUGO DE LA RESPETABILIDAD






EL YUGO DE LA RESPETABILIDAD
(Fragmento del artículo La Seriedad de mi Tío)

     Desdichado del hombre que no sepa pasar de cuando en cuando con gesto desdeñoso ante las magnas cosas que el mundo venera para irse a entusiasmar con una bagatela.
     Desdichado de aquel que no haya aprendido a dislocar su espíritu descendiendo alguna vez de un salto desde la cumbre al llano, desde lo grande a lo pequeño, desde los graves y trascendentales pensamientos hasta las cosas menudas y frívolas.
     Desdichados los hombres que a fuerza de ser serios se han trocado en momias.
     Yo tenía un tío que era conocido y respetado de todo el mundo por una férrea, extraordinaria, inmensa seriedad que daba miedo. Sus palabras, su estilo, sus pasos, su gesto, su ropa, su barba, sus actos todos, tenían como un sello de terrible austeridad que imprimía a la persona de mi tío la apariencia majestuosa e imponente de un convento, de una catedral.
     Para que nada faltase a la seriedad inmensa de mi tío, se llamaba Don Bruno y era alcalde.
     Una tarde Don Bruno me encontró por la calle correteando, y agarrándome de un brazo se fue a sentar, caminando con su andar pausado de siempre, a un banco de la plaza. Una vez allí, me hizo sentar a su lado, y callamos los dos por largo rato.
     Medio muerto de miedo, oigo sonar de pronto a mi lado el trueno pavoroso de la voz sepulcral de mi tío. --Dijo Don Bruno: “fíjate, niño, y dime si a través de la barba percibes bien el alfiler de mi corbata”. Yo contesté que sí con voz humilde, y un momento después Don Bruno volvió a hablar para decirme:
     “Te sorprende mucho-- ¿no es verdad? --que te haya preguntado cosa tan baladí; pero para que aprendas en no fijarte mucho de apariencias, te voy a abrir el corazón, revelándote un secreto que nadie conoce. A pesar de esta rígida,  eterna seriedad que todo el mundo me atribuye, y en la cual yo mismo tuve la candidez de creer por largo tiempo, es el caso, hijo mío, que la mayor parte de las veces, cuando salgo a la calle y marcho lentamente con el ceño arrugado, como dándole vueltas en el magín a embrollados y enormes pensamientos, o no voy pensando nada, o voy preguntándome a mí mismo si llevaré bien puesta la corbata, o si el primer transeúnte que me salga al paso sabrá admirar la imponente majestad de mi entrecejo y de mi andar solemne. Y cuando más preocupado me cree la gente al verme pasar con la frente inclinada, yo voy mirando complacido el brillo juguetón de las puntas de charol de mis zapatos. No te fíes, sobrino, no te fíes de la rígida seriedad de las personas graves. Aquella zapateta que le pedía el cuerpo a Don Quijote en un escondrijo de Sierra Morena, como para desentumecer su cuerpo y emanciparlo un momento de su incómoda pose caballeresca, a mí también, a mí también hace ya largo tiempo que me va haciendo falta....
     Yo te digo, sobrino del alma, que si en lugar de hallarnos en la plaza del pueblo y a la vista de todos, estuviéramos en despoblado, ahora mismo rodábamos los dos por la yerba, y nos pondríamos a jugar con tierra, y a ensayar mil saltos, y dos mil volteretas.... Ríete, sobrino de los hombres serios; es decir, no te rías: compadécelos.... No hay cadena más dura, ni dogal más terrible, ni un azote más cruel que el respeto de los demás hombres.... Más que del peligro de la embriaguez, o el del juego y todos los demás vicios juntos, huye y apártate con horror del peligro de ser respetable. Antes de verte respetable, ahórcate. No te digo más”.
     Calló mi tío, dejamos el banco, yo crecí, el murió y todavía, cada vez que me echo a la cara un gran personaje empingorotado, todo majestad y tiesura, me dan unas ganas atroces de irme derecho hacia él y soltarle a quemarropa estas palabras: “amigo mío, comprendo la inmensidad de la carga de su aburrimiento, y me asocio a su pena, pero no veo más remedio para usted que el suicidio. Si no tiene usted valor para emanciparse del yugo de su respetabilidad dando, a la vista de todo el mundo, unos cuantos saltos y volteretas para curarse esa terrible anquilosis espiritual que padece, comprenderá usted que le hago un bien recomendándole el veneno o la horca”....





VOCABULARIO





  1-Desdeñoso= Que manifiesta indiferencia.
  
  2-Bagatela= Cosa de poca importancia o valor.
  
  3-Dislocar= Sacar una cosa de su lugar.
  
  4-Menudas= De poca importancia.

  5-Frívolas= De poca monta (valor intrínseco).

  6-Trocado= Cambiado, mudado, variado.

  7-Momias= Personas con apariencias de cadáveres desecados.

  8-Férrea= Que es de hierro o tiene su apariencia. Dura, tenaz.

  9-Sello= Carácter distintivo comunicado a alguna cosa.

10-Austeridad= Calidad de severo, rígido.

11-Imprimía= Que fijaba en el ánimo algún afecto o idea.
 
12-Baladí= De poca importancia.

13-Rígida= Rigurosa, severa.

14-Candidez= Ingenuidad, candor, credulidad.

15-Magín= Cabeza, caletre, mollera.

16-Embrollados= Enredados, confusos.

17-Charol= Cuero con barniz muy lustroso y permanente.

18-Zapateta= Golpe que se da en el pie o zapato, brincando al mismo tiempo alegremente.
 
19-Dogal= Impedimento, traba, estorbo.

20-Azote= Aflicción, calamidad, infortunio, desgracia.

21-Me echo a la cara= Que se encuentra con alguien.

22-Empingorotado= Dícese de la persona engreída por su elevada posición social.

23-Tiesura= Gravedad excesiva o afectada (fingida).

24-Soltarle a quemarropa= De forma brusca, sin rodeos.
                         
38-Anquilosis= Disminución o imposibilidad de movimiento.







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